Inmigrantes
Muchos de los que vemos con esperanza y optimismo el fen¨®meno de la multiculturalidad todav¨ªa vivimos bajo el impacto de los acontecimientos de El Ejido. Es inevitable decir que en el futuro esta situaci¨®n se repetir¨¢, y muy probablemente en sociedades de acogida como la valenciana. Aunque el futuro pasa por la multiculturalidad, los problemas sociales que se derivan de este fen¨®meno son de gran calado. Una sociedad que reflexione sobre el tema y conozca la experiencia de otros pa¨ªses estar¨¢ mejor preparada para anticiparse al futuro y evitar problemas sociales que afecten a la convivencia. Aunque la situaci¨®n valenciana no es similar a la estadounidense, la experiencia americana s¨ª puede ilustrar algunos de los problemas a los que nos enfrentaremos los valencianos.EE UU, como la Comunidad Valenciana, es un pa¨ªs de inmigraci¨®n. En los primeros 90 a?os del siglo XX se han instalado en EE UU 38 millones de inmigrantes. Buena parte de ellos llegan en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. La ley de inmigraci¨®n de 1965 facilit¨® que los inmigrantes trasladaran a EE UU a sus familias. Este cambio legal transform¨® la naturaleza de la inmigraci¨®n. Si hasta esa fecha hab¨ªa procedido principalmente de Europa (Irlanda, Italia), a partir de los setenta la inmigraci¨®n ser¨¢ fundamentalmente asi¨¢tica (Vietnam, Corea, Filipinas, India) y latinoamericana (M¨¦jico, El Salvador). Desde entonces, los EE UU absorben cerca de un mill¨®n de personas por a?o, lo que multiplica la pluralidad de lenguas, etnias y culturas. Hoy d¨ªa, un 10% de estadounidenses ha nacido fuera del pa¨ªs.
El inmigrante sol¨ªa asimilarse en un modelo cultural articulado alrededor de la lengua inglesa y de valores sociales t¨ªpicamente puritanos. Este modelo estaba sustentado por la mayor¨ªa blanca de descendientes europeos con posiciones dominantes en la sociedad. El t¨¦rmino wasp se refiere a esta minor¨ªa. Sin embargo, hoy en d¨ªa la asimilaci¨®n es m¨¢s complicada porque la mayor¨ªa blanca va siendo menos mayor¨ªa. Aunque un 74% de la poblaci¨®n es blanca, en ciudades como Los ?ngeles, Nueva York, Chicago, San Francisco, Miami, Washington DC., donde vive un 25% de los americanos, la proporci¨®n de inmigrantes no europeos es del 60%. Hay estados como los de Hawai y Nuevo M¨¦jico donde la poblaci¨®n blanca ya no es mayor¨ªa y otros como California, Nevada, Tejas, Maryland, y Nueva Jersey donde pronto dejar¨¢ de serlo. La hasta ahora mayor¨ªa blanca va siendo tambi¨¦n menos dominante en t¨¦rminos culturales. Ahora se celebra la diversidad y se considera bueno fomentar la identidad cultural propia, las ra¨ªces. Crece continuamente tanto el n¨²mero como la intensidad de las acciones de los grupos de defensa de culturas minoritarias.
La diversidad cultural aumenta gracias a la inmigraci¨®n y uno esperar¨ªa que este fen¨®meno diera lugar a una mayor mezcla. No ocurre as¨ª. En los EE UU s¨®lo un 4% de los matrimonios son mixtos y, lo que es a¨²n m¨¢s grave, seg¨²n una encuesta reciente del Washington Post, un 25% de estadounidenses dice que el matrimonio entre blancos y negros es inaceptable aunque este porcentaje disminuye sensiblemente cuando se trata de casarse con latinos y otros grupos.
La inmigraci¨®n en los EE UU deriva en lo que los soci¨®logos denominan "balcanizaci¨®n demogr¨¢fica". Este fen¨®meno se?ala la existencia de una segregaci¨®n ¨¦tnica y homogeneizaci¨®n racial por zonas de residencia. Existen barrios enteros en los que predomina un grupo ¨¦tnico. Por ejemplo, en Los ?ngeles, que algunos pueden considerar el ejemplo del melting pot, los datos del censo muestran que los latinos tienden a vivir en zonas donde este grupo ya es mayoritario. Como el agua y el aceite, los grupos ¨¦tnicos no suelen mezclarse. La tasa de segregaci¨®n residencial es mayor ahora que hace 20 a?os y algunos dem¨®grafos apuntan que por cada latino que emigra a Los ?ngeles un blanco se marcha. Esta segregaci¨®n tiene su reflejo en los programas televisivos (hay comedias para blancos, latinos, coreanos) y en las agrupaciones de universitarios, que se suelen nuclear entorno al factor ¨¦tnico.
