Mejorando lo presente, el Tigre de Gales
Mejorando lo presente, es ¨¦l. La Voz. El Hombre. El Tigre de Gales. Tom Jones. Lleva en la carretera 40 a?os, tiene 59 y sigue siendo uno de los cantantes m¨¢s respetados (y deseados) del planeta. Ha vuelto, y con m¨¢s garra que nunca. Su ¨²ltimo disco, Reload, lleva tres semanas de n¨²mero uno en Espa?a, y varias m¨¢s en muchos otros pa¨ªses. El Tigre ara?a de nuevo. Una de las razones es, probablemente, la lista de fans y colaboradores que participan en el disco: Stereophonics, The Cardigans, James Dean Bradfield (de Manic Street Preaches), Natalie Imbruglia, Van Morrison, Robbie Williams, The Divine Comedy, Cerys Matthews (de Catatonia), Simply Red, Space, Barenaked Ladies, The James Taylor Quartet, Portishead, Heather Small, Mousse T., Zucchero, The Pretenders. Pero hay otras, quiz¨¢ m¨¢s eternas e importantes: su voz grave inconfundible, su camale¨®nico talento para reinventarse y su capacidad para ejercer de hijo de minero y dejar la ¨²ltima gota de energ¨ªa en su trabajo. Eso, por no hablar de su sensualidad bronceada y honradota de macho enjoyado, su pecho descubierto y su gigantesco repertorio rock, pop y rithm & blues, mezcla de hits propios y ajenos como It?s not unusual, Delilah, She drives me crazy, Kiss y un largo etc¨¦tera.
La historia es vieja: Thomas Jones Woodward, nacido el 7 de junio de 1940 en Pontypridd, sur de Gales, comenz¨® a cantar en la iglesia y el coro del colegio. A los 16 a?os, acab¨® su etapa escolar sin pena ni gloria, pero un a?o m¨¢s tarde estaba casado y con un hijo. La necesidad lo coloca entonces en una amplia gama de trabajos cutres: pe¨®n de alba?il, cortador de guantes, empleado en una f¨¢brica de papel, vendedor ambulante de aspiradores... Pero por las noches canta en los pubs con grupos del lugar, inspir¨¢ndose en artistas como Solomon Burke, Tennessee Ernie Ford, Little Richard o Big Bill Broonzy.
En 1963, Tommy Scott and the Senators eran ya muy conocidos en los exigentes clubes de la workin' class local. Durante una de esas actuaciones, Gordon Mills se fija en Tom y acaba siendo su primer manager. "Me bast¨® con o¨ªr los primeros acordes para saber que pod¨ªa ser el mejor cantante del mundo", dijo.
Su voz era escandalosa y demasiado potente; la actuaci¨®n, demasiado atrevida y sexual: el primer disco fue un pelotazo y lo dem¨¢s vino rodado. Tom cantaba como un negro y se mov¨ªa como Elvis Presley, con quien por cierto comparti¨® amistad y admiraci¨®n. Se dice que Elvis sol¨ªa calentar la voz con Delilah antes de sus propias actuaciones, y que en la ¨¦poca de Green green grass of home (1966) llamaba a las emisoras de radio para pedir que la pusieran.
Luego fue showman en Las Vegas y en la televisi¨®n, llen¨® auditorios en todo el mundo y sedujo a damas y caballeros con esa sencilla y sofisticada forma de comunicar que s¨®lo tienen los que nacen para eso. Superado el bache de los ochenta, su versi¨®n del Kiss de Prince, su disco con Van Morrison, grabado en una sola tarde, y su c¨®mica aparici¨®n estelar en Mars attack nos devolvieron al felino de rizos. Para mejorar lo presente.
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