250 objetos exquisitos narran los viejos mitos de origen de la ciudad
Un conjunto de 250 objetos exquisitos, todos ellos obras originales antiguas de las civilizaciones mesopot¨¢mica, griega y romana (m¨¢s alguna pieza egipcia), forma la exposici¨®n La fundaci¨®n de la ciudad, que ayer se inaugur¨® en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB). Las obras, desde min¨²sculos delfines a grandes cr¨¢teras, pasando por figuras de bronce de viejos reyes babil¨®nicos, gemas y monedas sirven para narrar los mitos de origen de la ciudad.
Los organizadores han querido envolver al p¨²blico en una atm¨®sfera que lo hiciera proclive a escuchar los viejos mitos, c¨®mo los h¨¦roes, de nacimiento milagroso, realizan un viaje inici¨¢tico hasta llegar al punto donde, tras vencer al monstruo, fundan su ciudad -acto que se evoca luego en los ritos reales de fundaci¨®n-. As¨ª, el visitante deambula entre un laberinto de grandes muros cicl¨®peos -Micenas o Teotihuacan-, en el vientre de cuyos grises sillares se abren vitrinas que contienen las piezas, procedentes de medio centenar de museos y seleccionadas todas por su alto valor est¨¦tico. La exposici¨®n -abierta hasta julio- est¨¢ plena de sorpresas y de belleza. En la parte dedicada a los mitos de fundaci¨®n en Mesopotamia, la primera, puede admirarse una larga serie de clavos de fundaci¨®n, piezas esculpidas que se clavaban bajo las construcciones para propiciarlas. Uno representa al rey Gudea, y el bronce de que est¨¢ hecho ha devenido de un color anaranjado, como la tierra del desierto bajo el sol poniente. Otro, con la forma de un dios arrodillado, es completamente verde. Cerca brillan min¨²sculos el oro y la plata de dos tabilllas que conmemoran en signos cuneiformes la fundaci¨®n del palacio de Asurnasirpal en Apqu. M¨¢s all¨¢, un peque?o le¨®n de cobre del dep¨®sito de fundaci¨®n de un templo del oscuro dios Nergal muestra las zarpas alerta. La imponente estatuilla -y valga la contradicci¨®n- del rey Ur-Nammu es una pieza sensacional: el rey lleva en la cabeza un capazo con barro para hacer ladrillos, en alusi¨®n a la importancia de su funci¨®n de constructor. Todo lo que se expone es capaz de provocar en el visitante un emocionante tr¨¢nsito hacia el reino de la antig¨¹edad y lo fabuloso, del rito y del mito, siempre con el tema de la ciudad y su fundaci¨®n y del matrimonio entre lo divino y lo terrenal. En un simple ladrillo hay nada menos que la siguiente inscripci¨®n: "Nabucodonosor, rey de Babilonia, hijo de Nabopolasar, soy yo". Y a?ade, convertido el divino monarca, manos a la obra, en ¨¦mulo de Mister Propper: "Hice resplandecer el suelo con baldosas luminosas".
Las herramientas procedentes del dep¨®sito fundacional del templo de Deir El-Bahari constituyen una peque?a referencia al mundo egipcio. La parte griega se abre con ilustraciones del mito de T¨¦lefo, amamantado por una cierva, y se cierra con el de la huida de Eneas de Troya -hay una estatuilla muy bella en la que el h¨¦roe carga a su padre, Anquises, y ¨¦ste le abraza con amor-. En medio, otros h¨¦roes fundadores: Cadmo, Teseo. Destacan una escogida serie de restos de vasijas con dibujos de naves, y otra de representaciones de delfines. Una cabeza de Apolo, en m¨¢rmol, es otra de las grandes piezas de la exposici¨®n. Se pasa casi sin soluci¨®n de continuidad al mundo romano: diferentes im¨¢genes de la loba amamantando a R¨®mulo y Remo, del rapto de las sabinas y de la pr¨¢ctica de la adivinaci¨®n.
El comisario Pedro Azara, record¨® c¨®mo despu¨¦s de la quema de Atenas por los persas, Cim¨®n envi¨® a buscar a Skyros los restos del m¨ªtico fundador de la ciudad, Teseo, para refundarla. El ejemplo le sirvi¨® para demostrar la vigencia en la antig¨¹edad de las leyendas de los or¨ªgenes de la ciudad. Se?al¨® c¨®mo esos mitos llegan hasta nosotros en versi¨®n profana cuando se entierran objetos del d¨ªa y otros elementos en los cimientos de los edificios y cuando se celebra con pompa el inicio de una obra p¨²blica.
En la exposici¨®n, dijo Azara, "unas piezas ilustran los cuentos de la fundaci¨®n y otras son los propios objetos rituales que se usaban para permitir que la tierra aceptara que los hombres se instalaran sobre ella".
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