Sin noticias del pasado
Por primera vez en muchos a?os, las lecciones del pasado no sirven para ser aplicadas en los Balcanes. El mapa de Europa oriental ha cambiado de forma radical en la ¨²ltima ¨¦poca hasta convertirse en el m¨¢s complejo de su historia. Han aparecido multitud de nuevos estados sin precedentes hist¨®ricos cercanos, a no ser que nos remitamos al complejo dise?o que elabor¨® Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. S¨®lo en Europa, sin irnos al C¨¢ucaso o Asia central, hay diez nuevos estados. Sin embargo, los problemas no vienen exactamente de su mera existencia, sino de la err¨¢tica pol¨ªtica que est¨¢n aplicando las grandes potencias occidentales hacia ese conjunto. El caso de los Balcanes es proverbial porque, como afirm¨® Ralf Dahrendorf hace meses en una inteligente entrevista concedida a este mismo diario, "no tenemos ni idea" de lo que queremos all¨ª. Y llevamos diez a?os as¨ª.En 1991, la l¨ªnea pol¨ªtica consist¨ªa en repetir a machamartillo que Yugoslavia era inviable, que la convivencia inter¨¦tnica entre los diversos pueblos en un mismo estado era un "error hist¨®rico". En 1995, los puntos de vista occidentales con respecto a los pueblos yugoslavos hab¨ªan cambiado radicalmente. Entonces se hizo imprescindible preservar en Bosnia la convivencia inter¨¦tnica entre serbios, croatas y musulmanes, y en Dayton se recre¨® una maqueta a peque?a escala de la Yugoslavia titista. Incluso Carlos Westendorp hizo de Tito durante un tiempo.
Lleg¨® la crisis kosovar, se resolvi¨® por la v¨ªa militar, sin hacer planes pol¨ªticos para el d¨ªa despu¨¦s, y a la larga termin¨® imponi¨¦ndose una nueva l¨ªnea que ha llevado a contradecir la pol¨ªtica aplicada hasta el momento en Bosnia. As¨ª que las potencias occidentales est¨¢n gestionando dos protectorados en los Balcanes, separados entre s¨ª por un centenar y pico de kil¨®metros y en los cuales se aplican soluciones opuestas. En Bosnia se respet¨® que los contendientes conservaran parte de su fuerza militar para evitar que el desequilibrio propiciara abusos de unos sobre los otros. Ese balance no se permiti¨® en Kosovo, y la absoluta supremac¨ªa albanesa, protegida por la OTAN, ha terminado con una penosa limpieza ¨¦tnica de poblaci¨®n serbokosovar. ?Cu¨¢ntas personas han abandonado ya su regi¨®n de origen? ?200.000? ?350.000? Los medios de comunicaci¨®n occidentales, tan dados a hinchar cifras en otras contiendas, callan sobre esa cuesti¨®n. S¨®lo los muy detallados informes de la OSCE, que nadie quiere consultar a pesar de su perpetua presencia en Internet, dan una idea de la magnitud de la tragedia. Veremos c¨®mo arregla la UNMIK el espinoso asunto del voto de los refugiados en las elecciones que habr¨¢n de celebrarse en Kosovo, quiz¨¢s antes de octubre.
La provincia ha devenido ingobernable, es un verdadero Far West, los incidentes inter¨¦tnicos van a m¨¢s en la ciudad de Mitrovica y el UCK est¨¢ trasladando sus actividades al sur de Serbia, donde queda una peque?a minor¨ªa ¨¦tnica albanesa, con el objetivo de terminar planteando un ¨²ltimo intercambio de poblaciones: los albaneses del tri¨¢ngulo Bujanoc-Presevo-Medvegje por los serbios de Mitrovica. Los partidos albanokosovares, con Tha?i y el UCK en la sombra, se mueren literalmente de ganas por liquidar los ¨²ltimos restos de poblaci¨®n serbia en Kosovo, hacerse con el poder incontestado e imponer su independencia a las potencias occidentales. Una soluci¨®n provisional a esta situaci¨®n de desgobierno podr¨ªa pasar por la federalizaci¨®n, es decir, la cantonalizaci¨®n coordinada por un gobierno pluri¨¦tnico. Desde un punto de vista occidental parece imposible, porque se considera una salida "proserbia". Sin embargo, Bosnia est¨¢ dividida administrativamente en once cantones, algunos con mayor¨ªa mono¨¦tnica, otros con poblaciones nacionales mezcladas. Y nadie dice nada. Y no se le ocurra a ning¨²n viajero pedir en las librer¨ªas de Sarajevo alg¨²n compendio legal sobre el funcionamiento de esos cantones. No hay, no existe.
