Paz a cambio de territorios
Dif¨ªcil lo tiene el PSPV, con gestora o sin gestora, para resolver su crisis. Muchos son ahora los que se extra?an de ello, pero digamos, en honor a la verdad, que esta situaci¨®n era totalmente previsible. No hay m¨¢s que leer con cierto detenimiento las propuestas program¨¢ticas elaboradas por las diversas familias del socialismo valenciano, para darnos cuenta del abismo ideol¨®gico que les separa. Claro que algunos piensan, mal¨¦volamente, sin duda, que se trata m¨¢s bien de un problema ligado a personalismos ego¨ªstas o a batallas de poder, muy poco edificantes. No parece l¨®gico; deben estar equivocados. Resultar¨ªa bastante simplista aceptar que detr¨¢s de cada uno de los cinco, seis o siete l¨ªderes (esto est¨¢ a¨²n por determinar) s¨®lo existe una cohorte de seguidores acr¨ªticos a la b¨²squeda futurible de un cargo. Tiene que haber algo bastante m¨¢s profundo que justifique las diferencias: para empezar, sendos proyectos pol¨ªticos, plagados de finas y detalladas propuestas sobre la sociedad valenciana del futuro; a¨²n admitiendo, eso s¨ª, que se trate de propuestas de dif¨ªcil s¨ªntesis.En realidad, la gran riqueza ideol¨®gica que atesora el socialismo valenciano (?para s¨ª la quisieran otras federaciones del estado!) siempre ha sido un hecho incuestionable. A modo de ejemplo, recordemos que aqu¨ª existen sectores hist¨®ricos, filonacionalistas, centristas, izquierdistas, seguidores de Blair, de Jospin, de Marx (Carlos), borrellistas, lermistas, ciscaristas, jacobinos, federalistas, romeristas renovados, asuncionistas, guerristas, pascualmaragallistas, e incluso felipistas de los de antes, incombustibles ellos. Adem¨¢s est¨¢ gente como Ximo Puig que era lermista y ahora es una especie de general carlista en els Ports; o Antonio Moreno y ?ngel Franco que son, sobre todo, alicantinos (antes la provincia que la naci¨®n o las clases sociales). Y, lo que es todav¨ªa m¨¢s resaltable, cada uno de ellos con su programa.
?Comprenden ahora por qu¨¦ la cosa tiene dif¨ªcil arreglo? Y ello sin contar con las m¨²ltiples fertilizaciones cruzadas que se producen entre los diversos grupos y/o personas. Por ejemplo, es sabido que Paniagua, que es ciscarista, va frecuentemente en bicicleta, como Romero, que no lo es (ni ciscarista, ni militante del PSPV desde la semana pasada, harto como est¨¢ de barrabasadas), aunque su coraz¨®n sigue estando con Blair. Lerma, que es lermista por derecho propio, faltar¨ªa m¨¢s, si se le busca las vueltas, tambi¨¦n puede decirse que es un federalista light, o que le tientan peligrosamente las propuestas de Jospin. Vicent Soler, tan nacionalista y sensato ¨¦l, tambi¨¦n es algo pascualmaragallista; no como el otro Vicent, Garc¨¦s, o Perell¨® y Noguera, a los que les va m¨¢s bien la adscripci¨®n izquierdista (antes la clase que la naci¨®n, y cosas as¨ª). Los alicantinos, por su parte, suelen ser algo jacobinos, por propia naturaleza (antes Madrid que Valencia, siempre). Asunci¨®n, por la suya, ya ni siquiera milita como asuncionista, ante la perplejidad de sus seguidores; Diego Maci¨¢, tras la ¨²ltima dimisi¨®n, y posible resurrecci¨®n, no se sabe, y el romerista renovado, J.I. Pl¨¢, contra todo pron¨®stico, no parece extra?ar, en ocasiones, a un Ciscar recompuesto. En fin, que, como puede verse, la cosa es bastante m¨¢s compleja de lo que parece.
