Los paletos del cosmos
Italo Calvino es autor de algunas de las m¨¢s interesantes novelas de este siglo tan rico en el g¨¦nero: cito El vizconde demediado, El bar¨®n rampante o Una noche de invierno, como referencias f¨¢ciles y traducidas al espa?ol. Escribi¨® una serie de cuentos de puro humor, no sin un cierto materialismo cient¨ªfico, reunidos como Las cosmoc¨®micas; de ellos ha obtenido Julio Salvatierra una breve obra de teatro con cuatro personajes que se supone vivieron cuando el universo no era m¨¢s que un punto -y los actores cierran el pu?o y lo levantan al aire para se?alar c¨®mo era ese punto en el que todo cab¨ªa hasta que la materia se fue organizando-.Los cuatro son unos paletos, de por Socu¨¦llamos seg¨²n alguna alusi¨®n, pero con los suficientes conocimientos cient¨ªficos y un lenguaje m¨¢s o menos imaginario como para explicar la evoluci¨®n del Todo y la personal, pero con el estilo del paleto; y con la boina y el pa?uelo en la cabeza.
Qfwfq, una historia del universo A partir de Las cosmic¨®micas de Italo Calvino, adaptaci¨®n de Julio Salvatierra Cuenca, m¨²sica de ?scar S¨¢nchez Zafra
Int¨¦rpretes: ?lvaro Lav¨ªn, Marina Seresesky, Paloma Vidal, ?scar S¨¢nchez Zafra. Vestuario: Ana Llena. Escenograf¨ªa: Tarlatana. Iluminaci¨®n: Alberto P¨¦rez y Luis Perdiguero. Teatro Meridional. Director: Alberto Lav¨ªn Mart¨ªn. Espect¨¢culo en gira.
Hay cuatro buenos actores, de los que van apareciendo en estas compa?¨ªas peque?as y de comercio modesto, y una direcci¨®n del relato (hecha por uno de ellos) que da algo de movimiento, y luz y sonido, al estatismo que surge de los relatos. No llega a tanto como crear acci¨®n; pero parece que el teatro la necesita cada vez menos, y se va haciendo poco espect¨¢culo y m¨¢s literatura que antes.
Siempre que se tome de lo que no est¨¢ escrito para el teatro, como en esta obra o la de Javier Tomeo: los autores directos est¨¢n un poco desorientados con tanta doctrina, tanta subvenci¨®n para mantener el orden, tantos defensores de su participaci¨®n min¨²scula en la obra como si fuera la base ¨²nica.
Quiz¨¢ se pierda, m¨¢s que por la adaptaci¨®n, por la falta de dial¨¦ctica de nuestro tiempo, alguna intenci¨®n mayor en este autor que fue comunista por antifascismo, pero que lo dej¨® por su independencia en 1957, sin que ese cambio le obligase a perseguir o insultar a sus antiguos compa?eros como sucede m¨¢s f¨¢cilmente entre nosotros: por razones de colocaci¨®n, de empleo, en un pa¨ªs con tanto paro y donde muchos puestos de trabajo dependen de los gobiernos adictos a la ley y el orden. Las cr¨®nicas cosmog¨®nicas son de despu¨¦s de que abandonase el comunismo, de 1965, pero conservan la escuela del materialismo, y la ausencia continua de cualquier pensamiento esot¨¦rico, divinal o religioso.
Queda la comicidad que indica su t¨ªtulo, y a veces una l¨ªrica dram¨¢tica, como la aventura de la luna y la dama que viv¨ªa en ella. La vi un s¨¢bado por la tarde; se qued¨® mucha gente en la calle por falta de asientos. Los que abarrotaban la sala [Cuarta Pared, de Madrid] eran j¨®venes, chicos y chicas, y segu¨ªan con diversi¨®n la obra. Cuando se dice que la gente joven no va al teatro es porque no se la suele ver m¨¢s que en estas salas o ante estas compa?¨ªas que la buena gente antigua desde?a un poco. Tienen a su favor, adem¨¢s de los precios, la seguridad de que lo convencional no les va a molestar profundamente, como en otros teatros. Estuvieron a gusto, y lo demostraron al final.
Babelia
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