Caos en Sierra Leona
Sierra Leona galopa hacia el caos, si es que la antigua colonia brit¨¢nica de ?frica occidental ha salido alguna vez de ¨¦l. La crisis iniciada hace unos d¨ªas, que ha forzado a Londres a enviar paracaidistas para garantizar la evacuaci¨®n de sus ciudadanos, se origin¨® con la muerte de cuatro cascos azules de la ONU y la captura posterior de varios centenares m¨¢s por el Frente Revolucionario Unido, la banda armada m¨¢s poderosa del pa¨ªs, que controla la mitad de su territorio. Los rehenes de la ONU (indios, nigerianos, zambianos) fiscalizaban el desarme de los grupos que han protagonizado durante ocho a?os una de las guerras civiles m¨¢s espantosas de ?frica. En ese conflicto, que, como su rebrote, se alimenta del contrabando de diamantes, han muerto decenas de miles de personas y otras han sido salvajemente torturadas o mutiladas. El llamado Frente Revolucionario, leal al antiguo cabo Foday Sankoh, es su cara m¨¢s sanguinaria.La guerra tribal y el bandidismo han hecho de Sierra Leona (menos de cinco millones de habitantes) un esqueleto inviable de pa¨ªs. El presidente Kabbah manda en la capital, Freetown, donde ayer se combat¨ªa entre milicias rivales, y poco m¨¢s. Escuelas, cl¨ªnicas u oficinas estatales han sido reducidas a escombros por la lucha de facciones. En este paisaje, la ONU ha desplegado a m¨¢s de 8.000 soldados para garantizar una paz nunca respetada. Pero, como ha sucedido en otros escenarios africanos (Angola, Somalia, Ruanda) y no africanos (Bosnia), la organizaci¨®n internacional tiene pocas probabilidades de conseguirlo. Una vez m¨¢s se juntan lo inadecuado de su armamento y la ambig¨¹edad de su mandato. ?C¨®mo puede la ONU hacer un trabajo b¨¢sicamente militar, como es el de garantizar el desarme de grupos sin escr¨²pulos y nada que perder, si no es incapaz de proteger a sus propios soldados?
La OUA ha exigido la liberaci¨®n inmediata de los cascos azules. Hoy debe celebrarse en Nigeria una cumbre regional sobre la crisis y Washington estudia si contribuye con su capacidad de transporte a reforzar la presencia armada de la ONU en el pa¨ªs africano. Los 5.000 nuevos soldados que Kofi Annan ha pedido para Sierra Leona convertir¨¢n esta misi¨®n pacificadora en la m¨¢s nutrida hasta la fecha. Pero todo apunta a que una vez m¨¢s se est¨¢ gestando una situaci¨®n fuera de control en una regi¨®n ya aplastada por guerras regionales que se reproducen y encadenan. La ONU, que necesita un replanteamiento radical de sus actuaciones militares, est¨¢ a las puertas de otro sangriento embrollo, del que dificilmente podr¨¢ salir sin pagar un alto precio.
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