La balcanizaci¨®n demogr¨¢fica tiene su paralelo en el mercado de trabajo. Los soci¨®logos y economistas han descubierto la existencia de nichos profesionales copados por grupos ¨¦tnicos concretos. Los inmigrantes mejicanos tienden a ser empleados como agricultores, cocineros, personal de hoteles y cafeter¨ªas, y trabajadores del mueble. Los coreanos tienden a iniciar peque?os negocios mientras que los filipinos y los hind¨²es suelen trabajar como enfermeros y m¨¦dicos. La existencia de estos nichos fortalece la segmentaci¨®n e impide el intercambio cultural. El problema se agrava cuando los inmigrantes nuevos compiten con los nativos m¨¢s desfavorecidos por los puestos de trabajo menos apetecibles. De esta competici¨®n se derivan conflictos entre, por ejemplo, afroamericanos nativos e inmigrantes latinos.
La segregaci¨®n espacial y laboral se complementa con la educacional. Un 33% de los inmigrantes que llegan a los EE UU no tienen ni estudios ni formaci¨®n profesional frente al 12% que tienen t¨ªtulo universitario. La mayor parte de ellos son j¨®venes, muy activos en t¨¦rminos reproductivos, y dispuestos a trabajar de lo que sea. Las carencias educativas y profesionales lleva a muchos de ellos a la pobreza. Un trabajo del Centro de Estudios para la Inmigraci¨®n hecho p¨²blico en septiembre indica que en los ¨²ltimos 20 a?os el n¨²mero de hogares de inmigrantes que viven por debajo del umbral de la pobreza se ha triplicado (7,7 millones) y el porcentaje de inmigrantes pobres ha pasado del 15% al 22%. Muchos de los inmigrantes son impermeables a la buena marcha de la econom¨ªa estadounidense que, seg¨²n los ¨²ltimos datos publicados en enero por The New York Times, no ha experimentado recesi¨®n en los ¨²ltimos 107 meses. Los expertos indican que si los hijos de los inmigrantes crecen en la pobreza, aumentan las probabilidades de que participen en actividades delictivas, que aumente la tasa de embarazos entre adolescentes, y que su rendimiento escolar (si van a la escuela) sea ¨ªnfimo.
Frente a estas situaciones el problema ling¨¹¨ªstico puede parecer menor, pero no lo es. La postura del English Only, que es la que dominaba en el modelo de asimilaci¨®n hasta los a?os setenta, se hace insostenible en ciudades como Miami donde el 67% de los habitantes declara no hablar normalmente ingl¨¦s o como Nueva York, donde el 40% de la poblaci¨®n habla en sus casas una lengua distinta a la inglesa. Los maestros encuentran cada vez m¨¢s dif¨ªcil ense?ar ingl¨¦s a los hijos de unos inmigrantes que hablan otras lenguas en sus casas. Y relacionado con la lengua est¨¢ el problema de la identidad. Los inmigrantes nuevos y sus hijos, seg¨²n un estudio del soci¨®logo Alejandro Portes, se identifican cada vez menos como americanos (o estadounidenses) y cada vez m¨¢s como cubano-americanos, coreano-americanos, chino-americanos.
La inmigraci¨®n aporta vitalidad a una sociedad, pero existe el riesgo serio de segmentaci¨®n social. La multiculturalidad es deseable porque permite el enriquecimiento de una sociedad, pero a esta situaci¨®n no se llega sin valent¨ªa y sin los sacrificios que implica la tolerancia, el respeto por el otro diferente, y la incorporaci¨®n de otras culturas a la propia. S¨®lo el mestizaje cultural, y no la segregaci¨®n, puede hacernos sobrevivir civilizadamente y evitar que se repitan situaciones como la de El Ejido.
Xavier Coller pertenece al departamento de Sociolog¨ªa de la Yale University y Universidad de Alicante.
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