Sant Dimoni
No hay que armar un esc¨¤ndol de cent mil dimonis. El diablo era tan corriente, habitual y cercano que ven¨ªa a ser como de la familia. No es, pues, extra?o, que se le reservasen diferentes fiestas en la rueda del tiempo y hoy, ¨²ltimo viernes de marzo -mes sat¨¢nico- y de cruda abstinencia, era, seg¨²n nuestro pueblo, su onom¨¢stica. Desconocemos el nombre exacto de su santo, pues fue bautizado antes de la creaci¨®n de la humanidad; la literatura ap¨®crifa hebraica lo supon¨ªa el ¨¢ngel m¨¢s luminoso -Lucifer-, ca¨ªdo por su soberbia; en el Nuevo Testamento aparecen legiones de diablos, dirigidos por un tal Satan¨¢s, altrament dit Beelzebub, contra bandadas de ¨¢ngeles, un combate, que, seg¨²n el Apocalipsis, durar¨¢ hasta la venida definitiva del reino de Dios; precedido por el imperio del Anticristo, que ¨¦s de la pell del diable, seductor, que aparta de la fe o impide abrazarla -quan el diable vol, els sants no poden-; ha de ser aniquilado por Cristo, como su nombre indica, segundos antes de la parusia. Si es as¨ª lo tenemos todo perdido; esto se acaba; seg¨²n el cardenal Biffi -A la vellesa el Diable es f¨¦u frare- de Bolonia -?tan sabios que eran los bolo?eses con su brillante Universidad!- ya vive entre ellos y, adem¨¢s, es vegetariano -ja ens ha fotut!-; la carne que era demon¨ªaca -Els ossos per a D¨¦u, la carn per al diable- y, de ah¨ª, la privaci¨®n cuaresmal, ya que la ingesti¨®n de una simple botifarra supon¨ªa quedar endemoniado... ahora quien se abstenga ser¨¢ sospechoso de albergar en sus entra?as la semilla del diablo. Para mayor inri, la su eminencia de Biffi, que sap on el diable jeu, a?ade que es una mala bestia de siete cabezas, pero disfrazado de fil¨¢ntropo, ecologista, defensor de los animales y del di¨¢logo ecum¨¦nico y, encima, alto, guapo y con dinero: Qui no creu en D¨¦u, creu en el diable.
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