San Oriol
Puso las manos sobre el fuego y no se quem¨®, no como otros. Su pare de llet -el natural, velluter, lo hizo hu¨¦rfano al a?o de edad y mam¨¢ Gertrudis Boguny¨¤ se volvi¨® a casar con Rujolar, padre, quiz¨¢s, de muchos pujols- lo sorprendi¨® en compa?¨ªa de su esposa, la nodriza -Val m¨¦s suor de mare que llet de dida- del casto Josep Oriol, en una situaci¨®n que le pareci¨® comprometida -?c¨®mo no ten¨ªa que serlo, en brazos de su dotada mare de llet!-, y sospech¨® de pensamiento; pero el joven santo le penetr¨® el cerebro y, en lugar del sobado "no-es-lo-que-te-imaginas-te-lo-puedo-explicar", se mont¨® una hogare?a ordal¨ªa. As¨ª empez¨® su carrera milagrera y acab¨® de patrono de falsificadores de moneda de la Marina, moss¨¦n moneder fals, pues, sorprendido sin un centavo en un hostal, despu¨¦s de merendar, fue cortando un r¨¢bano en rodajas, que se transformaban en monedas. ?Tanto que sudaron los alquimistas, investigando, y eran los r¨¢banos, agarrados por las hojas, los guardianes del secreto de la conversi¨®n en oro de toda clase de material!A¨²n no hab¨ªa llegado la escrupulosa Ilustraci¨®n, a finales del XVII, y resultaba m¨¢s f¨¢cil doctorarse en taumaturgia que en teolog¨ªa por Cervera. M¨¢s que biograf¨ªa, posee una sucesi¨®n de portentos en una vida austera y penitencial, una perpetua Cuaresma s¨®lo alimentada con pan y agua, el doctor paniaigua -pero no era ciego ciscardista y, teni¨¦ndola, le hubiera dado la raz¨®n a Noguera- le denominaba el pueblo. Conjuraba el bravo mar hasta volverlo bassa d'oli, las d¨ªscolas nubes le obedec¨ªan y, por si acaso, posey¨® el don de esquivar la lluvia; el alcalde castellano de Castell¨® deber¨ªa invocarlo ya, a ver si su "obra del siglo", y del ministro de los retrasados aeropuertos, se libra de inundaciones, al orinar un gato: Quaresma plujosa, collita granosa.
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