Dem¨®cratas en cuarteles de Franco
El editor le extendi¨® un tal¨®n en blanco, pero pudo m¨¢s su prudencia. Corr¨ªa el a?o 1977 y Julio Busquets (Barcelona, 1933) tem¨ªa que la publicaci¨®n de sus memorias, "con un tema tan tab¨² como el Ej¨¦rcito", se convirtiera en un elemento desestabilizador para la incipiente democracia y pusiera en peligro las carreras de los militares que deb¨ªa citar en sus p¨¢ginas.Por eso, Busquets -uno de los fundadores de la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica (UMD) que sufri¨® seis meses de prisi¨®n por suscribir el Manifiesto de Barcelona y fue diputado socialista durante 16 a?os- ha dejado transcurrir casi un cuarto de siglo antes de sacar a la luz las 400 p¨¢ginas de Militares y Dem¨®cratas. Unas memorias que narran el arriesgado papel jugado desde 1951 por un grupo clandestino de militares con conciencia democr¨¢tica para abolir la dictadura desde sus mismas entra?as: los cuarteles franquistas.
El pasado mi¨¦rcoles por la tarde, durante la presentaci¨®n del libro en el Colegio Mayor Rector Peset, en Valencia, con la presencia de Joan Lerma, Joan Rib¨® y un destacado miembro valenciano de la UMD, Josep Llu¨ªs Pitarch, el autor brome¨® sobre el ¨¦xito editorial en el que se habr¨ªan convertido sus memorias en la transici¨®n: "Habr¨ªan sido un best-seller porque el Ej¨¦rcito era un tema muy candente, pero al menos ahora el libro ya no puede perjudicar a ninguno de sus protagonistas... porque ya est¨¢n perjudicados por el paso del tiempo: todos est¨¢n jubilados".
A pesar de todo, ha citado con iniciales a dos capitanes a los que sorprendi¨® registrando su habitaci¨®n en la residencia de oficiales en 1962 en busca de papeles comprometedores. El mismo anonimato piadoso con el que ha protegido al comandante que le orden¨®, mientras dise?aba un plan de defensa de Barcelona, que no orientara la artiller¨ªa hacia el norte (en previsi¨®n de un hipot¨¦tico ataque franc¨¦s), sino hacia los barrios obreros de la ciudad. "El enemigo est¨¢ ah¨ª", le recalc¨® aquel comandante, tan partidario del r¨¦gimen que llegaron a encerrarse en el cuarto de documentos clasificados del Estado Mayor para resolver a pu?etazos sus diferencias ideol¨®gicas.
El libro desvela una paradoja sorprendente: detr¨¢s de la aparici¨®n de un pu?ado de militares con conciencia democr¨¢tica en los cuarteles se encontraban un h¨¦roe franquista de la Guerra Civil, el capit¨¢n Luis Pinilla, y el padre Llanos, "uno de los m¨¢s brillantes predicadores de la posguerra que lleg¨® a dirigir los ejercicios espirituales del propio Franco". Ambos eran profesores de la Academia General Militar de Zaragoza en 1950 y asombraron a los cadetes, como Busquets, con sus ense?anzas contra situaciones tan extendidas en el Ej¨¦rcito en aquel tiempo como los castigos corporales, las tareas serviles o el analfabetismo.
Busquets relata que el mensaje cr¨ªtico de ambos acab¨® chocando cotra el sistema. Los dos abandonaron la academia en 1951, asqueados al ver que sus alumnos eran llevados a votar en sustituci¨®n de muertos y desaparecidos, en un proceso electoral falseado por el r¨¦gimen. Aquel verano, Pinilla y Llanos reunieron en un paraje segoviano a 66 militares, 26 cadetes y 31 aspirantes, miembros de la reci¨¦n creada organizaci¨®n clandestina Forja, con la que pretend¨ªan mejorar la formaci¨®n ¨¦tica e intelectual de los militares.
Durante una d¨¦cada, organizaron campamentos, siguieron un plan de formaci¨®n con libros de Aranguren o Garcia Escudero y hac¨ªan proselitismo en los cuarteles. Para ingresar en el grupo, los militares deb¨ªan jurar guardar secreto, vestidos de uniforme y ante un sacerdote. Hasta que en 1959, Forja hab¨ªa crecido tanto que la dictadura, asustada, decidi¨® disolverla. La represi¨®n contra ellos se agudiz¨® tras el Congreso de Munich de 1962, en el que Madariaga dijo que contaban con militares para acabar con la dictadura. Busquets recuerda que el Servicio de Informaci¨®n alquilaba la habitaci¨®n contigua a la suya en todos los hoteles. Incluso en su viaje de novios.
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