Taranc¨®n Papa
Menos mal que la historia s¨®lo se repite como caricatura. Zaplana y su Gobierno han encarnado estos d¨ªas un curioso sainete. Uno de sus consejeros ha provocado que el presidente de la Generalitat haya vuelto a tropezar en la misma piedra. Si en el caso de la traum¨¢tica segregaci¨®n de la Facultad de Medicina de Alicante fue el entonces titular de Industria, Diego Such, quien le meti¨® en un l¨ªo que le supuso la reprobaci¨®n de toda la Universidad espa?ola, en esta ocasi¨®n ha sido el consejero de Educaci¨®n, Manuel Taranc¨®n, quien con la ayuda de una gr¨²a y de unas motosierras ha convertido la pol¨ªtica cultural de su Gobierno en gran noticia de la secci¨®n de espect¨¢culos.En ambos casos el problema ha sido el mismo, la forma de entender la democracia, la falta de respeto del Gobierno valenciano a la autonom¨ªa de las universidades y de las instituciones culturales. Al t¨¦rmino de la pasada legislatura, Zaplana reconoc¨ªa, en una entrevista publicada por Mar¨ªa Antonia Iglesias en EL PAIS Domingo, que si de algo se arrepent¨ªa en su actuaci¨®n como presidente de la Generalitat era del enfrentamiento con la Universidad de Alicante. El hecho es que Such no ha repetido en esta legislatura como consejero, pero nada parece indicar que el presidente vaya a deshacerse ahora de quien le ha metido en este barullo dej¨¢ndole a los pies de los caballos de la Moncloa, por lo que Taranc¨®n a¨²n dispone de tres a?os para ponerle en nuevos aprietos.
Taranc¨®n publicaba el pasado domingo un art¨ªculo que s¨®lo cabe calificar de delirante. Por un lado, creaba el espejismo de que la paternidad de la Ciudad de las Ciencias o incluso del IVAM, era obra de su Gobierno. Y para completar el desvar¨ªo, llegaba a establecer un parang¨®n literal entre el Consell, los faraones y sus pir¨¢mides y el mecenazgo de los papas del renacimiento. Una cosa es que este consejero se autoproclame democristiano y otra que confunda la democracia con la teocracia. Se trata de eso, la ¨¦poca en que los faraones, due?os de hombres y bienes, encarnaban a la divinidad queda muy lejana. Casi tanto como aquella en que los papas censuraban la ciencia, o los reyes y pr¨ªncipes ten¨ªan a los m¨²sicos como criados.
La actuaci¨®n de Sanle¨®n se puede entender, aunque no se comparta. Es humano que se dejara llevar por su vanidad de artista para intentar perpetuar una obra ante la fachada del IVAM. Tambi¨¦n puede entenderse que un artista ofuscado confunda propiedad intelectual, propiedad moral y propiedad jur¨ªdica, para acabar destruyendo su obra. Lo que resulta incomprensible es que el m¨¢ximo responsable del patrimonio art¨ªstico valenciano permita que una escultura p¨²blica, por la que la Hacienda auton¨®mica pag¨® sus dineros, sea destruida. Si el Gobierno valenciano pod¨ªa trasladar la obra, tanto m¨¢s ten¨ªa obligaci¨®n de preservarla. La alcaldesa y las universidades estaban dispuestas a darle otra ubicaci¨®n y ayudar a superar el conflicto. Taranc¨®n en un intento mal calculado de dejar a Bonet como verdugo opt¨® por no hacer nada. Taranc¨®n hab¨ªa dicho que la explanada del IVAM era competencia suya y all¨ª se perpetr¨® la destrucci¨®n.
Algo hemos avanzado. Antes si uno se cre¨ªa Napole¨®n lo met¨ªan en el manicomio. Ahora uno puede creer que es un Fara¨®n o un Papa de Roma y seguir tan campante en el Gobierno valenciano.
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