Identidad, solidaridad JOSEP M. MU?OZ
Los resultados del pasado 12 de marzo, con la inesperada -por amplia- victoria del PP, han empezado a tener sus efectos. El m¨¢s espectacular, sin duda, ha sido la crisis abierta en el PSOE, con la dimisi¨®n de Joaqu¨ªn Almunia y la constituci¨®n de una comisi¨®n gestora que deber¨¢ llevar al partido hasta su congreso de julio, del cual debe salir una nueva direcci¨®n. Como reconocen los propios socialistas, el PSOE ha pagado duramente en las urnas el no haber emprendido, con la profundidad debida, un proceso de renovaci¨®n interna despu¨¦s de las elecciones de 1996, cuando la p¨¦rdida del poder fue asumida como una "dulce derrota". El proceso seguido desde entonces, con un nuevo l¨ªder (Almunia) que quiso legitimarse en unas primarias que perdi¨® y con la dimisi¨®n posterior de quien las gan¨® (Borrell), no hizo m¨¢s que precipitar las cosas. Un poco cre¨ªble pacto de ¨²ltima hora con IU no fue suficiente para evitar la amarga derrota de ahora.No obstante, m¨¢s all¨¢ de las cuestiones de liderazgo, lo que traduce la derrota de los socialistas es su creciente p¨¦rdida de incidencia en la sociedad. Si se observa el mapa de los resultados del 12 de marzo, y excepci¨®n hecha del caso de Catalu?a (donde el PSC ha perdido, sin embargo, unos 400.000 votos), se ve claramente que el PSOE es un partido que, todav¨ªa de forma m¨¢s pronunciada que en 1996, tiene su fuerza electoral en Andaluc¨ªa, Extremadura y Castilla-La Mancha (aunque en estas dos ¨²ltimas comunidades aut¨®nomas tambi¨¦n ha ganado el PP). Es decir, se ha agravado aquel proceso que se hizo evidente en 1995, cuando el PSOE perdi¨® una parte considerable del electorado urbano -y con ¨¦l las alcald¨ªas y los gobiernos regionales de Madrid o el Pa¨ªs Valenciano, por poner dos ejemplos harto significativos- que le convierte en un partido de voto mayoritariamente rural. El cambio de direcci¨®n que requiere el PSOE no es, pues, s¨®lo un cambio de personal, sino un aut¨¦ntico cambio de rumbo que le permita volver a conectar con la realidad del pa¨ªs.
?C¨®mo debe afectar este cambio de rumbo a la concepci¨®n federal del PSOE? En algunos sectores de la izquierda -intelectual, pol¨ªtica y sindical- parece abrirse paso la conclusi¨®n de que "la principal causa de esta derrota" del PSOE e IU se debe a que, al contrario del PP, "la izquierda no tiene una idea clara de la identidad de Espa?a" (cito textualmente las declaraciones del hasta ahora l¨ªder de CC OO, Antonio Guti¨¦rrez, a La Vanguardia del 2 de abril pasado). Guti¨¦rrez, valenciano de Orihuela, a?ade en dicha entrevista que "reivindicar la identidad nacional de Espa?a no puede ser s¨®lo una reivindicaci¨®n de la derecha" porque si no, "nunca recuperaremos el poder". Guti¨¦rrez subraya la necesidad de cohesionar Espa?a como naci¨®n -apostando por ello con el PP por cerrar de una vez por todas el modelo de Estado, que, sostiene, "est¨¢ abierto en canal desde hace m¨¢s de 25 a?os"-, dejando atr¨¢s a los nacionalistas que s¨®lo "barren para casa" y que son "la expresi¨®n de la insolidaridad econ¨®mica y social". Por ello, propugna un federalismo cooperativo, con un sistema de compensaci¨®n fiscal que evite las desigualdades de renta entre los distintos territorios. De acuerdo, pero -se pregunta uno, inquieto, despu¨¦s de leerle-, ?qu¨¦ tendr¨¢ que ver la identidad espa?ola con la cohesi¨®n territorial? Es decir, ?la redistribuci¨®n territorial de la riqueza se consigue s¨®lo mediante la uniformizaci¨®nidentitaria? ?Estamos ante realidades pol¨ªticas -el cuestionamiento de un Estado secularmente centralista- o bien ante realidades ideol¨®gicas -la identidad espa?ola, las identidades "perif¨¦ricas"?
Porque, para desespero de la izquierda espa?olista, la otra lecci¨®n del mapa electoral del 12 de marzo es la persistencia tozuda del hecho nacional en Espa?a: la mancha de aceite del PP s¨®lo se detiene en Catalu?a (donde a pesar de obtener unos resultados que se consideran muy buenos, el partido del Gobierno no llega al 25% de los votos) y en el Pa¨ªs Vasco (o m¨¢s exactamente, en Vizcaya y Guip¨²zcoa). Fuera de los dos grandes partidos y de IU, todas las dem¨¢s formaciones que han obtenido representaci¨®n en el Congreso de los Diputados son nacionalistas o bien regionalistas: catalanes, vascos, gallegos, pero tambi¨¦n andaluces, aragoneses y canarios. El futuro del PSOE pasa, pues, tambi¨¦n por la opci¨®n que tome frente a esta realidad ineludible, que responde no a una ideolog¨ªa perversa, sino a una realidad social determinada. Ser¨¢ muy interesante -y sin duda decisivo para el propio partido- saber cu¨¢l ser¨¢ la opci¨®n que triunfe en la nueva direcci¨®n del PSOE: si su alma jacobina e igualitarista o bien la federal y pluralista. El ejemplo positivo de las elecciones auton¨®micas en Catalu?a y en Baleares (la de entender que la izquierda debe atenerse a la realidad: es decir, a su propia realidad nacional) as¨ª como el ejemplo negativo de Galicia (donde el PSOE se ha visto superado por el Bloque Nacional Galego) deber¨ªan se?alarle el camino que debe seguir. ?Sabr¨¢, sin embargo, leer las lecciones del mapa? Como m¨ªnimo, ahora ya sabe que debe cambiar a fondo. Esperemos que sepa tambi¨¦n que el cambio no consiste nunca en caminar hacia atr¨¢s: en este caso, en la defensa numantina del Estado-naci¨®n.
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