Un hombre tendido en el suelo.
Un hombre tendido en el suelo ha soltado ya una bolsa de pl¨¢stico que sujetaba en una mano y se ha desprendido tambi¨¦n del paraguas. No necesita nada, pues se va a ir sin nada. Se vac¨ªa tambi¨¦n de un peque?o caudal de sangre que, por lo visto, le sobraba tambi¨¦n. El paraguas abierto brinca en el suelo sin ninguna necesidad de cumplir funci¨®n alguna, de manera que esas gotas del denso behelaino o densa nube baja de condensaci¨®n que aqu¨ª exuda tan a menudo la primavera miman las mejillas del hombre ca¨ªdo. S¨®lo lo despiden esas gotas de humedad en este pa¨ªs cansado de despedir a tanto hijo asesinado sin derramar l¨¢grimas. Con la bolsa, el hombre deja en el suelo la prensa que acababa de comprar en el quiosco, como aceptando que no va a necesitar m¨¢s noticias. En un peri¨®dico de esa bolsa opina hoy Anasagasti sobre la violencia medi¨¢tica, pero el supuesto violento medi¨¢tico que acaba de ser asesinado no leer¨¢ nunca m¨¢s a Anasagasti. Ni podr¨¢ oponerle ya m¨¢s lo ¨²nico que ese ca¨ªdo ha solido oponer a sus adversarios pol¨ªticos, sus ideas. Jos¨¦ Luis intercambia su ¨²ltimo calor h¨²medo con esas gotas de behelaino sobre el suelo de Ando¨¢in. Luego todo se acaba. Ya nada m¨¢s, pues tambi¨¦n ha escampado; se corre el tel¨®n, una s¨¢bana lo cubre durante tres horas, mientras el paraguas encarnado con el mango enhiesto trisca unas gr¨¢ciles volteretas de ¨²ltimo saludo a su amo. Ah¨ª, en el suelo de Ando¨¢in, no hay aurrezku para la v¨ªctima: todos sabemos aqu¨ª que este baile de saludo (o despedida) se ha constituido desde la transici¨®n en el monopolio cultural del verdugo. Arriba, en un balc¨®n del vecindario, hay amarrado un estandarte que dice que los presos vascos sean tra¨ªdos al Pa¨ªs Vasco. Los verdugos le gritan desde aquel estandarte a Jos¨¦ Luis llam¨¢ndole terrorista, fascista e inmovilista. Son los gritos de los vivos que han matado o jaleado el asesinato, proferidos con la intenci¨®n de cre¨¦rselos ellos mismos de tanto haberlos gritado. Ese estandarte es el ¨²ltimo insulto a la v¨ªctima, pero ellos, los presos que han asesinado o colaborado en el crimen, siguen vivos en las c¨¢rceles. As¨ª son las cosas de este pa¨ªs: ideas y opiniones que se transportan en una bolsa de pl¨¢stico, un paraguas encarnado que te anima a salir a la fina lluvia y siempre sangre coagulada como noticia. Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle es hoy la noticia.Yo lo conoc¨ª tambi¨¦n como noticia en mi juventud. Era el Primero de Mayo de 1964, la primera vez que yo baj¨¦ a la calle a correr delante de los grises; en la ocasi¨®n, tras decenas de cargas y descargas, s¨®lo hubo un detenido cuyo nombre corri¨® de boca en boca. No era que aquel detenido, el tolosano L¨®pez de Lacalle, corriese menos que los dem¨¢s, sino simplemente que la Brigada Pol¨ªtico-social lo segu¨ªa. Curiosamente, se lo record¨¦ la semana pasada en el bar Altxerri, de San Sebasti¨¢n, tras haber asistido al peque?o homenaje al escritor Jorge Edwards en su presentaci¨®n en la librer¨ªa Lagun. No hab¨ªa ning¨²n nacionalista vasco en aquel acto que la consejera vasca de Cultura seguramente ignoraba. L¨®pez de Lacalle fue de los fundadores de Comisiones Obreras en Guip¨²zcoa y consumi¨® mucha c¨¢rcel franquista. "?Crees que seguir¨¢n matando, Jos¨¦ Luis?", le pregunt¨¦ en el bar. "S¨ª, Mikel, estoy convencido, nos seguir¨¢n matando", fueron las ¨²ltimas palabras que escuch¨¦ a ese cad¨¢ver cubierto por una s¨¢bana blanca que estoy viendo en la televisi¨®n y que, cuando viv¨ªa, nos acompa?¨® en la presentaci¨®n del Foro de Ermua y tambi¨¦n en la recient¨ªsima manifestaci¨®n en San Sebasti¨¢n organizada por la plataforma Basta Ya. De entre los asistentes a esa ¨²ltima manifestaci¨®n, el socialista Buesa se convirti¨® al poco en noticia, as¨ª como ahora es noticia L¨®pez de Lacalle. Dentro de unas horas nos concentraremos en la catedral. ?Qui¨¦n ser¨¢ la pr¨®xima noticia? ?A cu¨¢ntos pr¨®ximos asesinar¨¢n todav¨ªa los abertzales que est¨¢n construyendo su naci¨®n vasca? ?Es verdad, se?or Atutxa, que si para la construcci¨®n nacional se necesita un solo muerto m¨¢s usted no quiere construcci¨®n nacional? He aqu¨ª la ocasi¨®n para verificar esa opini¨®n sobre la construcci¨®n nacional de los abertzales que tiene la peculiaridad de ser construida para ellos con los muertos de los dem¨¢s. Para ellos solos, sin inmigrantes, como gustar¨ªa a Arzalluz, al que ya se han afanado en imitar los j¨®venes cachorros de Garaikoetxea que est¨¢n asentando criterios sobre c¨®mo hacer listas de vascos entre los nacidos aqu¨ª y que conozcan la problem¨¢tica de aqu¨ª.
