La fiesta reunificada de la pelota
El pacto de no agresi¨®n empresarial devuelve el mejor espect¨¢culo posible a la pelota a mano. Cerrado el par¨¦ntesis de la pasada edici¨®n (Beloki venci¨® a Arretxe en un campeonato escindido y reservado para pelotaris en n¨®mina de Asegarce), hoy se reedita una final esperada y l¨®gica, aunque incierta. Rub¨¦n Beloki y Patxi Eugi, dos navarros, los favoritos, dirimen en el front¨®n Atano III de San Sebasti¨¢n (ETB-1, 12.00) la supremac¨ªa del manomanismo, hegemonismo que est¨¢ representado por una codiciada txapela que en los ¨²ltimos a?os ha lucido en el domicilio del zaguero de Burlada.La cita m¨¢s importante del a?o para la pelota vasca re¨²ne en la cancha a dos reputados pelotaris, consagrados pese a su juventud y sobradas dotes para abrillantar la historia de este deporte. Beloki (Burlada, 1974) y Eugi (Aoiz, 1971) oponen hoy fortaleza, t¨¦cnica, estrategia, habilidad y raza, casi a partes iguales, lo que hace barruntar una final manomanista igualada y plena de emociones.
Un Beloki-Eugi es, hoy por hoy, el partido m¨¢s atractivo que puede presenciar el aficionado y el m¨¢s rentable para la taquilla. Este duelo, si no lo remedian las pujantes generaciones, est¨¢ en v¨ªas de convertirse en un duelo cl¨¢sico de la pelota, semejante al que protagonizaban hace una d¨¦cada Retegi-Galarza.
Beloki, el campe¨®n reinante, atesora todos los atributos de un campe¨®n con may¨²sculas. De ah¨ª que lo sea, sin discusi¨®n para la c¨¢tedra, desde que logr¨® la primera txapela antes de cumplir 20 a?os. Es reacio a admitir que la pelota viva la era Beloki, aunque la historia reciente es incuestionable para contradecirle. Ha cimentado su autoridad en un juego sin concesiones a su persona y al adversario. La clave est¨¢ en la disciplina con que ejecuta cada uno de sus golpeos a la pelota. Beloki los interioriza de tal forma que en cada latigazo le va el alma, y as¨ª se comprende que la pelota viaje tan lejos y tan r¨¢pido.
Beloki, tres veces triunfador en esta competici¨®n, insistir¨¢ hoy en ello. Armar¨¢ los brazos hasta romper el cuero de la pelota, con el fin de tener a Eugi siempre a sus espaldas, pegado al rebote si es posible. Redondea sus virtudes con un saque impropio de un zaguero: saca fuerte, r¨¢pido y ajustado. S¨®lo puede fallar si le flaquea el ¨¢nimo y la concentraci¨®n.
Enfrente, Eugi, campe¨®n en 1996, posee otras tantas cualidades. Quiz¨¢s empeore en el resto, que no es poco. Sin embargo, es gr¨¢cil en la cancha, el¨¦ctrico cuando azota la pelota e inasequible al desaliento. Urdi¨® una peque?a trampa en la selecci¨®n del material, al reservar para este partido dos pelotas ligeritas con poco bote, que premian a quien sepa jugar tambi¨¦n con los ri?ones.
Las apuestas (momios) salen por pura inercia a favor de Beloki, pero la realidad dicta otra cosa distinta. Las fuerzas est¨¢n muy parejas; Beloki y Eugi tienen ganas de verse las caras de nuevo tras la reunificaci¨®n del torneo manomanista. Es la fiesta que todo el mundo esperaba.
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