Cambiar
Desde hace un tiempo, hay bronca en el Camp Nou, quiz¨¢ porque el estadio todav¨ªa es el escenario natural en el que el hincha puede pedir cuentas sin que le exijan el nombre y apellidos antes de tomar la palabra. A cada derrota, sin respetar curr¨ªculo alguno, responde el aficionado mal humorado con el mismo grito: "Fuera Van Gaal; N¨²?ez dimisi¨®n". Ya no se conforman con dirigirse al palco, pa?uelo en mano, para que act¨²e sobre el banquillo sino que deslegitiman al presidente para que tome una decisi¨®n tan trascendente como la de echar al entrenador.
Ocurri¨® cuando estaba Robson y sucede con Van Gaal, aunque no pas¨® lo mismo con Cruyff, porque entonces N¨²?ez se cuid¨® muy mucho de distanciarse del entrenador, sobre todo en la derrota, entre otras cosas para que as¨ª pudiera destituirle como el acto m¨¢s natural del mundo.
Hoy, por contra, el presidente no puede desligarse del t¨¦cnico, porque ha venido diciendo que el proyecto de uno es la filosof¨ªa del otro, as¨ª que si N¨²?ez destituye a Van Gaal ser¨ªa como si dimitiera, y de ah¨ª la petici¨®n del aficionado cabreado. El proceder nu?ista augura para los pr¨®ximos d¨ªas un proceso de lapidaci¨®n p¨²blica del entrenador para despu¨¦s operar ante el clamor popular y evitar que la marea le arrastre igualmente, o, en contrapartida, en el supuesto de que el Bar?a ganara la Liga, reforzar la decisi¨®n presidencial de mantener al t¨¦cnico holand¨¦s, cosa que parece por ahora dif¨ªcil.
Van Gaal ha perdido el ascendiente de la plantilla, que ha hablado claro por boca de Figo, pidiendo la intervenci¨®n de la junta, aunque se sabe que el vestuario est¨¢ fracturado. Tiene a gran parte de la afici¨®n en contra, pues no entiende por qu¨¦ el plantel en lugar de enriquecerse se ha empobrecido, Rivaldo ha dejado de ser la soluci¨®n para convertirse en un problema y se ha pasado de lograr tres t¨ªtulos en el primer a?o a la posibilidad de quedarse a cero en en tercero. Est¨¢ peleado con la prensa, con la que se cruza descalificaciones y mantiene una actitud revanchista. Y su cr¨¦dito entre la profesi¨®n ha disminuido por su incapacidad para manejarse en cualquier partido, y especialmente en los grandes acontecimientos, como ante el Valencia, en que no hizo nada para que pasara algo.
Van Gaal aguantar¨¢ el tiempo que necesita N¨²?ez para reafirmarse en un cargo para el que est¨¢ elegido hasta el a?o 2002. El problema es que el cambio de entrenador no le garantiza al presidente un mandato m¨¢s placentero, como ¨¦l mismo ha reconocido diciendo que se "utilizan a los t¨¦cnicos para ir contra mi persona". A N¨²?ez no s¨®lo se le recrimina que se haya vendido a Van Gaal sino que haya dejado de ejercer de presidente, de manera que ahora se siente prisionero de su v¨ªnculo con el entrenador.
Lo que se discute en el fondo es la manera de hacer las cosas que tiene N¨²?ez, muy alejada del esp¨ªritu del club, que siempre fue tolerante, integrador, plural. La c¨®lera de la hinchada es fruto de la crispaci¨®n sembrada por la junta, que ha avivado la fractura social m¨¢s que fomentado la unidad; la acritud de la prensa es consecuencia del maltrato que le ha dispensado la directiva; y el rechazo que provoca en el f¨²tbol general es consecuencia de la mala gesti¨®n que se hace en el club.
M¨¢s que hacer cambios, al presidente se le pide que cambie, que frene la desnaturalizaci¨®n del equipo, que mejore el modelo de club y que cuide mejor de la hinchada y no solamente de quienes le votan, porque si no, cuando se quiere prender la mecha para remontar partidos como el del mi¨¦rcoles, resulta que no hay le?a. El desgaste social ha sido tan tremendo que el club ha perdido calor humano y capacidad de comprensi¨®n.
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