"En los noventa se prefiri¨® la belleza a la grandeza de la voz"
Corren buenos tiempos para el bel canto. Aquella ¨¦poca dorada de la ¨®pera en la que todo estaba consagrado a la belleza de la voz y en la que se enmarca a compositores claves como Rossini, Bellini, Donizetti o el mismo Mozart revive ahora otra era dorada. Lo afirma Richard Bonynge, m¨²sico nacido en Sidney (Australia) hace 70 a?os, recuperador de piezas humilladas por el tiempo y responsable de direcci¨®n desde el foso del montaje de La son¨¢mbula, de Vinzenzo Bellini, que se estrena el pr¨®ximo d¨ªa 14 en el Teatro Real. "En los a?os noventa hemos recuperado el gusto por el bel canto, con todo lo que tiene que ver con la belleza de la voz y no con su grandeza", afirma.Lo cuenta Bonynge con las manos posadas sobre las rodillas y con una timidez con la que parece pedir perd¨®n por sus afirmaciones contundentes. "En los a?os cincuenta y sesenta Wagner y Verdi eran los reyes de los escenarios, se admiraba la grandeza de las voces de los cantantes; ahora, en los ¨²ltimos tiempos, hemos vuelto a recuperar el gusto por la belleza de las voces y, por tanto, por el repertorio del bel canto". A Bonynge se le puede considerar tranquilamente un gran experto en este periodo oper¨ªstico que va desde mitad del siglo XVIII a la mitad del XIX, fija ¨¦l, pero el director prefiere matizar.
Experimentado
"Experto no, experimentado", dice. Pero, si aparte de contar que ha dirigido cientos de representaciones de autores belcantistas, 40 -que ser¨¢n 50 cuando cumpla La son¨¢mbula su compromiso de 10 representaciones entre el 14 y 30 de abril en el escenario madrile?o- por poner un ejemplo. Si aparte de eso le colgamos la medalla de haber recuperado del olvido piezas como Semiramide o Sigismondo, de Rossini; La hija del regimiento, Maria Stuarda y Ana Bolena, de Donizetti, o Th¨¦r¨¨se, de Massenet, no cabe duda de que hablamos de toda una autoridad en el campo del belcantismo.
"Para m¨ª es muy dif¨ªcil describir el belcantismo. Es algo que se siente. T¨¦cnicamente es el canto bello, saber cantar, y componer m¨²sica con el lucimiento de las voces como fin primordial, pero para m¨ª es algo que tiene que ver m¨¢s con la magia y la diversi¨®n, porque estos compositores sab¨ªan hacer de la ¨®pera un espect¨¢culo divertido", comenta.
Y a este espect¨¢culo ha consagrado Bonynge su carrera de casi cincuenta a?os, con medio centenar tambi¨¦n de grabaciones. Y su vida tambi¨¦n, casado hace ahora 46 a?os con Joan Sutherland, una de las mayores divas oper¨ªsticas de la segunda mitad del siglo XX, retirada en el a?o 1990 de los escenarios.
"Cant¨® durante 40 a?os y dijo que ya val¨ªa, que era suficiente y que quer¨ªa hacer otras cosas, como ense?ar, por ejemplo; disfruta mucho haci¨¦ndolo", asegura su marido, fiel y admirador sincero, hombre discreto, vestido de negro con una cazadora de entrenador de boxeadores en la que se lee Universal Studios.
"La son¨¢mbula", dice Bonynge sobre esta pieza, considerada por muchos como la m¨¢s perfecta de las 11 que escribi¨® Bellini en sus 34 a?os de vida, "es mi ¨®pera favorita de este compositor". Y da sus razones: "Es cristalina, pura, llena de coraz¨®n y muy buena para los cantantes j¨®venes, porque no tienen que forzar la voz, lo que para ellos es como tomar una medicina", explica el director.
J¨®venes son los principales int¨¦rpretes de esta pieza buc¨®lica, que describe el idilio campestre de la son¨¢mbula Amina, espiritual y encarnadora del sue?o de la huida rom¨¢ntica y el amor, que interpretar¨¢n en el Teatro Real la francesa Annick Massis y la espa?ola Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno, junto a Ra¨²l Gim¨¦nez, argentino debutante en Madrid, y el catal¨¢n Jos¨¦ Bros.
Son cantantes con futuro, a los que Bonynge, conocedor de este mundo al dedillo, descubridor y protector de nombres como Luciano Pavarotti, al que se llev¨® de gira a Australia en 1963 cuando nadie daba un duro por ¨¦l para cantar ocho ¨®peras diferentes en 13 semanas, pronostica buenas carreras si no caen en la tentaci¨®n de cantarlo todo. "Se puede cantar todo, pero siempre se har¨¢ mal. Es mejor escoger un repertorio, decidirse por cosas en las que uno puede destacar".
Un caballero en escena
Pone ejemplos. "Alfredo Kraus, por supuesto", alguien con quien este director, admirador de las voces sutiles y sabias, colabor¨® mucho. "Seg¨²n mi mujer, Kraus era todo un caballero en escena, y para m¨ª, sobre todo, fue un hombre muy listo que supo administrar muy bien su maestr¨ªa. Conmigo cant¨® mejor Lucia di Lammermoor con 67 a?os que con 40. Hicimos muchas cosas juntos", recuerda.
Tambi¨¦n insiste Bonynge en la importancia de la t¨¦cnica para abordar las carreras. "Echo de menos la buena t¨¦cnica ¨²ltimamente", se queja. "La voz es un don divino, pero el decir claramente y con musicalidad al tiempo, eso lo da la t¨¦cnica", insiste. Si adem¨¢s le pueden a?adir algo de la capacidad de seducci¨®n que debi¨® poner Giuditta Pasta, la soprano que estren¨® La sonn¨¢mbula en Mil¨¢n en 1831, aparte de otras piezas de Bellini como Norma y Beatrice di Tenda, dice Bonynge que, entonces, "mejor que mejor". Por pedir, que no quede, que, al precio que andan los teatros, m¨¢s vale que sobre que no que falte.
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