El Atl¨¦tico desciende a Segunda
Los rojiblancos no pasan del empate en Oviedo y ponen fin a 61 a?os ininterrumpidos en Primera -El t¨ªtulo sigue en el aire tras el empate del Deportivo frente al Zaragoza - Su triunfo en Valladolid le permite al Betis mantener esperanzas de salvaci¨®n
El descenso del Atl¨¦tico sirve para recordar un viejo aforismo del f¨²tbol espa?ol: es m¨¢s dif¨ªcil mantenerse en Primera Divisi¨®n que ganar un t¨ªtulo. El Atl¨¦tico, autor de algunas de las p¨¢ginas m¨¢s brillantes en la historia de la Liga, consum¨® en Oviedo su annus horribilis. Se resisti¨® con coraje a la derrota y logr¨® el empate en el segundo tiempo. La proeza parec¨ªa a su alcance, pero Hasselbaink -el jugador bandera del Atl¨¦tico- no convirti¨® un lanzamiento de penalti en los ¨²ltimos momentos del partido. Fue un instante para la historia. El Atl¨¦tico pon¨ªa fin a 61 temporadas ininterrumpidas en Primera. Despu¨¦s de un a?o turbulento, coronado con una decisi¨®n judicial que retir¨® a Jes¨²s Gil de la presidencia del club durante tres meses, el Atl¨¦tico ha sido presa de su p¨¦simo juego, de los conflictos internos y de las rencillas personales. Cuatro a?os despu¨¦s de ganar la Liga y la Copa, el Atl¨¦tico se ha hundido en la Segunda Divisi¨®n con Antic, el hombre que llev¨® al club al m¨¢ximo esplendor. De esa pasta est¨¢ hecho el f¨²tbol, de gloria y tragedia. Seis d¨¦cadas en Primera imped¨ªan pensar en el descenso de un equipo que ha ganado nueve t¨ªtulos de Liga, pero la realidad se ha impuesto: el Atl¨¦tico se ha empe?ado desde el comienzo del campeonato en descender. Por medio se asisti¨® a un desconcertante proceso judicial que obr¨® a modo de artefacto: quebr¨® la m¨ªstica que debe presidir las relaciones entre la parte administrativa del club y el equipo. Pero el Atl¨¦tico ven¨ªa herido de antes. No funcionaba antes de la decisi¨®n del juez Garc¨ªa Castell¨®n, no funcion¨® durante la administraci¨®n de Rub¨ª y no ha funcionado despu¨¦s del retorno de Jes¨²s Gil. Las responsabilidades deben ser compartidas por todos: por los dirigentes, por los entrenadores y por unos jugadores que se buscaron demasiadas excusas para justificar el grandioso fracaso.Mientras el Atl¨¦tico se enfrenta a la crudeza del descenso, no cesa la pugna por el t¨ªtulo. El Depor se resiste a ganar la Liga. Todos sus rivales le conceden oportunidades sin l¨ªmite, pero el equipo gallego parece prisionero del fatalismo. Empat¨® con el Zaragoza en un partido de alto voltaje, con Djalminha de protagonista. Despu¨¦s de marcar el 2-1, que parec¨ªa definitivo, se dej¨® llevar por el entusiasmo: se quit¨® la camiseta para celebrar el gol y fue expulsado. Era su segunda amonestaci¨®n. Dos minutos despu¨¦s, empat¨® el Zaragoza, con la gente indignada con el irresponsable comportamiento del brasile?o, cuya acci¨®n puede tener consecuencias funestas para su equipo.
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