Vecinos
MIQUEL ALBEROLA
Durante el primer tramo en funcionamiento de la Generalitat, el gobernado por el PSPV, las relaciones institucionales con las comunidades vecinas no inscribieron ning¨²n hito en la p¨¢gina de pol¨ªtica interauton¨®mica valenciana. Pura cortes¨ªa o ni eso. Entre el Pa¨ªs Valenciano, Arag¨®n, Murcia y Baleares las cosas continuaron del mismo modo que hab¨ªan permanecido hasta entonces. Otro tanto ocurri¨® con Castilla-La Mancha, hecha la salvedad de las fricciones de ¨²ltima hora por el trazado de la autov¨ªa, a las que el Ejecutivo valenciano fue ajeno, y alg¨²n que otro calambre hidrol¨®gico. El morbo estaba en las relaciones inexistentes con Catalu?a, cuya ra¨ªz se hund¨ªa en el clima de crispaci¨®n auspiciado por la derecha, que enrareci¨® el contacto entre ambos gobiernos. Joan Lerma actu¨® siempre mediatizado por esta amenaza, aunque al final lleg¨® a firmar alg¨²n protocolo con Catalu?a, que, como era de temer, nunca lleg¨® a concretarse. Cuando Eduardo Zaplana desaloj¨® del despacho a Lerma, su departamento de inteligencia urdi¨® una aproximaci¨®n entre ambos gobiernos, con el pacto ling¨¹¨ªstico en perspectiva. Zaplana s¨®lo tuvo que desmovilizar a los suyos y visitar a Pujol sin ning¨²n ruido de fondo, dando la sensaci¨®n de que lograba lo que para sus antecesores en el Palau era imposible. Por aquellos d¨ªas levant¨® el escaparate huero del Arco Mediterr¨¢neo, jale¨® al mallorqu¨ªn Jaume Matas y al murciano Ram¨®n Luis Valc¨¢rcel, e hizo ver que com¨ªa sopas con el castellano-manchego Jos¨¦ Bono. La brevedad presidencial de Matas dio al traste con el Arco Mediterr¨¢neo y anul¨® todo contacto con las islas, y ahora Valc¨¢rcel acaba de rebotarse, sin perder las formas, con su oposici¨®n irreductible a la fusi¨®n entre la CAM y Bancaixa. Tampoco las cosas van mejor con Bono, pese a compartir sobremesas y palcos. El posible trazado del AVE, al que el actual Gobierno valenciano no es del todo ajeno, alimenta suspicacias al otro lado del Cabriel, mientras que con Catalu?a se ha alcanzado un coma cordial, estrangulado por el nuevo orden electoral. Casi veinte a?os despu¨¦s, las relaciones con nuestros vecinos, con los que compartimos tantos intereses, o no existen o son malas.
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