La problem¨¢tica de aqu¨ª vista desde ah¨ª abajo, bajo esa s¨¢bana blanca que cubre al cad¨¢ver, es la muerte in¨²til, s¨®lo necesaria para amedrentar y humillar al oponente pol¨ªtico. La problem¨¢tica de aqu¨ª vista desde el opinador de ese art¨ªculo de peri¨®dico en la bolsa de pl¨¢stico, que no leer¨¢ nunca el asesinado, es la supuesta violencia medi¨¢tica de ese oponente ah¨ª tendido y tambi¨¦n el talante inmovilista del Estado espa?ol, ese "franquismo con votos"que quiere tapar la voluntad del "ser para decidir" vasco. Y el asesino que acaba de inmovilizar y privar de voz para siempre a L¨®pez de Lacalle, as¨ª como tambi¨¦n los Arnaldos que no condenar¨¢n, sino que lamentar¨¢n, dicen que la problem¨¢tica de aqu¨ª es "darle la palabra a Euskal Herria" para "instaurar la democracia vasca desde el Ebro hasta el Adur". Es as¨ª de simple la problem¨¢tica de aqu¨ª, pues desde que el frente de Lizarra se ha constituido en frente patri¨®tico y ocupa la gesti¨®n del poder estatal en este pa¨ªs de unos vascos contra otros, ya existe el dise?o de dos comunidades: una, la que ponga los muertos, los amedrentados, los humillados, y "la otra", la que est¨¢ liberando al Ser y dando la palabra al Pueblo paradisiaco, a ese que va de r¨ªo a r¨ªo. Es el dise?o de nuevo nazismo que inventa un Todo o englobante cualitativo para subsumir a las personas y dejarlas sin voz (y, por supuesto, sin voto) al objeto de d¨¢rsela a la supuesta entidad total Euskal Herria. Por un lado est¨¢ el vac¨ªo m¨¢s completo y sociol¨®gicamente m¨¢s negativo de inmigrantes, gentes no nacidas aqu¨ª, gentes de aqu¨ª pero espa?olistas, franquistas e inmovilistas en lo pol¨ªtico y, por otra, el lleno total de Rh negativo, autocton¨ªa y lengua pr¨ªstina, que "es" y adem¨¢s exige "decidir serlo" entre r¨ªo y r¨ªo. El bloque comunitario nacional de Lizarra ha puesto en marcha ese dise?o totalizador, correspondi¨¦ndole a Ibarretxe la tarea que ya hab¨ªa anunciado tiempos atr¨¢s Egibar: "No queremos la derrota militar de ETA ni tampoco la derrota pol¨ªtica de HB". Esto ya est¨¢ claro; claro est¨¢ tambi¨¦n que el PNV sab¨ªa que, tras romper la tregua, sus asociados de ETA iban a matar y que van a seguir matando. Pero nosotros no aceptamos ese dise?o.
?Qui¨¦nes somos nosotros? Dec¨ªa anteayer Arnaldo Otegi que se hab¨ªa terminado una fase y comenzaba ya otra y, en efecto, supongo que es as¨ª: supongo que ha terminado la fase de los que simplemente solemos ir a comprar la prensa por la ma?ana con un paraguas encarnado cuando llueve para leer las nader¨ªas, insultos y mentiras de esos se?ores vascos que gobiernan el pa¨ªs desde hace m¨¢s de veinte a?os. Supongo que entramos ya en la fase de la agrupaci¨®n de los ciudadanos que no solemos matar para dirimir la correcci¨®n de nuestras opiniones, de los que no solemos mentir para luego calumniar al oponente, de cuantos solemos creer que el pa¨ªs somos todos los paisanos -hayamos nacido aqu¨ª, en Tolosa, como L¨®pez de Lacalle, o en cualquier otra parte del mundo-, queramos o no construir una naci¨®n. La nueva fase nos pone en juego a "nosotros", los que aceptamos abrir nuestra casa a todas las personas de Espa?a y del mundo entero que puedan establecerse aqu¨ª y trabajar con nosotros. A nosotros, los que aceptamos que no se piense como nosotros, pero creyendo siempre que se puede buscar una salida digna para todos sin coacci¨®n. Comienza la fase de "nosotros" cuantos suponemos que siempre alguien tiene razones personales para ir en una direcci¨®n propia, para experimentar por libre y hasta vagar. El deseo de no ser obligado, ni molestado, ni observado por ojo pol¨ªtico alguno; el deseo de pensar e interpretar uno por s¨ª mismo; el deseo de vivir y no de cumplir un papel tribal o nacional. El deseo de dar forma uno mismo a la vida propia, todos esos deseos nos constituyen ya como un nuevo "nosotros" que emerge junto a ese hombre vasco asesinado que yace cubierto por una s¨¢bana blanca en Ando¨¢in. Liberar a este pa¨ªs implica fomentar esos deseos de libertad personal y de autonom¨ªa. Es el abec¨¦ de la costumbre democr¨¢tica y ¨¦ste es el alfabeto en el que tenemos que escolarizar ya a los vascos: nosotros, los que tanto queremos a este pa¨ªs
Mikel Azurmendi es profesor y escritor.
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