Menores
No estoy segura de que los medios no hayan ( hayamos) cruzado de nuevo el Mississippi. El rostro adolescente del presunto parricida ha conmocionado a los espectadores. Tambi¨¦n las primeras p¨¢ginas de muchos peri¨®dicos congelaron para las hemerotecas aquel primer gesto suyo parsimonioso, casi c¨¢ndido, mientras le conduc¨ªan a comisar¨ªa. Incluso se ha puesto en el tabl¨®n de anuncios, perfectamente reconocible, la cara de su acompa?ante de fuga, otro menor, y contra el que no se ha encontrado el menor indicio.El fiscal de Madrid, tras ver algunos informativos de las televisiones, se ha echado las manos a la cabeza por lo que considera una clara transgresi¨®n de la ley. Seg¨²n su tesis, se ha violado el derecho a la propia imagen y a la intimidad, que amparan normativas varias y c¨®digos deontol¨®gicos. El joven detenido carece de representantes legales, por lo que es el ministerio p¨²blico quien ha de asumir su defensa y reclamar las responsabilidades a que hubiera lugar.
No hace mucho, Lola Ba?¨®n escribi¨® en este mismo peri¨®dico un muy atinado art¨ªculo titulado El pasamonta?as. En ¨¦l lamentaba que las c¨¢maras hubieran ofrecido el "pasaporte del anonimato" a un vecino de El Ejido mientras amenazaba a los moros con "ir a por ellos", con el rostro siempre cubierto. Aunque la autora daba por supuesto que es fundamental difuminar las fisonom¨ªas de los menores y de los miembros de las fuerzas de seguridad, o de aquellos que vean amenazada su integridad.
Los criterios que se manejan en las redacciones, no obstante, no son homog¨¦neos, y hay un amplio margen de discrecionalidad dentro del cual el profesional decide el tratamiento que merece cada imagen. Aunque conviene saber que el enmascaramiento de una identidad requiere una manipulaci¨®n t¨¦cnica que ocupa apenas unos instantes, y que muy raras veces llega a dificultar la agilidad del proceso informativo.
Sospecho que en el caso del chico murciano han podido pesar tres factores: uno ser¨ªa la confusi¨®n entre edad penal (a¨²n en los 16, aunque por poco tiempo) y legal (18). Otro, que se considerara imprescindible publicar ese primer plano para explicar una conducta basada en el mimetismo, incluso en el aspecto f¨ªsico, con un personaje de videojuego. Por fin, el precedente de manga ancha que pareci¨® sentarse en un episodio reciente. Entonces result¨® que quienes vivimos de dar noticias, los periodistas, tuvimos que aparecer como m¨¢s papistas que el Papa en el caso de los ni?os que simulaban esnifar cola en un reportaje de Canal 9. (Comit¨¦ de redacci¨®n y asociaci¨®n profesional formularon duras cr¨ªticas que luego la Fiscal¨ªa consider¨® infundadas).
Por el contrario, y con motivo de un informe sobre ni?os oncol¨®gicos, averiguamos que el procedimiento correcto, seg¨²n la estricta letra de la ley, era una solicitud escrita a Fiscal¨ªa en la que constaran los permisos del hospital, los padres y el ni?o. Un sistema engorroso que no se sigue jam¨¢s, sin que ello suponga imprudencia ni mala fe.
En este nuevo drama, digno de Truman Capote, el presunto ya ha sido condenado en la plaza p¨²blica. Y el inocente, convertido en secundario de una historia que no le va a ayudar precisamente a salir de la chabola.
Est¨¢ bien aspirar a contarlo todo, y a ense?arlo ya. Pero deber¨ªamos ser conscientes de cu¨¢n grande es, incluso con la mejor de las intenciones, nuestra capacidad para hacer da?o.
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