PSIQUIATR?A La bulimia afecta diez veces m¨¢s a las mujeres que a los hombres Atrapadas en la org¨ªa alimentaria
Madrid La comida es su droga, su m¨¢xima fuente de placer y de infelicidad. Las personas con bulimia pierden la libertad ante los alimentos y ¨¦stos se convierten en el eje de sus vidas, en elementos dominadores de su voluntad. Los bul¨ªmicos no son glotones, ni grandes comedores, ni amantes de la buena mesa. Son v¨ªctimas de un trastorno alimentario, de una de las adicciones sociales que va en aumento en las sociedades de la opulencia. Para las personas con bulimia, que afecta diez veces m¨¢s a las mujeres que a los hombres, la comida es una adicci¨®n placentera y autodestructiva.
La palabra bulimia significa hambre de buey y procede del griego boulimos (bous: buey; limos: hambre). Mientras que en un 70% de los casos este trastorno psicoalimentario se presenta como bulimarexia o bulimia restrictiva, es decir, acompa?ada de anorexia, en un 30% se manifiesta como bulimia pura y en toda su dimensi¨®n de patolog¨ªa adictiva. La principal diferencia radica en que en la bulimarexia no s¨®lo no hay adicci¨®n a los alimentos, sino que hay un rechazo expreso, intercalado de atracones espor¨¢dicos.Es un deseo que se vuelve incontrolable para la voluntad, seg¨²n explica el psiquiatra Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, autor del libro Las otras drogas. "El elemento adictivo, en este caso la comida, absorbe la personalidad del adicto, se convierte en el centro de sus preocupaciones y en el eje de su intimidad y sus vivencias. Las adicciones sin droga, como la bulimia, las compras, el juego, el sexo o el trabajo, son muy propios de la civilizaci¨®n occidental", afirma Alonso-Fern¨¢ndez, presidente de la Asociaci¨®n Europea de Psiquiatr¨ªa Social.
El aceso de bulimia o atrac¨®n se inicia con una sensaci¨®n de hambre voraz e incontenible, con preferencia por los dulces y otros alimentos de alto valor cal¨®rico. La frecuencia de los atracones es muy variada y los enfermos pueden darse varios en el mismo d¨ªa durante varios d¨ªas seguidos. Con los atracones suelen sobrepasar las 5.000 calor¨ªas diarias. Hay bul¨ªmicos que han llegado a superar en un d¨ªa las 25.000 y alguno ha muerto por dilataci¨®n aguda de est¨®mago.
La bulimia, que puede expresarse con peso normal o excesivo, genera una gran carga de sufrimiento. Cuando la persona trata de resistirse al impulso del atrac¨®n se siente agobiada "por una fuerte tensi¨®n emocional displacentera, acompa?ada por una serie de s¨ªntomas psicol¨®gicos, como inquietud psicomotora, ansiedad e irritabilidad, y som¨¢ticos, como palpitaciones, mareo, opresi¨®n precordial e insomnio", a?ade.
El trastorno puede aparecer a cualquier edad y repetirse en diferentes momentos de la vida, generalmente inducido por acontecimientos vitales traum¨¢ticos o negativos. ?ste es el caso de C.S., empresaria de 42 a?os, que tuvo su primera crisis a los 18, cuando se separ¨® de su familia para estudiar la carrera; la segunda crisis, a los 30, tras su divorcio, y la tercera, en la que se encuentra ahora, a los 39, al perder a un ser querido.
Enfermedad invisible
"Puede decirse", cuenta, "que mi vida est¨¢ dominada por la bulimia, porque cada crisis me dura unos cinco a?os. Nadie de mi familia ni mis amigos sabe que me sucede esto. Nunca lo he contado porque me morir¨ªa de verg¨¹enza y adem¨¢s no podr¨ªan ayudarme. La primera vez engord¨¦ 25 kilos en dos meses y pas¨¦ de una talla 38 a una 46. En las otras me mantengo, con oscilaciones de hasta seis kilos. Mis dos primeras crisis se fueron pasando solas al mejorar mis circunstancias vitales".
La asociaci¨®n con otros trastornos es muy frecuente, seg¨²n Alonso-Fern¨¢ndez, pero sobre todo va de la mano de la depresi¨®n, que se manifiesta en cuatro dimensiones: humor depresivo, falta de energ¨ªa con sensaci¨®n de vac¨ªo, ruptura de la comunicaci¨®n y alteraciones de los ritmos vitales.
