Mercenarios
La reciente publicaci¨®n de la biograf¨ªa de Samuel Bronston, con un amplio espacio dedicado al rodaje en Espa?a de El Cid, ha puesto de moda a los mercenarios. Dice el diccionario de la Real Academia Espa?ola que mercenario se aplica "a la tropa que por estipendio sirve a un poder extranjero". Por extensi¨®n, todo aquel individuo o grupo que guerrea en el bando de un se?or por dinero o por prebendas. Pero este origen militar ha ido difumin¨¢ndose con los ej¨¦rcitos profesionales y los mercenarios se han desplazado hacia la pol¨ªtica, el periodismo, los negocios o el deporte. Basta con repasar la biograf¨ªa de algunos ministros (Josep Piqu¨¦, Pilar del Castillo o Celia Villalobos), de altos cargos valencianos como Jos¨¦ Vicente Villaescusa o Antonio Lis o de incontables financieros y futbolistas para comprobar que el color de los billetes suele predominar sobre otras tonalidades. A prop¨®sito de colores, siempre recuerdo el desprecio con el que mi abuela materna hablaba de un tipo que hab¨ªa sido un delator en el Utiel de la posguerra. El colores fue el apodo que un pueblo vencido y traicionado colg¨® de la espalda de aquel tr¨¢nsfuga.De cualquier modo, la palabra mercenario goza de muy mala fama y nadie reconocer¨¢ esa condici¨®n. Los mercenarios suelen apelar, con el mismo fundamentalismo que en sus tiempos juveniles de la extrema izquierda, a la evoluci¨®n de la vida, a la adaptaci¨®n de las biograf¨ªas a los avatares de la historia. Pero curioso resulta que los travestismos siempre navegan con el viento a favor. Salvo errores de c¨¢lculo, los mercenarios acostumbran a elegir el caballo ganador, el partido pol¨ªtico en alza, la empresa en expansi¨®n, el ej¨¦rcito victorioso... Aquellos que se pasan con armas y bagajes al campo de los perdedores devienen seres ex¨®ticos y raros, tildados con frecuencia de rom¨¢nticos trasnochados. Estos calificativos suelen proclamarlos precisamente aquellos que reniegan de su pasado para justificar su presente. Pero la filosof¨ªa popular descubri¨® su juego hace siglos cuando acu?¨® la frase de "no hay peor jud¨ªo que el converso".
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