El Ej¨¦rcito ruso sella Chechenia para evitar acciones guerrilleras en plena jornada electoral
Los militares estiman que unos 3.000 combatientes chechenos contin¨²an en activo
El comandante militar de Chechenia, general Iv¨¢n B¨¢bichev, ha ordenado cerrar a cal y canto las fronteras de la peque?a rep¨²blica norcauc¨¢sica y ha prohibido toda circulaci¨®n por sus carreteras, caminos y senderos. La raz¨®n es simple: el miedo. Los rusos temen que los guerrilleros organicen actos de terrorismo y sabotaje en Chechenia para aguarle al Kremlin la fiesta de las elecciones presidenciales que se celebran hoy. Los militares calculan que todav¨ªa quedan unos mil separatistas irreconciliables en la llanura chechena, que durante el d¨ªa se hacen pasar por civiles y por la noche toman las armas.
Ahora, piensa B¨¢bichev, podr¨ªan tomar las armas a la luz del d¨ªa y lanzar un ataque sorpresa, en el que estar¨ªan apoyados por los otros 2.000 guerrilleros que todav¨ªa combaten en las monta?as del sur.A pesar de estos temores, todo est¨¢ preparado para los comicios presidenciales, tanto en Chechenia como en el resto del C¨¢ucaso del Norte, seg¨²n afirman las autoridades. Es posible que as¨ª sea, pero el extranjero que ayer haya visitado Mozkok, ciudad donde se encuentra la principal base militar de la zona, u otras ciudades y pueblos de Osetia del Norte o de Ingushetia, rep¨²blicas vecinas de Chechenia, jam¨¢s se imaginar¨ªa que aqu¨ª hoy se celebran unas elecciones, no ya presidenciales, sino de cualquier tipo. En el largo camino que recorr¨ª desde la osetina Mozkok hasta la ingush Karabulak, pasando por decenas de pueblos, no se encuentra ning¨²n indicio de propaganda electoral: ni un solo cartel de ning¨²n candidato, ni una pintada en las calles, ni una foto, nada, ni siquiera la propaganda distribuida por la Comisi¨®n Electoral Central para que la gente acuda a las urnas.
V¨ªa Muerta-1
Y much¨ªsimos no acudir¨¢n, sobre todo los chechenos refugiados que se hacinan en Karabulak, pueblo donde malviven dos "aldeas de desplazados". La compuesta de tiendas de campa?a se llama Bart (Armon¨ªa en checheno); la otra, compuesta por 76 vagones de tren donde tratan de sobrevivir 5.266 personas, lleva el acertado nombre de V¨ªa Muerta-1. Bart la componen un centenar de tiendas de campa?a, divididas por la mitad con entradas opuestas. En cada mitad vive una gran familia: abuelos, hijos, nietos, a veces de m¨¢s de 40 personas. Y cada tienda alberga una tragedia.
