Los insatisfechos
"No conozco al autor de estas p¨¢ginas", dice Azor¨ªn al comienzo de Quedaba algo, un texto autobiogr¨¢fico que a?adi¨® a sus Memorias inmemoriales; y con esa confesi¨®n resume lo que la mayor parte de la gente piensa de la mayor parte de su vida: ?qui¨¦n es este hombre?, ?qui¨¦n es esta mujer en la que me he convertido?, ?d¨®nde est¨¢ la persona que yo quer¨ªa ser? A veces, uno mira hacia atr¨¢s e intenta descubrir cu¨¢l es el punto exacto en que empez¨® a no ser ¨¦l, en que empez¨® a cambiar y a bifurcarse de s¨ª mismo. Pero es dif¨ªcil saberlo, y eso hace que uno se sienta d¨¦bil, inseguro, como alguien que sabe que est¨¢ sangrando pero no sabe d¨®nde est¨¢ su herida. Quiz¨¢ dentro de alg¨²n tiempo, en un futuro pr¨®ximo pero raro, mientras pasean a la sombra de unos alcornoques virtuales, comen una tortilla de patatas transg¨¦nicas o cuelgan la ropa reci¨¦n lavada en un tendedero inal¨¢mbrico, haya otras 13.500 personas que tampoco recuerden que, para ellos, todo empez¨® hace unos meses, en octubre del a?o pasado.Esas 13.500 personas son los alumnos que, seg¨²n un estudio que acaba de presentar la Universidad Complutense, se han tenido que poner a estudiar una carrera que no quer¨ªan. ?Qu¨¦ pasar¨¢ con esas chicas y esos chicos que so?aban con estudiar, sobre todo, Administraci¨®n y Direcci¨®n de Empresas, Derecho, Periodismo, Medicina o Psicolog¨ªa y que han tenido que conformarse con suced¨¢neos o segundas opciones? ?Qu¨¦ pasar¨¢, tambi¨¦n, con todos nosotros, si es que a¨²n seguimos aqu¨ª, cuando tengamos que v¨¦rnoslas, por uno u otro motivo, con esa legi¨®n de veterinarios que quer¨ªan ser reporteros, enfermeras que quer¨ªan ser abogadas, fil¨®logos que quer¨ªan ser directivos comerciales?
Para empezar, algunos estar¨¢n resentidos y de muy mal humor. As¨ª que deberemos andarnos con ojo, no ser exigentes ni llevarles la contraria, en especial si resulta que, por pura fatalidad, tenemos justo la profesi¨®n que ellos quisieron, porque entonces nos mirar¨¢n con aut¨¦ntica inquina: "?Ser¨¢ ¨¦ste el miserable que me quit¨® la plaza en Publicidad y Relaciones P¨²blicas?" "De modo que cirujano facial, ?eh? Ya te voy a dar yo a ti cirug¨ªa".
Este a?o, los aspirantes sin plaza han sido el 34%. De forma que, dentro de seis o siete, s¨®lo 66 de cada 100 profesionales ser¨¢n ellos mismos. Los dem¨¢s ser¨¢n la segunda o tercera personas posibles; ser¨¢n esos desconocidos que se escond¨ªan en las casillas b y c, dentro de las otras opciones, mujeres y hombres lejanos, poco probables, quiz¨¢s insolubles con sus esperanzas y sus deseos. "Yo soy el otro", dec¨ªa Arthur Rimbaud, y eso es l¨®gico y f¨¢cil de alabar en el caso de un poeta. Pero como no estamos hablando de escribir Una temporada en el Infierno, sino de pasar unos a?os aqu¨ª, en la Tierra, la pregunta es: ?se puede ser feliz dentro de otro y lejos de esas esperanzas?
Emigrar a otra persona es tan traum¨¢tico como emigrar a cualquier otro sitio; el que huye nunca se sabe hasta d¨®nde va a llegar o si alg¨²n d¨ªa va a poder volver. En la ¨²ltima novela de Milan Kundera, La ignorancia, que trata precisamente de la imposibilidad de recuperar lo que se ha perdido o se ha dejado atr¨¢s pero tambi¨¦n de la imposibilidad de olvidarlo o desatarse de ello, una joven checa exiliada en Par¨ªs vuelve a Praga despu¨¦s de mucho tiempo y tiene, a la vez, la sensaci¨®n de que todo le es muy cercano y muy desconocido, de que las cosas est¨¢n, incongruentemente, tan cerca como lejos de ella. Una ma?ana calurosa, demasiado calurosa para su traje de chaqueta franc¨¦s, entra en un comercio y compra un vestido que no le gusta, un vestido que le parece triste y provinciano. Cuando se mira a un espejo, le horroriza lo que ve: ah¨ª est¨¢ la mujer que ella hubiera sido si no se hubiese marchado de Praga.
Hay tanta gente que no es lo que quiso, tanta gente queriendo escaparse de sus vidas inesperadas, que en este pa¨ªs se puede hacer un anuncio alentando al absentismo laboral como el que acaba de sacar una compa?¨ªa de tel¨¦fonos sin que nadie ponga el grito en el cielo: "Llama al trabajo haci¨¦ndote el enfermo mientras surfeas al atardecer. Luego accede a Internet, conoce el pron¨®stico del tiempo y calcula cu¨¢ntos d¨ªas m¨¢s vas a estar enfermo". Qu¨¦ edificante.
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