Un comandante desaf¨ªa a Ch¨¢vez
Semanas antes del octavo aniversario del cuartelazo del 4 de febrero de 1992 contra el presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, tres de sus principales ejecutores ya conspiraban de nuevo contra el poder constituido: el presidente Hugo Ch¨¢vez, l¨ªder de aquella asonada. El teniente coronel que sublev¨® varias guarniciones de Caracas ha traicionado el cat¨¢logo revolucionario; el camarada que fue portavoz del alzamiento y gan¨® las presidenciales de 1998 debe ser expulsado por incompetente, autoritario y demagogo. Encabeza la nueva revuelta el comandante Francisco Arias C¨¢rdenas, su principal adversario en las presidenciales del pr¨®ximo d¨ªa 28. La ¨²ltima encuesta sit¨²a a Arias 11,4 puntos por detr¨¢s.Los conjurados de hace ocho a?os, y de ahora, no eran clase de tropa ni unos desconocidos en los patios de armas, sino guerreros de predicamento y audacia. El teniente coronel Arias, democristiano, el jefe rebelde m¨¢s antiguo en la carrera, hab¨ªa tomado el Estado de Zulia; el teniente coronel Jes¨²s Urdaneta Hern¨¢ndez ocup¨® sus objetivos en Maracay, y el teniente coronel Joel Acosta Chirinos, el aeropuerto de La Carlota. Ch¨¢vez fue contenido a tiros en Caracas y fracas¨® entonces el cruento golpe contra el viejo r¨¦gimen bipartidista, una intentona cuya popularidad habr¨ªa de sentar las bases del aplastante triunfo electoral de sus promotores en diciembre de 1998.
Hugo Ch¨¢vez, desde una izquierda populista, impuso su verbo y presencia en las reuniones preparatorias de la insurrecci¨®n bolivariana de 1992 y no olvid¨® a sus c¨®mplices. Su amigo Urdaneta, que hab¨ªa cumplido como todos dos a?os de c¨¢rcel y fue c¨®nsul de Venezuela en Vigo durante el segundo Gobierno de Rafael Caldera (1994-1998), fue nombrado jefe de la DISIP, del espionaje, de la polic¨ªa pol¨ªtica de la nueva rep¨²blica. El moderado Arias C¨¢rdenas, calculador, opt¨® por esperar su momento al frente de la gobernaci¨®n del Estado petrolero de Zulia desde 1995, y Acosta Chirinos dirigi¨® el Movimiento Quinta Rep¨²blica (MVR), el partido de gobierno, la referencia dominante en la coalici¨®n oficialista Polo Patri¨®tico.
No habr¨ªa de transcurrir mucho tiempo hasta los primeros encontronazos entre los tres comandantes disidentes y el entorno palaciego. El mentor del presidente, Luis Miquilena, un izquierdista octogenario y astuto, y el ministro de Relaciones Exteriores, Jos¨¦ Vicente Rangel, un periodista siempre en la pol¨ªtica, coparon las tertulias y la atenci¨®n de Ch¨¢vez y la transici¨®n hacia el nuevo orden. Inevitablemente saltaron chispas y celos en la relaci¨®n de unos y otros. Discrepancias ideol¨®gicas y de gobierno, ambiciones no satisfechas, personalismos y un enfriamiento de la amistad entre compa?eros de clandestinidad y c¨¢rcel acabaron por desencadenar una sublevaci¨®n que r¨¢pidamente gana adeptos entre el oficialismo disidente y entre el empresariado y ha modificado la correlaci¨®n de fuerzas y expectativas electorales en Venezuela.
Herman Escarr¨¢, que fue presidente de la Comisi¨®n Constitucional de la Asamblea Constituyente (ANC), encargada de redactar la Carta Magna aprobada el 15 de diciembre del pasado a?o en refer¨¦ndum, apoy¨® entonces a Ch¨¢vez y ahora hace campa?a con Arias. Tambi¨¦n cambiaron de trinchera otros exmilitares golpistas: el general retirado Francisco Visconti, uno de los l¨ªderes de cuartelazo del 27 de noviembre de 1992; el coronel William Izarra, precursor del grupo clandestino castrense Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200); el coronel retirado Jorge Garrido, jefe de finanzas en la pasada campa?a de Ch¨¢vez a la presidencia, o el teniente coronel retirado William Izarra.
Carlos Ferm¨ªn, un oficial retirado que fue abogado del presidente cuando cumpl¨ªa prisi¨®n, se uni¨® al grupo, al igual que Teodoro Peckof, exguerrillero y exministro de Caldera. Luis Miquilena despreci¨® el efecto expansivo de la candidatura presentada por el teniente coronel retirado, de 49 a?os: "Unificar¨¢ a la basura del viejo sistema". Pero no todo parece basura antigua. Arist¨®bulo Isturiz, uno de los principales dirigentes de Patria Para Todos (PPT), alejada de la coalici¨®n de gobierno Polo Patri¨®tico por discrepancias en el reparto de candidaturas en las generales del pr¨®ximo mes, dice apoyar a Ch¨¢vez, pero le advierte de que se expone a perder la presidencia. "Ha sobreestimado sus fuerzas. Si en alg¨²n momento hac¨ªa falta unidad era en estas elecciones", subray¨® Arist¨®bulo, vicepresidente de la ANC. "Dolorosamente pienso que el piso pol¨ªtico de Ch¨¢vez va a ser m¨¢s d¨¦bil. Se est¨¢ aislando, se est¨¢ quedando s¨®lo".
