La 'narcosala' de Madrid empieza a salvar vidas
Madrid entero viv¨ªa el mi¨¦rcoles pendiente de la final de la Copa de Europa, pero en Las Barranquillas, un poblado chabolista de las afueras de la capital, no se hablaba de f¨²tbol. Ra¨²l, de 33 a?os, empez¨® a tontear con la hero¨ªna a la misma edad, 18 a?os, en que su famoso tocayo se convert¨ªa en un ¨ªdolo de masas. Ahora, cada ma?ana se despierta en la calle con un ¨²nico objetivo: comprar e inyectarse su dosis.Como ¨¦l, unas cuatro mil personas, seg¨²n la polic¨ªa, se acercan cada d¨ªa a Las Barranquillas, el mayor hipermercado de droga de Espa?a, a comprar su dosis y consumirla. En este poblado, al sur del barrio Vallecas Villa, todo gira en torno a la droga. All¨ª no sorprende que una ni?a de 10 a?os se acerque al visitante despistado y le diga: "?Quieres coca, ni?o?".
En este s¨®rdido paisaje abri¨® sus puertas el mi¨¦rcoles la primera narcosala de Espa?a. Un prefabricado de 200 metros cuadrados en el que los heroin¨®manos pueden acceder con su dosis para pincharse en condiciones higi¨¦nicas. En su interior hay personal sanitario que les asesora y les atiende en caso de sobredosis. Adem¨¢s, pueden recibir informaci¨®n sobre los programas de desintoxicaci¨®n que la Comunidad les ofrece, intercambiar jeringuillas y analizar sus papelinas para determinar qu¨¦ sustancias contienen.
La Comunidad de Madrid aprob¨® por unanimidad el proyecto -que funciona en otros pa¨ªses como Holanda y Suiza- en noviembre de 1999, tras largas negociaciones y con la oposici¨®n de asociaciones de vecinos de Vallecas.
Con la narcosala se pretende evitar situaciones como la que describe Antonio, de 36 a?os, que se inyect¨® hero¨ªna por primera vez a los 13 y que lleva nueve sometido a un tratamiento sustitutivo de metadona, durante el cual ha sufrido tres reca¨ªdas y dos ingresos en prisi¨®n: "Para picarme, yo he llegado a coger agua de los parabrisas de los coches, de las hojas de los ¨¢rboles o de un charco. Despu¨¦s me met¨ªa en una alcantarilla para chutarme. Cuando llevas tanto tiempo ya no te quedan ni venas. Tienes que bajarte los pantalones y pincharte en las piernas. Todo un espect¨¢culo. Dicen que las ratas, en las alcantarillas, llegan a engancharse al caballo de comer las gotas de sangre que quedan en las chutas".
El mi¨¦rcoles, Ra¨²l y su amigo, como tantos otros heroin¨®manos que deambulan por Las Barranquillas, no se han acercado a la narcosala. Han preferido pincharse en el solar de la entrada del poblado, como siempre.
A Ra¨²l no le ha dado tiempo a ponerse su dosis porque a su amigo la suya le ha sentado mal. "?ste est¨¢ muy chungo", comenta mientras intenta hacer andar a su amigo. "Llamad a alguien, joder", grita al ver que su amigo no ha aguantado m¨¢s y se ha desplomado. Unos j¨®venes de la ONG M¨¦dicos del Mundo, una de las organizaciones que trabajan con los toxic¨®manos del poblado, trasladan a los dos a la narcosala. As¨ª, el amigo de Ra¨²l se convierte probablemente en la primera vida salvada en la sala. Jos¨¦ Modesto tuvo menos suerte. ?l se meti¨® una sobredosis algunas horas antes de que se abriera la nueva instalaci¨®n, y nadie pudo evitar su muerte en el interior de una furgoneta.
Una hora m¨¢s tarde, Ra¨²l sale de la narcosala. Su amigo sigue dentro en observaci¨®n, pero est¨¢ ya fuera de peligro. Ra¨²l ha analizado su dosis y se la ha inyectado en la sala. Le ha gustado el lugar. Tanto, que ahora va a comprar coca¨ªna y volver¨¢ a inyect¨¢rsela. Con ¨¦l, 52 toxic¨®manos acudieron a la narcosala el primer d¨ªa. De ellos, 21 se pincharon, 19 solicitaron informaci¨®n y 12 fueron a por jeringuillas o papel de plata para fumar chinos.
