Cuatro miradas sobre la Roma eterna El Cervantes abre una muestra de cuatro premios de fotograf¨ªa espa?oles
Roma, una de las ciudades m¨¢s fotografiadas, se ha ofrecido como desaf¨ªo art¨ªstico a cuatro premios nacionales de fotograf¨ªa espa?oles: Alberto Garc¨ªa-Alix, Cristina Garc¨ªa-Rodero, Humberto Rivas y Javier Vallhonrat, en este a?o 2000 del Gran Jubileo. Los cuatro aceptaron la oferta del Instituto Cervantes de pasar una semana en la Ciudad Eterna, recorri¨¦ndola y retrat¨¢ndola con el ojo agudo del cr¨ªtico y del testigo de su grandeza. El resultado es una exposici¨®n titulada Roma 2000. Una mirada espa?ola, que estar¨¢ abierta en Roma hasta el 27 de mayo y podr¨¢ verse despu¨¦s en Madrid.
Cristina Garc¨ªa-Rodero, verdadera antrop¨®loga fotogr¨¢fica de la Espa?a profunda, ha recogido en algunas de las 18 fotograf¨ªas realizadas en Roma el car¨¢cter profundamente cat¨®lico (no necesariamente espiritual, ni atormentado, como ha concebido el catolicismo la cultura espa?ola) de la capital italiana. La de Garc¨ªa-Rodero es una de las cuatro visiones presentes en la muestra, tan diversas entre s¨ª, que podr¨ªa pensarse que cada uno de los fot¨®grafos ha retratado una ciudad diferente. Y es que la libertad era la premisa esencial de esta experiencia. "Libertad de formato, libertad de tema, libertad de n¨²mero", explica el director del Instituto Cervantes de Roma, Miguel Albero.
La mirada de Garc¨ªa-Rodero escruta el pasado imperial con cierta iron¨ªa, retratando las falsas estatuas gigantescas un poco abandonadas, en Cinecitt¨¤, la ciudad del cine, situada a las puertas de Roma, donde surgieron los grandes mitos de la cinematograf¨ªa italiana. O los falsos centuriones que se colocan en torno al Coliseo y los Foros Imperiales a la caza de turistas con los que posar a cambio de unas liras. La Roma que no llega a ser siniestra del cementerio de los capuchinos, con sus calaveras, y la de las parejas de reci¨¦n casados que se hacen filmar en mil y una poses, algunas sorprendentemente atrevidas, en la imposible intimidad de las plazas famosas.
Desde Piazza Navona, atestada de artistas an¨®nimos, m¨²sicos, pedig¨¹e?os y vendedores ambulantes, hasta la se?orial plaza del Campidoglio, que Cristina ha fotografiado milagrosamente desierta en un d¨ªa de lluvia. La Roma fr¨ªvola de los concursos de culturismo convive en perfecta armon¨ªa con la de los actos masivos del Jubileo, desde el dedicado a los enfermos con sus nobles damas de la Cruz Roja acompa?ando a las comitivas hasta el de las religiosas, un mar de tocas oscuras y rostros juveniles sonrientes.
Conjunto melanc¨®lico
La mirada de Alberto Garc¨ªa-Alix difiere radicalmente de la de su compa?era de experiencia art¨ªstica. Roma, en las ocho im¨¢genes capturadas por el objetivo de este fot¨®grafo de culto, es una ciudad an¨®nima, desprovista de historia y de belleza, una ciudad desoladora como tantas otras megal¨®polis modernas. Garc¨ªa-Alix ha retratado escenas espectrales de objetos, ¨¢rboles, animales que cruzan la ciudad sin adornos, sin huella del esplendor que recogen las postales. El pasado, a veces oprimente, se intuye en las esculturas deliberadamente borrosas que ha recogido la c¨¢mara de Garc¨ªa-Alix en un conjunto melanc¨®lico. El arte asoma tambi¨¦n desde una perspectiva interior, en el estudio de pintor retratado en estado de calma, casi de abandono, con la alta ventana por la que entra una luz p¨¢lida, todav¨ªa invernal, los cuadros un poco amontonados, y las sillas vac¨ªas.
Humberto Rivas, nacido en Argentina, pero ligado sobre todo a Barcelona, ha retratado una Roma de tarjeta postal exquisita. Una ciudad reconocible en sus admirables perspectivas, aunque sorprendentemente solitaria en las horas nocturnas. La visi¨®n esencial de la bas¨ªlica de San Pedro entre los puentes que cruzan el T¨ªber, fragmentos de la grandeza antigua fotografiados en la pr¨¢ctica oscuridad, como los restos romanos, columnas y basamentos que se funden con edificios modernos. Arcos monumentales, ruinas de termas, coliseos, teatros, como mu?ones de un cuerpo descomunal que conserva en cada pedazo toda su magnificencia.
Javier Vallhonrat, que triunf¨® en el terreno de la fotograf¨ªa de moda, ha realizado en Roma una instalaci¨®n con dos copias de fotograf¨ªas en color montadas sobre planchas de aluminio que refuerzan la visi¨®n descontextualizada de la ciudad. Viaductos del ferrocarril que corren paralelos a las viejas murallas de Roma, testigos del pasado. Vallhonrat acompa?a las im¨¢genes con un breve texto semipo¨¦tico. Bajo la fotograf¨ªa del viaducto ferroviario explica: "Acumuladas y superpuestas como cicatrices en la corteza de la trama urbana a trav¨¦s del tiempo y la historia, se inscriben las huellas de la experiencia parad¨®jica y violenta de la empresa, siempre frustrada, de controlar y dominar el espacio, y en ¨²ltima instancia, la vida".
Las otras dos fotograf¨ªas de Vallhonrat son im¨¢genes congeladas de dos v¨ªdeos rodados por el artista en Roma. Ambos ofrecen una intuici¨®n de calle, una pincelada de realidad, como el fragmento de suelo, con palomas y pies de turistas, y un sonido urbano de fondo que completa la aportaci¨®n de Vallhonrat a su visi¨®n de Roma. Una visi¨®n m¨²ltiple y plural como los estratos de historia y de leyenda en la que se superponen y crean la atm¨®sfera ¨²nica de la Ciudad Eterna.
Babelia
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