Hasta la bronca por las candidaturas lo defend¨ªa a ultranza como la gran mayor¨ªa de sus compatriotas. Hace apenas un mes, el presidente disfrutaba de una popularidad cercana al 70%, seg¨²n la firma Datan¨¢lisis. Pero el respaldo de Arias ha crecido el 31,1%. El declive del jefe de Gobierno es evidente, aunque gana en todos los sondeos. Su adversario, de confirmarse las proyecciones, quedar¨ªa como l¨ªder de la oposici¨®n, con margen para crear una alianza en la futura Asamblea Nacional, una posibilidad inexistente hace un mes.
Francisco Arias C¨¢rdenas, cuyas ambiciones a la presidencia no eran desconocidas, reflexion¨® mucho antes de aceptar la candidatura de este a?o a sabiendas de que el hombre a batir parec¨ªa inexpugnable. Pero sab¨ªa tambi¨¦n que retener la gobernaci¨®n de Zulia frente a un candidato apoyado por Ch¨¢vez no iba a ser empresa f¨¢cil. Respetado en la milicia, cat¨®lico practicante (cierra las manos como en oraci¨®n cuando entra en disputa), el asceta experto en misiles tem¨ªa estrellarse contra el 70% de popularidad presidencial, contra los mecanismos del Estado o, en el peor de los casos, ser blanco de una campa?a de enlodamiento.
La decisi¨®n, de todas formas, estaba pr¨¢cticamente tomada desde que su compa?ero de conspiraci¨®n, Jes¨²s Urdaneta, que renunci¨® a la DISIP en enero, supuestamente despu¨¦s de un encontronazo con Rangel, disparase varias andanadas antigubernamentales de grueso calibre. En una operaci¨®n destinada a minar la credibilidad de Ch¨¢vez, acus¨® p¨²blicamente a Luis Miquilena, presidente de la ANC y del Congresillo, en vigor hasta mayo, de haber forjado una asociaci¨®n con empresarios amigos para lucrarse con contratos p¨²blicos. El inculpado respondi¨® que abandon¨® su participaci¨®n en la empresa de autos, encargada de imprimir un mill¨®n de ejemplares de la Constituci¨®n, desde el momento en que entr¨® en el Gobierno de Ch¨¢vez como ministro del Interior en febrero de 1998.
Urdaneta, el exjefe de los micr¨®fonos, due?o probablemente de abundante informaci¨®n confidencial, imput¨® a la direcci¨®n del Gobierno nepotismo, tr¨¢fico de influencias y haber incurrido en pr¨¢cticas similares a las combatidas en el alzamiento de 1992. La denuncia contra el primer asesor de Ch¨¢vez se acompa?¨® de otras 46, entregadas a la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica, sobre corruptelas en la Administraci¨®n. Y lo peor, agreg¨®, es que el presidente y amigo durante muchos a?os lo sab¨ªa y no hizo nada.
Los partidos tradicionales, Acci¨®n Democ¨¢tica, (AD), socialdem¨®crata, y Copei, democristiano, con un pie en la sepultura desde su barrida hace dos a?os, se abrazaron jubilosos: "?Por fin, una divisi¨®n! ?Ch¨¢vez, contra las cuerdas!". No era para menos ese contento. Desarbolada desde hace tiempo, la oposici¨®n adivin¨® pronto que nada mejor que aupar a un candidato favorecido tambi¨¦n por la ¨¦pica revolucionaria, con credenciales de golpista, para presentar batalla y robar votos en el n¨²cleo duro chavista. Los conjurados, paralelamente, observaron, satisfechos, la perplejidad de muchos venezolanos, principalmente los domiciliados en las ¨¢reas urbanas: el presidente, el adalid contra la corrupci¨®n, ignoraba la practicada por sus pr¨®ximos.
Las Fuerzas Armadas, con 200.000 hombres con derecho a voto por primera vez gracias a la nueva Carta Magna, observaron la trifulca con divisi¨®n de opiniones, y a¨²n procesan sus consecuencias, seg¨²n las fuentes consultadas. La creciente politizaci¨®n de los regimientos, mencionada por analistas que aseguran haberla observado en los c¨ªrculos militares, es consecuencia de divisiones anteriores, de las purgas acometidas recientemente en la jefatura de las tres armas, de la amnist¨ªa concedida a los oficiales golpistas, del abuso presidencial en el uso de los uniformes de combate en actos pol¨ªticos, del protagonismo pol¨ªtico concedido a los cuarteles y de una Constituci¨®n que no establece taxativamente su obediencia al poder civil.
El paso al frente de Urdaneta no hab¨ªa sido aislado, sino parte de una maniobra m¨¢s ambiciosa. Meses atr¨¢s, Acosta Chirinos, que hab¨ªa propuesto a Arias C¨¢rdenas como vicepresidente del Ejecutivo, nuevo cargo en la Constituci¨®n, entr¨® en colisi¨®n con Miquilena, que lo apart¨® de la coordinaci¨®n del MVR. El gobernador de Zulia, por su parte, habr¨ªa pedido el Ministerio de Defensa, y, supuestamente, no le fue concedido. Quedaba el cisma, la catarsis social, aprovechar la creciente impaciencia social ante el agravamiento de la situaci¨®n econ¨®mica y denunciar al tiempo la existencia de un Gobierno autoritario, excluyente y maniqueo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.