OPINI?N El valor del prestigio cient¨ªfico
La importancia de la investigaci¨®n que se realiza en las universidades suele ser desconocida a nivel popular y desde las universidades deber¨ªamos preocuparnos especialmente por divulgarla. El prestigio de una Universidad depende no s¨®lo de la calidad docente reconocida sino, tambi¨¦n, y cada d¨ªa m¨¢s, de la cantidad y calidad de las investigaciones que realiza. Estas investigaciones aportan el prestigio de estar en la vanguardia del conocimiento y ampliar sus horizontes, a la vez que abren la posibilidad de obtener recursos externos tanto de empresas como de convocatorias competitivas de ¨¢mbito auton¨®mico, estatal o europeo. Adem¨¢s, el nivel investigador de una universidad est¨¢ relacionado con su calidad docente en cuanto que posibilita: la transmisi¨®n de conocimientos a los estudiantes de la forma m¨¢s actualizada; la impartici¨®n de cursos de especializaci¨®n que divulguen en el entorno socioecon¨®mico los estudios y las t¨¦cnicas m¨¢s avanzadas; el intercambio de alumnos facilitado por las relaciones internacionales de los grupos investigadores; la inserci¨®n laboral de determinados perfiles de titulados por medio de las relaciones de los grupos de investigaci¨®n con el entorno socioecon¨®mico; la incorporaci¨®n al trabajo investigador de las personas con mejor expediente acad¨¦mico, y otras muchas conexiones no tan evidentes.
Los principales indicadores de producci¨®n cient¨ªfica aplicados a las universidades valencianas en 1988 proporcionan datos francamente positivos en t¨¦rminos absolutos: 6.181 art¨ªculos en revistas cient¨ªficas, 1.436 libros, 573 tesis doctorales le¨ªdas, 5.842 ponencias y comunicaciones en congresos, 615 proyectos de investigaci¨®n, 1.030 convenios y contratos, 9.603 millones de pesetas obtenidos de financiaci¨®n externa (que supone un importante porcentaje respecto de la subvenci¨®n p¨²blica de las universidades que ascendi¨® a 37.000 millones). Esta producci¨®n obtenida por 2.620 investigadores equivalentes a tiempo completo habr¨ªa que compararla con otras universidades espa?olas y extranjeras, y hacerlo en t¨¦rminos relativos al n¨²mero de investigadores y al gasto dedicado a investigaci¨®n, factores ambos en los que Espa?a, y m¨¢s a¨²n nuestra comunidad, est¨¢ muy por debajo de la media Europea y a gran distancia de Jap¨®n o EEUU.
Estas cifras absolutas y la fuerte tendencia al alza en los ¨²ltimos a?os son un motivo de satisfacci¨®n, pero oculta las debilidades y la precariedad del sistema, basado fuertemente en la precariedad de becas y en el voluntarismo derivado de una fuerte componente vocacional del profesorado investigador que frecuentemente lleva a dedicar a la Universidad jornadas de trabajo que van mucho m¨¢s all¨¢ de las 40 horas.
Si queremos que nuestra producci¨®n cient¨ªfica siga creciendo, y competir "en primera divisi¨®n" hay que ir m¨¢s all¨¢ de las acciones incentivadoras desarrolladas por las universidades hasta ahora y adoptar mecanismos comunes en la primera divisi¨®n de otros pa¨ªses. Por se?alar s¨®lo dos de los m¨¢s importantes, es necesario un reparto adecuado de las horas dedicadas a docencia y a investigaci¨®n que asigne m¨¢s de estas ¨²ltimas a quien m¨¢s investiga y es necesario contratar personal dedicado en exclusiva a investigar mientras se tengan proyectos en vigor, lo que romper¨ªa con el absurdo de asignar personal investigador en funci¨®n ¨²nicamente de necesidades docentes y posibilitar¨ªa responder a las exigencias de proyectos que implican total disponibilidad horaria. Pero acciones de este y otros tipos pueden requerir cambios que exceden el ¨¢mbito competencial de las universidades, por lo que tendremos que sensibilizar en ese sentido a una Administraci¨®n llena de mayor¨ªas absolutas por todas partes.
Puede parecer f¨¢cil, pero es preocupante el "olvido" en nuestra comunidad de consignar en los presupuestos de este a?o la cantidad para programas de investigaci¨®n a los que concurren las universidades todos los a?os -incluso de las cantidades claramente comprometidas como en el caso de los becarios-. Esperemos que s¨®lo haya sido un olvido y pong¨¢monos a trabajar en todo lo dem¨¢s.
Francisco Toledo es vicerrector de Investigaci¨®n y Planificaci¨®n de la Universidad Jaume I.
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