En sus manos est¨¢
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar eligi¨® un tono sobrio para su discurso de investidura, en el que utiliz¨® con prudencia sus bazas: una mayor¨ªa absoluta reforzada por aliados probados, la evidente debilidad de la oposici¨®n y unas expectativas de crecimiento econ¨®mico que pueden prolongar la bonanza de los cuatro a?os anteriores. Esto ¨²ltimo plantea una situaci¨®n in¨¦dita en nuestra reciente historia democr¨¢tica: la perspectiva de un ciclo de ocho a?os consecutivos de prosperidad. Ning¨²n otro presidente ha podido presentarse a su investidura en tales condiciones de optimismo social. Ello permite a Aznar abordar su segunda -y por ahora ¨²ltima- legislatura con una tranquilidad a?adida a la que ya le otorga su mayor¨ªa absoluta. Pero por eso mismo es grande tambi¨¦n la responsabilidad.Demostrando haber aprendido de errores ajenos, Aznar ofreci¨® consenso y acuerdos pol¨ªticos y sociales nada m¨¢s conocerse los resultados de las urnas. Ayer era el momento de oficializar y modular esas ofertas. Lo hizo con habilidad: sin concretar en aquellos asuntos sobre los que propuso consenso y sin otro gesto de arrogancia para la oposici¨®n que una referencia envenenada al programa del PSOE-IU, del que dijo desconocer si segu¨ªa teniendo vigencia. El cat¨¢logo de temas susceptibles de acuerdo es el que present¨® cuatro d¨ªas antes de las elecciones y cuyos principales puntos son: terrorismo, empleo, pensiones, financiaci¨®n auton¨®mica, reformas institucionales (ley electoral, reglamento del Congreso) y justicia. De acuerdo con una dial¨¦ctica largamente probada pero coherente, desde la oposici¨®n se le respondi¨® que por qu¨¦ hab¨ªa esperado cuatro a?os para plantear el consenso sobre esos asuntos, la mayor¨ªa de los cuales ya figuraba en su programa de 1996.
La referencia al problema de la pacificaci¨®n fue escueta. Durante el debate se conoci¨® el intento de ETA de hacerse presente mediante el env¨ªo a un periodista de La Raz¨®n de una carta bomba. Ello dio m¨¢s densidad a la reafirmaci¨®n en los principios con que Aznar inici¨® su discurso: fidelidad a la Constituci¨®n, incluyendo su reconocimiento de Espa?a como "naci¨®n plural"; consenso contra la violencia e incompatibilidad entre la democracia y el mantenimiento de pactos con el brazo pol¨ªtico de los terroristas.
Pese a esta referencia, Aznar evit¨® citar expresamente al PNV en su intervenci¨®n inicial. El mensaje impl¨ªcito fue que la relaci¨®n con las formaciones nacionalistas no est¨¢ condicionada por las divergencias ideol¨®gicas, pero s¨ª por la actitud ante la violencia. De ah¨ª que pueda haber pactos con CiU, pero ya no con los nacionalistas vascos, al menos mientras se mantengan en Lizarra. Lo cual podr¨ªa considerarse una sutil autocr¨ªtica respecto al comportamiento del PP en los comienzos de la pasada legislatura, cuando pact¨® con el PNV todo, excepto su actitud ante el terrorismo. Su contestaci¨®n al portavoz de los nacionalistas vascos fue la intervenci¨®n m¨¢s convincente, brillante y rotunda de Aznar en toda la jornada.
El consenso es especialmente necesario en materia de financiaci¨®n auton¨®mica, pero llama la atenci¨®n que el ¨¦nfasis en la falta de funcionalidad del modelo actual no vaya acompa?ado de alguna autocr¨ªtica por la precipitaci¨®n con que el PP cedi¨® en 1996 a los requerimientos de Pujol. A la oferta de consenso sobre el sistema audiovisual le respondi¨® el portavoz socialista diciendo que creer¨¢ en ella cuando se establezca un sistema de nombramiento parlamentario del director general de RTVE. No pas¨® inadvertido que, entre las reformas pendientes en materia de justicia, Aznar no citase la del sistema de nombramiento de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, materia en la que su partido podr¨ªa quedarse solo. Los socialistas afirmaron con contundencia que no habr¨¢ consenso sobre la reforma de la justicia mientras siga como fiscal general el abrasado Jes¨²s Cardenal.
El objetivo del pleno empleo antes de finalizar la d¨¦cada fue presentado como la directriz de las iniciativas en materia de pol¨ªtica econ¨®mica, que tratar¨¢ de hacer compatibles la eliminaci¨®n del d¨¦ficit en el 2001, una nueva rebaja fiscal y un ambicioso plan de infraestructuras y de telecomunicaciones que hagan posible el acceso universal a Internet. El ministro del Presupuesto tendr¨¢ ante s¨ª un programa no f¨¢cil a la hora de compatibilizar todos estos objetivos, a los que se suma una subida de las pensiones m¨¢s bajas. Se crear¨¢ un Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa, y se desplegar¨¢n iniciativas en educaci¨®n, innovaci¨®n, medio ambiente y cultura. No qued¨® claro d¨®nde terminaba la superficie de consenso y empezaba el programa del PP en este terreno.
Aznar tiene todo a su favor para realizar ese programa, incluyendo una actitud nada agresiva de la oposici¨®n. En sus manos est¨¢ no defraudar las expectativas de una legislatura libre del sectarismo de la anterior.
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