En la bulimia, considerada como una enfermedad invisible porque puede pasar mucho tiempo sin que el entorno del enfermo la perciba, "el atrac¨®n, generalmente a escondidas, no representa una org¨ªa alimentaria pura", seg¨²n Alonso-Fern¨¢ndez. "El bul¨ªmico adicto", explica, "despu¨¦s de sentirse satisfecho con la sensaci¨®n de plenitud, se ve acosado por la sensaci¨®n de fracaso, de verg¨¹enza y de vac¨ªo interno. La necesidad de afecto no se ve satisfecha con el atrac¨®n, de tal manera que el enfermo se siente prisionero en un conflicto de ambivalencia, y bajo una fuerte tensi¨®n emocional". J.R., abogada de 35 a?os, explica que la bulimia ha destruido su vida "porque ha arruinado mi matrimonio y deformado el cuerpo". Al casarse se puso a r¨¦gimen "para perder cuatro kilos". Sin apenas darse cuenta, empez¨® a obsesionarse con la comida y a darse atracones a escondidas. Fue engordando y se volvi¨® cada vez m¨¢s reservada. "Como me ve¨ªa horrible de gorda y no me pod¨ªa poner la ropa que yo quer¨ªa, no sal¨ªa y perd¨ª todo contacto social. Mi marido no entend¨ªa lo que me pasaba, porque adem¨¢s yo tampoco quer¨ªa tener relaciones sexuales. A los dos a?os nos divorciamos".
De la dieta severa a la p¨¦rdida de control
Las dietas de adelgazamiento frecuentes y muy restrictivas son por s¨ª solas un importante factor de riesgo de aparici¨®n de bulimia, sobre todo en las personas gen¨¦ticamente predispuestas, seg¨²n la endocrin¨®loga Clotilde V¨¢zquez, jefa de Nutrici¨®n Cl¨ªnica del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid. "Estas personas pierden el equilibrio energ¨¦tico y tienen alterada la se?al de saciedad que emite el hipot¨¢lamo, por lo que no pueden parar de comer", indica.
Es habitual que muchos bul¨ªmicos, para adelgazar lo engordado por los atracones, se sometan a ayunos muy r¨ªgidos y largos, a veces de semanas. El esfuerzo tit¨¢nico que esto les supone, unido a un mecanismo neuroqu¨ªmico que conduce al organismo a un gran ahorro energ¨¦tico, produce un efecto de rebote por el que vuelven a los atracones con m¨¢s fuerza. "Cuanta m¨¢s restricci¨®n se imponen", dice V¨¢zquez, "m¨¢s p¨¦rdida del autocontrol. Muchos de los que han engordado se obsesionan con adelgazar y se sumergen en un c¨ªrculo vicioso de dietas restrictivas y atracones. No sabemos hasta qu¨¦ punto estas alteraciones tan dr¨¢sticas en la forma de alimentarse pueden perjudicar a la larga al organismo. Deben convencerse de que s¨®lo con dejar los atracones adelgazar¨¢n, sin tener que someterse a dietas muy severas".
Para el psiquiatra Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, otros factores de riesgo son la personalidad irritable e impulsiva, que se acompa?a en las mujeres de ansiedad y en los hombres de alexitimia (incapacidad de expresar los sentimientos y emociones), el estr¨¦s, un estilo de vida sedentario y solitario, otras adicciones y haber sufrido abusos sexuales en la infancia. "En la bulimia se producen unas alteraciones de la neurotransmisi¨®n, en concreto en los sistemas serotonin¨¦rgico y noradren¨¦rgico. Por ello es importante la administraci¨®n de f¨¢rmacos que regulen la serotonina y la noradrelanina y tambi¨¦n los neuromodulares, como los opioides end¨®genos, principalmente endorfinas y encefalinas", explica.
Alonso-Fern¨¢ndez cree que tan fundamental como el tratamiento farmacol¨®gico es la regularidad en los h¨¢bitos de vida, especialmente en las horas de levantarse y acostarse, "que constituyen el marco en el que se desarrollla toda la terapia", y en los horarios de las comidas. Estas pautas se complementan con psicoterapia individual.
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