A la entrada de la tienda N26 est¨¢ sentada una mujer de 75 a?os; de tiempo en tiempo eleva las manos y, con el rostro sollozante, implora a Al¨¢. "Quer¨ªa morir en mi casa, yo no quer¨ªa venir aqu¨ª", se lamenta San¨² Da¨²tova, cuya vida es el resumen de la tragedia del pueblo checheno. Cuando era una adolescente tuvo que sufrir la deportaci¨®n a Kazajst¨¢n ordenada por Stalin. Sus padres murieron de hambre en el destierro; tampoco sobrevivieron sus nueve hermanas y su ¨²nico hermano. Hu¨¦rfana, la casaron jovencita. En 1957 la pareja, junto con cientos de miles de chechenos e ingushes, resgres¨® a sus tierras natales. Pero la felicidad que parec¨ªa que por fin hab¨ªan alcanzado fue rota implacablemente por la guerra, primero la de 1994-1996, y ahora, por ¨¦sta. De los siete hijos que tuvo, hoy le queda solo una hija, Aminat. En esta ¨²ltima guerra perdi¨® a tres varones, y su marido muri¨® de un ataque al coraz¨®n. Ahora espera la muerte en la tienda de campa?a donde viven su hija viuda y cinco nietos. No hay trabajo para el nieto mayor, de 20 a?os, ni escuelas para las nietas peque?as. La peque?ita, Sur¨¢, alcanz¨® a ir s¨®lo dos meses a la escuela que en diciembre comenz¨® a funcionar en tres tiendas. Pero fueron llegando m¨¢s y m¨¢s refugiados, y la escuela fue ocupada por familias que no ten¨ªan d¨®nde vivir; ahora los ni?os chechenos de Karabulak se han quedado sin educaci¨®n. "Quer¨ªa morir en mi casa y ni eso puedo", se vuelve a lamentar la viejita. "No morir¨¢s todav¨ªa. Viviremos por lo menos para darle la contraria a Putin. Mira, si ya est¨¢ creciendo una nueva generaci¨®n", dijo su hija Aminat, mostrando a un par de ni?os que estaba junto a la tienda. Esos ni?os que dentro de 10-15 a?os quiz¨¢ empu?en, como su padres, las armas para combatir por su tierra.
De la ventana del vag¨®n que hace de enfermer¨ªa en V¨ªa Muerta-1 cuelga una peque?a hoja de papel escrita a mano: "Se encontraban en la c¨¢rcel de Na¨²rsakaya; ahora se los llevaron al hospital de Piatigorsk", se puede leer en la cabecera. Sigue una lista de 61 personas, con sus nombres y el a?o de nacimiento. El m¨¢s viejo es de 1948; el m¨¢s joven, de 1983. Frente a un nombre, alguien agreg¨®: "Asesinado". A los chechenos no hay necesidad de explicarles qu¨¦ significa esa lista: la c¨¢rcel de Na¨²rskaya es el famoso campo de filtraci¨®n de Chernok¨®zovo, y esas 61 personas han ca¨ªdo en el hospital a consecuencia de las palizas que all¨ª recibieron. Jamzat Abubak¨¢rov, un cincuent¨®n que es el vicejefe del campo de refugiados, da algunos detalles sobre la lista y agrega que su hijo Adam, de 17 a?os, fue detenido en un puesto de control ruso, y ahora piden dinero para liberarlo.
Venta de prisioneros
?sta es una pr¨¢ctica com¨²n que denuncian los chechenos: los rusos toman prisioneros a muchos, a sabiendas de que no son guerrilleros, y despu¨¦s se los venden a sus familiares. Fatim¨¢ Um¨¢rova tuvo que pagar 5.000 rublos por su hermano, Mus¨¢ Saidul¨¢yev, quien fue detenido en la noche del 7 de marzo en Kosom¨®lskoye, el ¨²ltimo poblado arrasado por los rusos despu¨¦s de dos semanas de combates. Otros tuvieron menos suerte: as¨ª, Fatim¨¢ no alcanz¨® a pagar rescate por su sobrino, Sa¨ªd Bis¨¢yev, cuyo cuerpo los soldados tiraron a una caldera despu¨¦s de haberlo torturado en lo que fuera antes un internado y que ahora hace de c¨¢rcel en Ur¨²s Mart¨¢n. "Estaba irreconocible: la cara deshecha, sin ojos, el cr¨¢neo roto, las manos ensangrentadas; posiblemente trat¨® de protegerse con ellas la cabeza. Lo reconocimos por una mancha que ten¨ªa en una pierna", dice Fatim¨¢.
"?A favor de qu¨¦ voy a ir a votar, a favor de que han destruido nuestras casas?", se pregunta Abubak¨¢rov, y explica que en el campo de refugiados no se organizar¨¢ ninguna votaci¨®n hoy, pero los que lo desean pueden ir a votar a la alcald¨ªa. "Dudo que alguien de aqu¨ª vaya", agreg¨® el vicejefe de V¨ªa Muerta-1.
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