El primer receptor de un trasplante de mano sufre un grav¨ªsimo rechazo El estado del paciente siembra la duda sobre este tipo de operaci¨®n
Clint Hallam, el paciente neozeland¨¦s que salt¨® a la fama en 1998 tras serle implantada, por primera vez en la historia, la mano de un donante muerto, ha sido ingresado en el hospital de Perth (Australia) debido a un grav¨ªsimo proceso de rechazo inmunol¨®gico. Los m¨¦dicos estaban ayer aplicando a Hallam, de 49 a?os, un tratamiento intensivo contra el rechazo para intentar salvar su mano trasplantada.
Hallam perdi¨® su mano en 1984, tras un accidente con una m¨¢quina serradora en una prisi¨®n de Nueva Zelanda en la que estaba cumpliendo una sentencia por fraude. Un equipo internacional de cirujanos, reunidos en el hospital Edouard Herriot de Ly¨®n (Francia) hace 18 meses, le trasplant¨® la mano de un motorista franc¨¦s muerto en accidente, en una innovadora operaci¨®n que dur¨® m¨¢s de 13 horas.Los m¨¦dicos consideraron la operaci¨®n como un ¨¦xito hist¨®rico, y Hallam apareci¨® en los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo cuando declar¨® que hab¨ªa recuperado el tacto en la palma de su mano trasplantada y que pod¨ªa realizar tareas simples, tales como agarrar un vaso.
Muchos m¨¦dicos han expresado desde entonces reparos sobre este tipo de operaciones. El trasplante de un ¨®rgano implica que el receptor est¨¦ recibiendo durante el resto de su vida medicamentos para evitar el rechazo, unos f¨¢rmacos inmunosupresores con graves efectos secundarios. En el caso de un trasplante vital, como el de coraz¨®n o de h¨ªgado, esa medicaci¨®n es, obviamente, un mal menor. Pero no as¨ª en el caso de amputaciones que no comprometen la vida del paciente, como en el caso de una mano.
El trasplante de Ly¨®n fue una operaci¨®n de gran complejidad que requiri¨® precisos empalmes de las arterias, venas, nervios, tendones, m¨²sculos, huesos y piel de la mano del donante muerto con los del antebrazo de Hallam. El equipo fue dirigido por Earl Owen, del Centro de Microcirug¨ªa de Sidney (Australia), ayudado por Jean-Michel Dubernard, al frente de un grupo m¨¦dico del hospital de Ly¨®n.
El equipo de Sidney es uno de los pioneros mundiales en las t¨¦cnicas para reimplantar los brazos y los dedos a los pacientes que han sufrido amputaciones accidentales. Owen, director del equipo, se?al¨® en su momento que el trasplante de mano (de un donante muerto) no presentaba m¨¢s dificultades que cualquier reimplantaci¨®n, y que s¨®lo los problemas de rechazo le hab¨ªan impedido intentarlo antes.
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