El bosque de Ibarrola
Una visi¨®n simplificada, interesadamente simplificada, de la realidad nos viene ofreciendo una imagen dualista de la situaci¨®n en Euskadi, con los nacionalistas de un lado y frente a ellos los integrantes del Foro de Ermua y el PP, cuya pol¨ªtica espa?olista ser¨ªa secundada casi siempre por el PSOE. Blanco contra negro. A partir de ah¨ª, y no s¨®lo en el discurso del PNV, una vez reconocido pro forma el car¨¢cter criminal o fascista de la estrategia de la muerte etarra, las cr¨ªticas se despliegan exclusivamente contra ese supuesto alineamiento de quienes en la cuesti¨®n vasca secundan al "nacional-aznarismo", compartiendo una "alienaci¨®n uniformadora" (V¨¢zquez Montalb¨¢n dixit). Nada tiene de extra?o que el planteamiento suscite una saludable convergencia con los partidarios desde Lizarra de no incurrir en tan penosa enajenaci¨®n pol¨ªtica y mantener el enlace con el brazo legal del terror; la carta a este diario del subdirector de Deia fue una buena muestra de agradecimiento hacia ese dualismo disfrazado de esp¨ªritu cr¨ªtico.Ocurre, sin embargo, que una m¨ªnima disecci¨®n de ese supuesto monolito antinacionalista permite apreciar que sus componentes son heterog¨¦neos, y como tales se han manifestado y se manifiestan. Lo que el escritor citado y Lapitz califican de "alienaci¨®n uniformadora" tiene un nombre en la historia pol¨ªtica del sigloXX: unidad antifascista. A estas alturas, resulta una trivializaci¨®n inaceptable reconocer primero que existe en Euskadi una situaci¨®n de fascismo, con nacionalsocialismo de kale borroka y terror conjugados, y no extraer de ah¨ª la conclusi¨®n de que todos los sectores democr¨¢ticos han de confluir en una acci¨®n conjunta de defensa de las instituciones, as¨ª como de la vida y dignidad de quienes las encarnan. Poner piedras en este camino es tanto como hacerles el juego a los violentos.
Otra cosa es que las pol¨ªticas y, por encima de ellas, los planteamientos relativos a la historia y el futuro de la sociedad vasca tengan que ser coincidentes. Algunos podremos aceptar la perspectiva de una autodeterminaci¨®n sobre la que cabr¨ªa hablar una vez que se haya disipado totalmente la sombra del terror y exista la presunci¨®n razonable de una mayor¨ªa democr¨¢tica por la independencia. Otros ser¨¢n contrarios a ella. Cabr¨¢ censurar o recomendar la insistencia del PP en proponer elecciones a corto plazo. Pero por encima de ello hay que colocar la unidad de los dem¨®cratas frente a la muerte y, como acaba de hacer Redondo Terreros, la petici¨®n de que se recuperen ¨¢mbitos de discusi¨®n entre dem¨®cratas, no nacionalistas y nacionalistas, en la estela de Ajuria Enea.
Porque lo que est¨¢ en juego no es la independencia o la espa?olidad de Euskadi, sino una evoluci¨®n hacia un exclusivismo te?ido de xenofobia y de violencia, a la sombra de Lizarra, o una consolidaci¨®n de la democracia, en la que cabe una construcci¨®n nacional vasca mucho m¨¢s compleja que la actual utop¨ªa irredentista de poner fronteras en el Ebro y en el Adour, convirtiendo el euskera en lengua sagrada de uso obligatorio. Tal vez por eso Agust¨ªn Ibarrola se ha convetido en un s¨ªmbolo cuya obra los violentos pro-ETA intentan destrozar. Profundamente vasco, comprometido desde su juventud con una visi¨®n progresista del pa¨ªs, sus creaciones respondieron siempre al intento de proponer una sociedad vasca integrada, donde los trabajadores aut¨®ctonos acogieran solidariamente a los llegados de fuera y la especificidad vasca sirviera de matriz al desarrollo de una cultura universalista. Recuerdo perfectamente sus ¨²ltimos a?os de militancia en el Partido Comunista de Euskadi, al que dot¨® de una simbolog¨ªa original, y en momento alguno renunci¨® a una ¨®ptica estrictamente vasquista. Vinculado siempre en su acci¨®n a las luchas obreras y democr¨¢cticas contra el franquismo, y a la muerte del dictador a la b¨²squeda de una alternativa vasca progresista, Ibarroja dej¨® en su bosque pintado el emblema de su proyecto: la identidad vasca como soporte de una imaginaci¨®n y de una comunicaci¨®n humanas, bajo el signo de la fraternidad. Es tristemente l¨®gico que la barbarie pretenda destruirlo.
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