PAUL CHURCHLAND Cient¨ªfico del conocimiento "Dos cerebros s¨®lo se parecen desde lejos, al igual que dos ¨¢rboles"

Paul Churchland es uno de los pioneros de lo que se ha dado en llamar "ciencias del conocimiento": un mosaico sin¨¦rgico de filosof¨ªa, psicolog¨ªa, neurobiolog¨ªa e inteligencia artificial puesto al servicio de uno de los objetivos m¨¢s ambiciosos de la historia del conocimiento: comprender c¨®mo funciona el cerebro humano. Los descubrimientos experimentales y los avances te¨®ricos en ese campo est¨¢n tan imbricados que hacen necesaria esta nueva figura del generalista con una formaci¨®n interdisciplinaria. As¨ª lo han entendido algunas de las instituciones cient¨ªficas m¨¢s prestigiosas del mundo, encabezadas por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y tres campus de la Universidad de California: Berkeley, Irvine y San Diego.Churchland, nacido en Vancouver (Canad¨¢) hace 57 a?os, fue miembro del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton hasta 1983 y es actualmente profesor de Filosof¨ªa de la Mente en la Universidad de California en San Diego. El mes pasado visit¨® Madrid invitado por la Fundaci¨®n BSCH. "En veinte a?os", dice, "nuestra comprensi¨®n sobre el cerebro habr¨¢ causado una profunda reorganizaci¨®n de todas las disciplinas cl¨¢sicas relacionadas con la mente, y ya ahora las universidades deben hacerse m¨¢s interdisciplinarias para abordar ese problema fundamental".
Pregunta. [El ling¨¹ista del MIT] Noam Chomsky propuso que el lenguaje humano es el producto de un ¨®rgano mental especializado. ?Es el cerebro un conjunto de ¨®rganos de ese tipo, uno para hablar, otro para ver, otro para razonar, etc¨¦tera?
Respuesta. Cuando Chomsky dio a conocer sus investigaciones yo era un estudiante de doctorado y qued¨¦ impresionado, como todo el mundo. Era enormemente convincente. Pero ahora su teor¨ªa es implausible, por argumentos biol¨®gicos. El cerebro tiene 10 billones de sinapsis. El genoma humano s¨®lo tiene 100.000 genes. No hay informaci¨®n gen¨¦tica suficiente para codificar con precisi¨®n todas esas sinapsis y hacer ¨®rganos mentales muy espec¨ªficos.
P. ?C¨®mo hacen los genes, entonces?
R. No hay dos cerebros iguales. El cerebro de una persona s¨®lo se parece al de otra como un ¨¢rbol se parece a otro: parecen iguales si se les mira de lejos, pero los detalles de su estructura, de d¨®nde sale cada rama y cada hoja, son completamente distintos. Sin embargo, los dos hacen m¨¢s o menos lo mismo: sus estructuras conceptuales son m¨¢s o menos iguales. Si el cerebro tiene que aprender y generar conceptos, tiene que aprenderlos del ambiente, no puede leerlos en el genoma. No hay informaci¨®n gen¨¦tica suficiente para generar estructuras cerebrales innatas demasiado espec¨ªficas. La escasez de informaci¨®n gen¨¦tica es un argumento muy general contra el innatismo a la Chomsky. Adem¨¢s, si miramos dentro del cerebro y tratamos de encontrar el supuesto ¨®rgano del lenguaje, no est¨¢ en ning¨²n lado. La capacidad del habla est¨¢ repartida por todo el cerebro.
P. ?Y qu¨¦ hay de las famosas ¨¢reas del lenguaje que se estudian en los libros de texto?
R. ?sas son las zonas que m¨¢s obviamente tienen que ver con el lenguaje y, por tanto, aqu¨¦llas en las que los da?os provocan los efectos m¨¢s obvios sobre el habla. Pero, en realidad, si el hemisferio derecho en general se ve da?ado, la capacidad ling¨¹¨ªstica de la persona se ve afectada: ya no puede apreciar las bromas, ni distinguir una tomadura de pelo o un juego de palabras.
P. ?Qu¨¦ propiedades del cerebro son innatas?
R. El genoma especifica la estructura general del cerebro, pero los detalles deben m¨¢s a los factores de desarrollo, al mundo en el que uno crece, a la experiencia que uno adquiere. Por eso es importante que el ni?o -y tambi¨¦n el adulto- disponga de un entorno rico, variado y estimulante, porque nuestro cerebro est¨¢ continuamente chupando informaci¨®n del ambiente y construyendo modelos del mundo dentro de la cabeza.