Para colmo de males ha entrado en juego un nuevo factor distorsionante: las elecciones norteamericanas. La intervenci¨®n en Kosovo, como continuaci¨®n de la acaecida en Bosnia, fue uno de los activos en la pol¨ªtica exterior de la presidencia dem¨®crata, como la guerra del Golfo lo fue para la republicana. Es m¨¢s: la presencia de tropas norteamericanas en aquel rinc¨®n de los Balcanes es fuertemente criticada por los sectores duros del Partido Republicano. S¨®lo faltar¨ªa que ahora, en medio de la campa?a electoral y en pleno aniversario de la ofensiva a¨¦rea desencadenada por la OTAN, tuviera lugar alg¨²n desgraciado percance en Kosovo. Adem¨¢s, Washington est¨¢ cada vez m¨¢s desinteresado de un problema que amenaza con convertirse en un pudridero pol¨ªtico y que no coincide con las grandes l¨ªneas de la geoestrategia norteamericana. Por si faltara algo, la intervenci¨®n en Kosovo enfrent¨® a los EEUU con China y Rusia, y ahora esas superpotencias vuelven a estar peligrosamente unidas, algo que no se ve¨ªa desde hace unos treinta a?os. Eso en un momento en que las relaciones entre Pek¨ªn y Washington van muy mal por causa de Taiwan. De ah¨ª que ya en enero los norteamericanos comenzaran una ofensiva diplom¨¢tica para cargar el muerto de la ineficaz administraci¨®n sobre las espaldas de los socios europeos, y de paso traspasar de la OTAN al Eurocuerpo la iniciativa de la presencia militar en Kosovo.
Lo malo del asunto es que los partidos albanokosovares, con el UCK en la sombra y Tha?i al frente, conocen perfectamente esta situaci¨®n, saben que los norteamericanos tienen las manos atadas y est¨¢n aprovechando para presionar con campa?as de agitaci¨®n. Aunque datan de noviembre, los atentados de la UCK en el sur de Serbia se han incrementado y Tha?i se ha paseado por Bosnia y Bulgaria como si fuera un estadista reconocido, poniendo en aprietos a los pol¨ªticos locales. De ah¨ª tambi¨¦n algunos de los incidentes de febrero en Mitrovica, atizados por grup¨²sculos albaneses a¨²n m¨¢s radicales, como el Partido Republicano de Skender Hoti, el PPK, el LKCK o el UNIKOMB. Ante tal contingencia, los norteamericanos recurrieron inicialmente a mantener la l¨ªnea oficial: Milosevic tiene la culpa de todo. Los halcones se ocuparon de hacer ruido: Robertson, Holbrooke y especialmente el general Wesley Clark, que anduvo desmelen¨¢ndose por la zona, denunciando confusos complots organizados desde Belgrado y presionando para poner en estado de alerta el Ej¨¦rcito macedonio. Pero el montaje ha sido tan evidente que casi ha dejado en rid¨ªculo a Washington ante los aliados europeos y a Clark le ha costado un rapapolvos del Pent¨¢gono por comportarse como un nuevo general McArthur. De ah¨ª recientes y m¨¢s serias advertencias a los albanokosovares m¨¢s radicales, combinadas con discretas reuniones con los l¨ªderes serbios de Kosovo en Sof¨ªa y hasta en Washington. Sea lo que sea para que hasta noviembre las cosas no se pongan feas.
Mientras tanto, queda en la manga el as de la situaci¨®n en Montenegro. Si esta rep¨²blica se separa de Serbia, Milosevic podr¨ªa caer. La posibilidad de que el final pol¨ªtico de Slobo sea la panacea a todos los males balc¨¢nicos es otra de esas consignas que no aguantan muchos an¨¢lisis serios, aunque de momento ser¨ªa la huida hacia delante ideal. Pero ?y si no ocurre tal cosa y la situaci¨®n degenera en una nueva guerra, m¨¢s incontrolable que ninguna de las anteriores? ?Y si a Milosevic le sucede alguien mucho peor? Nadie parece saberlo, y sobre la progresiva pulverizaci¨®n de los estados balc¨¢nicos no pueden ya decir nada los precedentes de 1878, ni de 1918, ni de 1945. Bosnia tampoco es ya un precedente para Kosovo, sino una v¨ªctima potencial de esta nuevas situaci¨®n de desgobierno. Todo se hace sobre la marcha. Sin noticias del pasado. Ni siquiera el m¨¢s reciente.
Francisco Veiga es profesor de Historia de la Europa Oriental en la UAB y autor de La trampa balc¨¢nica
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