El jueves hay menos actividad en Las Barranquillas. Se comenta que hay muchos polic¨ªas de paisano, y la gente se esconde m¨¢s. Sin embargo, s¨®lo se practican 56 intervenciones para atender a las 41 personas que acuden a la narcosala: 21 para pincharse, nueve para informarse y el resto para intercambiar jeringuillas.
Mar¨ªa, de 27 a?os, es machaca, una especie de esclava de los traficantes. "Ni?o, ?ya has pillado?", pregunta. "Yo ya he estado en la narcosala", comenta al ver que no hay negocio. "Est¨¢ muy bien, me gusta que se preocupen por nosotros. Pero te corta un poco el rollo. Te tienes que pinchar sola, en una cabina, y a nosotros nos gusta ponernos con gente. En el fondo, nos gusta la intemperie".
Alberto tiene 38 a?os y vive en el poblado. Ha ido a la narcosala, pero no se ha pinchado, s¨®lo ha pedido informaci¨®n. "La verdad es que est¨¢ muy bien, pero el problema es que est¨¢ muy apartada. Ahora nos est¨¢n dando una mierda de hero¨ªna, y la gente viene muy mal. No se te ocurre andar un kil¨®metro hasta aqu¨ª. Vivimos muy al d¨ªa, y hacer planes nos da v¨¦rtigo. ?T¨² te crees que nos preocupamos por nosotros mismos?".
El boca a boca funciona, y ya el viernes la narcosala realiz¨® 187 intervenciones a los 47 heroin¨®manos que acudieron. Es s¨®lo el tercer d¨ªa y ya los c¨¢lculos m¨¢s optimistas de los responsables del proyecto -atender a 150 personas al d¨ªa- parecen al alcance de la mano.
Pero, al caer la noche, Las Barranquillas vuelve a ser el mismo lugar desprotegido. A eso de las 4.30, un hombre de 29 a?os fue hallado muerto por parada cardiorrespiratoria. Un n¨²mero m¨¢s en esa siniestra lista de muertos por sobredosis, que en 1998 alcanz¨® los 153 en la Comunidad de Madrid
Higiene, seguridad e informaci¨®n
Quiz¨¢s por aquello del color de la esperanza, los trabajadores de COCAS, la empresa adjudicataria de la gesti¨®n de la narcosala en concurso p¨²blico por 111 millones de pesetas anuales, han elegido unas camisetas verdes como signo distintivo.Veinticinco personas, entre m¨¦dicos, enfermeros y trabajadores sociales, se encargan, por turnos, de atender a los que se acercan a la sala, vigilada por dos guardas jurados.
El Dispositivo Asistencial de Venopunci¨®n -nombre t¨¦cnico de la sala- est¨¢ situado en una antigua vaquer¨ªa, a un kil¨®metro de Las Barranquillas. Cuenta con 10 cabinas individuales, en las que los toxic¨®manos pueden consumir sus dosis. Dispone tambi¨¦n de una unidad de resucitaci¨®n pulmonar.
Abre cada d¨ªa de nueve de la ma?ana a nueve de la noche, y a ella puede acceder cualquier persona mayor de edad que se acerque con su dosis. No se exige documentaci¨®n, s¨®lo en caso de duda sobre si es mayor de edad. Si un menor pide entrar, los empleados tienen la indicaci¨®n de llamar a la polic¨ªa judicial.
Adem¨¢s de consumir la droga, los toxic¨®manos pueden recibir informaci¨®n sobre programas de desintoxicaci¨®n y recoger jeringuillas, agua destilada o papel de plata para los chinos. Pueden analizar la droga, si bien el an¨¢lisis s¨®lo determina qu¨¦ sustancias hay en la papelina, pero no en qu¨¦ proporci¨®n, pues eso requerir¨ªa al menos 24 horas.
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