P. [El neurocient¨ªfico del MIT] Steven Pinker les critica a ustedes porque no tienen en cuenta que el cerebro evolucion¨® por selecci¨®n natural.
R. Es justo criticar a la inteligencia artificial tradicional por prestar poca atenci¨®n a la evoluci¨®n darwiniana y, de hecho, a la biolog¨ªa en general. Pero Pinker es un chomskiano. No creo que el cerebro humano sea diferente del de los los animales en ning¨²n sentido fundamental. Es una cuesti¨®n de grado.
P. ?C¨®mo encajan en su teor¨ªa las diferencias intelectuales innatas entre distintos individuos?
R. Estamos limitados por nuestra neurobiolog¨ªa, pero tambi¨¦n lo estamos por el hecho de que crecemos en el mismo mundo, y nuestro modelo interior del mundo tiene que ser el mismo en gran medida.
P. ?Es cierto que sobre gustos no hay nada escrito?
R. Hay ciertas cosas que todos los cerebros tienden a apreciar: estructura, orden, simetr¨ªa. Esto implica una especie de est¨¦tica universal, y es la raz¨®n de que los humanos prefiramos unas teor¨ªas sobre otras, unas formas de pensar sobre el mundo antes que otras.
P. ?Por qu¨¦ en el mundo occidental la m¨²sica evolucion¨® lentamente hacia el atonalismo?
R. Creo que se debe a la b¨²squeda de la novedad. Sospecho que Sh?nberg y Shostakovich eran unos farsantes.
P. ?Qu¨¦ es el sentido com¨²n?
R. Es la comprensi¨®n te¨®rica, sustentada en nuestras conexiones sin¨¢pticas, que nos permite navegar por el d¨ªa a d¨ªa, por el mundo de los ni?os, de los padres, de los amantes, de los empleados de seguros, del cuchillo, el tenedor y la cuchara.
P. ?Hay un fundamento neuronal de la ¨¦tica?
R. La capacidad moral que adquirimos es tan real como nuestro conocimiento sobre el mundo objetivo. La moral es una habilidad para percibir cu¨¢ndo la gente est¨¢ triste o es infeliz o se siente preocupada, tambi¨¦n una habilidad social para regatear y alcanzar acuerdos, para mantenerlos o modificarlos cuando no funcionan.
P. ?Disponemos ahora de una definici¨®n de inteligencia mejor de la que ten¨ªamos hace un siglo?
R. S¨ª. Sabemos ahora que la inteligencia no es unas escala unidimensional, como un term¨®metro. Sabemos que es un vector con muchas dimensiones. Hay una inteligencia moral, otra social, otra geom¨¦trica, otra musical, otra ling¨¹¨ªstica.
P. ?Y cada una est¨¢ en un lugar distinto?
R. Est¨¢n integradas. Por ejemplo, la gente con talento para la m¨²sica suele tenerlo tambi¨¦n para las matem¨¢ticas. No existe nada parecido a un ¨®rgano mental para la m¨²sica.
La misi¨®n de especular
Como cient¨ªfico del conocimiento, Paul Churchland pertenece a la escuela de la costa oeste: los investigadores m¨¢s relacionados con el campo de la inteligencia artificial, y los que han apostado m¨¢s a fondo por los programas inform¨¢ticos llamados redes neuronales como modelo del cerebro. Pese a ello, Churchland admite las cr¨ªticas a esa l¨ªnea de pensamiento tan pujante.
"Las propiedades de las redes neuronales son tan impresionantes que la gente corre el peligro de olvidar que su objetivo es comprender la mente humana. Un estudiante puede licenciarse en ciencias de la computaci¨®n sin haber aprendido nada sobre el cerebro".
Churchland advierte: "Las redes neuronales son demasiado simples en comparaci¨®n con la complejidad del cerebro: las neuronas inform¨¢ticas no son m¨¢s que una caricatura de una neurona real. Estamos tratando de explorar otras formas de aprendizaje. Necesitamos un algoritmo de aprendizaje masivamente paralelo".
Y admite: "Es peligroso tratar de obtener demasiadas conclusiones sobre el cerebro basadas en las redes neuronales, y tal vez yo estoy incurriendo en ese error. Pero yo soy un fil¨®sofo, y mi misi¨®n es especular".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.