Nos vuelven a re?ir
JULIO SEOANE
Vuelven de nuevo los anuncios de Tr¨¢fico dirigidos a producir un fuerte impacto emocional en los ciudadanos. Vuelve la amenaza de que, si no cumplimos las normas, caer¨¢ sobre nosotros la muerte, la tragedia y la depresi¨®n como si fuera una cat¨¢strofe natural asociada a nuestros pecados. Parece que tenemos que despedir los dulces a?os del mensaje suave y el guante blanco.
Siempre se ha dicho que los conservadores tienden a responsabilizar de los hechos a los protagonistas de las acciones, mientras que los progresistas se inclinan m¨¢s por culpar al ambiente y a las circunstancias. En la actualidad, ya no est¨¢ tan claro. Por ejemplo, Felipe Gonz¨¢lez comenz¨® ilusionando el ambiente del personal, pero luego termin¨® rega?¨¢ndonos con cara de estar enfadado. El mismo camino que puede iniciarse ahora con los populares, algo que ya se insin¨²a con los mensajes de Tr¨¢fico.
No es un asunto de ideolog¨ªa, es una patolog¨ªa de las mayor¨ªas. Recuerden que fue en 1992, con el esp¨ªritu absoluto de la mayor¨ªa, cuando empiezan los anuncios duros y dram¨¢ticos sobre los accidentes culpables. Contin¨²an azot¨¢ndonos hasta 1996, donde acaba la publicidad morbosa y comienza un per¨ªodo caracterizado por el debate agrio entre partidos y un acuerdo general sobre la bondad del ciudadano. Una ¨¦poca feliz que ahora se acaba con el regreso de la raz¨®n absoluta y un ciudadano bajo sospecha de no cumplir las normas. Ahora nos dicen "?Ya basta!: por favor, cumple las normas".
Este ?ya basta! no tiene nada que ver con aquel ?basta ya! de Atahualpa Yupanqui, que era un grito desgarrado contra la opresi¨®n y la desigualdad. ?Ya basta!, se parece m¨¢s a la patadita en el suelo, preferiblemente ejecutada con el tac¨®n, de algunos personajes contrariados en su autoridad. Y, en consecuencia, nos vuelven a re?ir. Dicen que la agresi¨®n de derechas es la que se ejerce en nombre del poder establecido, al margen del signo pol¨ªtico que tenga. Pues bien, estos anuncios de la Administraci¨®n producen una aut¨¦ntica agresi¨®n emocional.
No parece que las pel¨ªculas de guerra, con sus escenas de muerte y violencia, consigan disminuir los conflictos armados. S¨®lo han conseguido exagerar hasta la caricatura la diferencia entre buenos y malos. Tampoco parece que la agresividad en televisi¨®n sea un modelo digno de imitar ni que ayude a frenar la delincuencia. ?Cu¨¢l es la raz¨®n, entonces, para pensar que ser¨¢ eficaz para disminuir los accidentes de tr¨¢fico? Eso s¨ª, sugieren con gran claridad qui¨¦nes son los buenos y qui¨¦nes los malos que, para variar, seguimos siendo los ciudadanos que no cumplimos las normas.
Propongo que se elimine la parte violenta de los anuncios y que apunten hacia ministerios, ayuntamientos y dem¨¢s responsables p¨²blicos. Entonces s¨ª, de acuerdo: ?basta ya!, por favor, cumple las normas o m¨¢rchate. Porque cumplir las normas es mejorar las carreteras, es impedir que la ciudad, la principal y m¨¢s importante escuela de tr¨¢fico, sea un caos de circulaci¨®n; es evitar que se circule y se ocupen las aceras, y que motos encabritadas montadas por semejantes provoquen accidentes y distracciones.
Pues nada, ellos no cumplen pero seguro, seguro, seguro, que nos vuelven a re?ir. Y, adem¨¢s, con patadita en el suelo.
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