Primera sorpresa agradable

La primera sorpresa agradable en la temporada dizque de oportunidades la dio el domingo el novel espada Carlos Ortega al torear con serenidad y buen gusto.Salud¨® con acopladas ver¨®nicas al que abri¨® plaza y con la pa?osa clav¨® los pies en la arena. Sin moverse sorte¨® las r¨¢fagas de viento, los derrotes del adversario, y sin mayores pre¨¢mbulos lo traste¨® por el izquierdo. Al situarse a la distancia id¨®nea, le oblig¨® a seguir el enga?o y le dio una cuarta tanda de emotivos naturales. Por el derecho batall¨® y termin¨® pudi¨¦ndole al mir¨®n oponente.

Pensando se enfrent¨® al revoltoso quinto, que desaroll¨® mucho sentido. Fue el ¨²nico toro que se creci¨® al castigo, y el joven varilarguero Luis Miguel Gonz¨¢lez fue aplaudido por el excelente puyazo que dio. Ortega lidi¨® acertadamente y trat¨® de dar pases por abajo, pero el toro hac¨ªa medio recorrido y buscaba al torero.

Enrique Garza es un buen capotero y espectacular banderillero, pero no cuaja su labor muleteril. Al noble segundo lo recibi¨® de hinojos con una larga cambiada. Con facilidad le coloc¨® dos pares de palitroques, pero su trasteo fue irregular. Como la suave res dobl¨® ocho veces las manos, el espada se desanim¨®, aunque al final aprovech¨® su buen son y lo templ¨® por el derecho.

Con el abanto y distra¨ªdo cuarto, el de Cadereyta se luci¨® al poner dos pares al quiebro. Al principio de su labor con la sarga desaprovech¨® el claro lado izquierdo, pero despu¨¦s rectific¨® y lig¨® una serie de cristalinos naturales, pero ya era tarde para que el p¨²blico se le entregara.

Por falta de quietud, el quehacer de Domingo Triana al que hizo tercero fue embarullado. Zapatille¨® al recibirlo, aunque en algunos lances se ajust¨®. Como no pudo embarcar al codicioso corn¨²peta, que dobl¨® seis veces las manos, su muleteo por el derecho fue r¨¢pido y destemplado, y por el izquierdo le tropezaba continuamente el enga?o. En cambio, al pegajoso sexto el diestro sevillano s¨ª logr¨® fijarlo en la fl¨¢mula. Con empe?osa labor le enjaret¨® veloces redondos, y, por perderle la cara al enemigo, fue zarandeado aparatosamente sin mayores consecuencias. La decisi¨®n de la que careci¨® en el tercero le aflor¨® frente a este animal, que fue de menos a m¨¢s.