La paz escolar
Conoc¨ª a Ra¨²l V¨¢zquez como director general de Ense?anzas Medias en los tiempos de UCD. Permaneci¨® en el puesto con cuatro ministros: Cavero, J.A.Ortega, Otero Novas y Mayor Zaragoza. En los peque?os conflictos con la Iglesia, siempre predominaba el di¨¢logo, sin concesiones serviles, y desde luego la paz. Yo comprend¨ª, entonces, que Ra¨²l V¨¢zquez era el punto de referencia siempre, especialmente cuando los nubarrones nos privaban de la visibilidad. Luego lo pude comprobar cuando pilot¨® la Secretar¨ªa General T¨¦cnica del CEU y como subconsejero de la Comunidad de Madrid. Ten¨ªa una tendencia innata a llevar las tramas m¨¢s complejas dentro de la comunidad educativa. Por supuesto, conoc¨ªa muy bien los derechos institucionales de la Iglesia, hab¨ªa penetrado en sus fundamentos y era una delicia o¨ªrle exponer los argumentos de una y otra parte. Era un gran creyente y un gran pol¨ªtico nacido para el di¨¢logo.Trabajador incansable, este catedr¨¢tico de instituto fue elegido siempre para los cargos de la Administraci¨®n m¨¢s conflictivos en el sistema de la ense?anza. Su actitud abierta fue en todo momento reconocida por los adversarios pol¨ªticos. El d¨ªa de su operaci¨®n, cuando nos enteramos del diagn¨®stico quir¨²rgico, celebr¨¢bamos a esa hora un seminario sobre la presencia del hecho religioso, en el sistema escolar. Participaban expertos de todas las tendencias. La voz un¨¢nime de todos fue alarmante: la desaparici¨®n de Ra¨²l sopon¨ªa la mayor cat¨¢strofe para el debate educativo.
Vivi¨® siempre trabajando por el Pacto Escolar. Fue quien me empuj¨® a liderar la Declaraci¨®n Conjunta a favor de la Educaci¨®n que firmaron 18 organizaciones y sindicatos de la comunidad educativa el d¨ªa 17 de septiembre de 1997. Ra¨²l firm¨® tambi¨¦n como yo y otros 12 a t¨ªtulo personal. La firma de Ra¨²l V¨¢zquez fue quiz¨¢ una de las m¨¢s significativas por el puesto que ocupaba en aquel momento en la Administraci¨®n auton¨®mica de Madrid. Pero no dud¨® un momento en suscribir lo que todos hab¨ªamos pactado. Ten¨ªa muy claro que "la educaci¨®n espa?ola, en sus aspectos b¨¢sicos, no puede quedar sometida a los vaivenes de la coyuntura pol¨ªtica y econ¨®mica", como se dice en la misma Declaraci¨®n Conjunta. Ya hab¨ªa llegado el momento de considerar a la educaci¨®n "como una cuesti¨®n de la m¨¢xima prioridad".
Despu¨¦s tuve la suerte de vivir y participar en la satisfacci¨®n inmensa que sent¨ªa cuando consigui¨® un pacto parecido entre los agentes sociales de la educaci¨®n y las autoridades educativas de la Comunidad de Madrid.
No era pensable entonces que despu¨¦s de todo aquello volvi¨¦ramos a las tribales querellas de huertanos que de nuevo parecen dominar entre los actores de la ense?anza. Ra¨²l sigui¨® mirando siempre por encima de las tapias y nos segu¨ªa animando a divisar los horizontes mucho m¨¢s estimulantes de los grandes desaf¨ªos de la educaci¨®n en Espa?a. Aprender a aprender, durante toda la vida, y educarnos para vivir juntos.
S¨¦ que en los ¨²ltimos d¨ªas con pleno conocimiento, alguien le recordaba la Gran Cruz de AlfonsoX el Sabio que el Gobierno le hab¨ªa concedido, pero que, desgraciadamente por su estado de salud, no le pudo ser impuesta con la solemnidad y el agradecimiento un¨¢nime de todos como el acto requer¨ªa. Ra¨²l, con toda serenidad, contest¨®: "Tengo otra cruz m¨¢s grande y mejor". Su desaparici¨®n nos deja hu¨¦rfanos a todos, a los de la ense?anza p¨²blica y a los de la concertada. A los que nos debatimos todav¨ªa por buscar f¨®rmulas de racionalidad, de equidad, de comprehensividad y de calidad. El ejemplo de Ra¨²l tiene que permanecer en la memoria de todos los contendientes.- , presidente de la Fundaci¨®n Encuentro.
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