As¨ª las cosas, es m¨¢s que evidente que la soluci¨®n no puede pasar por esa especie de obsesi¨®n integradora de la que parecen hacer gala los emisarios de Ferraz. Todo el mundo tiene un plan que no funciona; y ellos tambi¨¦n. ?Por qu¨¦ integrar? ?Qui¨¦n ha dicho que sea imprescindible llegar a un acuerdo entre alternativas tan distantes? ?No ser¨ªa m¨¢s razonable repartir el poder entre demarcaciones territoriales, con sede propia, en las que reinar¨ªa, sin discusi¨®n, cada uno de los l¨ªderes ideol¨®gicos carism¨¢ticos? No ser¨ªa tan extra?o; en realidad existen federaciones del PSOE que alcanzan similar tama?o, al menos en cuanto al n¨²mero de militantes: Cantabria, La Rioja , Asturias, etc., y as¨ª, de ese modo, se garantizar¨ªa la paz total, una vez acordado el reparto de cupos de cargos institucionales por cada territorio; por supuesto, para lograr una soluci¨®n en estos t¨¦rminos que fuera aceptada por todos habr¨ªa que introducir criterios mixtos que contemplaran las variables de poblaci¨®n, por una parte, y de extensi¨®n, por otra. Por ejemplo, si a Ciscar le tocara Horta Sud y la Ribera, que son comarcas populosas, a Lerma podr¨ªa entonces asign¨¢rsele Valencia; y a Puig, caso de que se le considere, al fin, l¨ªder aut¨®nomo, grandes extensiones de la zona norte de Castell¨®n, que est¨¢ mucho m¨¢s despoblado, etc.
La ventaja adem¨¢s es que, de este modo, sabr¨ªamos con total seguridad qui¨¦n es qui¨¦n en esto del socialismo valenciano y, sobre todo, cu¨¢ntos son de cada quien (porque, los componentes de cada grupo estar¨ªan f¨ªsicamente juntos, por as¨ª decirlo). Claro que la superposici¨®n de la adscripci¨®n ideol¨®gica a la territorial puede plantear algunos problemas de movilidad, pero no son importantes; es frecuente ya hoy que algunos militantes cambien de agrupaci¨®n, aduciendo domicilios falsos, para estar m¨¢s cerca de los suyos. Entonces, la cuesti¨®n podr¨ªa ser tan sencilla como que el l¨ªder de la rama nacionalista, pongamos por caso, se conformara con ser secretario general de La Safor y La Valldigna; de tal modo que si en Xeresa aparece un izquierdista el compromiso es que se le debe enviar, junto con Perell¨®, a la Foya de Bunyol, y as¨ª sucesivamente. Incluso, de esta guisa, podr¨ªa resolverse definitivamente el contencioso de Alicante con La Vega Baja, una comarca con todas las caracter¨ªsticas para ser aut¨®noma, que podr¨ªa liderar ese hist¨®rico de la zona que es Jos¨¦ J. Molla, y que ha sido tan maltratada por el imperialismo capitalino (tambi¨¦n lo hay en el sur, no se crean).
No se me oculta que el ¨²nico punto oscuro en todo este proceso ser¨ªa la definici¨®n concreta del n¨²mero de l¨ªderes a repartir, pero ¨¦se es precisamente el asunto prioritario que tendr¨ªa que aclarar, de manera inequ¨ªvoca, el delegado especial que Ferraz env¨ªe para ello.
En fin, aunque todo ello puede parecer un poco extra?o, por innovador, estoy seguro de que, dejando de lado los prejuicios integradores, ¨¦sta puede ser una buena v¨ªa de soluci¨®n para el socialismo valenciano (que, a lo mejor, ni siquiera acabar¨ªa llam¨¢ndose de este modo). Para numerosas organizaciones, en determinadas circunstancias, resulta totalmente aplicable la famosa teor¨ªa que Eddy Cantor elabor¨® sobre el matrimonio: el matrimonio, dec¨ªa, es tratar de solucionar entre dos los problemas que nunca hubieran surgido de estar s¨®lo. Y es que no hay nada como los cl¨¢sicos.
Andr¨¦s Garc¨ªa Reche es profesor titular de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia.
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