Clamor

Mientras la oposici¨®n valenciana recorre lentamente el largo camino hacia su rearme y depuraci¨®n las noticias que trasladan los errores gubernamentales hasta el p¨²blico se convierten en pasto de debate pol¨ªtico de la mano de los comunicadores. Parece como si la prensa estuviese agazapada en los bancos de la oposici¨®n tomando debida nota de discursos, propuestas, renuncios y correcciones para convertirlos de inmediato o en argumento a favor del gobierno o en cebo para que la oposici¨®n se manifieste, despu¨¦s de ofrecerle la primicia. No es la primera temporada que eso ocurre entre nosotros; hubo un tiempo -que dur¨® y mucho-, en que ciertos medios de comunicaci¨®n llevaban la batuta de la oposici¨®n y mov¨ªan cuerdas y metales a su antojo.La noticia que daba cuenta del discurso que el presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, Carlos Fabra, hab¨ªa dirigido a militantes de Nuevas Generaciones a prop¨®sito de lo que seg¨²n el presidente predomina entre los estudiantes activistas universitarios valencianos, ha desatado un rosario de comunicaciones, declaraciones institucionales y posicionamientos de toda suerte de colectivos pol¨ªticos escenificando, de nuevo, el desencuentro entre el PP y al menos la mitad de las universidades ubicadas en nuestra Comunidad.

Cuando escribo esta columna aun no se ha producido el anunciado comunicado conjunto de las universidades (o de tres de ellas), pero es de prever que va a reproducir los tradicionales argumentos en favor de la autonom¨ªa universitaria que se esgrimen como ant¨ªdoto cada vez que hay un desacuerdo grave entre ellas y el Gobierno valenciano. Pero precisamente a pocas semanas del nombramiento del nuevo director general que ha de ocuparse de nuestras universidades desde el Gobierno -a tenor de todos los testimonios, alguien hist¨®ricamente muy cercano a lo que parecen significar las mayor¨ªas que gobiernan nuestras academias mayores- parece impropio que tomando el r¨¢bano por la hojas de unas declaraciones cuyo contexto y exactitud se han exagerado, quiz¨¢s con la loable intenci¨®n de recordar que la libertad de expresi¨®n y la responsabilidad pol¨ªtica deben guardarse mutuamente respeto, se arroje un jarro de agua fr¨ªa sobre la reci¨¦n estrenada etapa de esperanza en la colaboraci¨®n que supon¨ªa la inteligente iniciativa gubernamental de nombrar como interlocutor a alguien que sintoniza con quienes gobiernan nuestras universidades.

Es tan costoso reconstruir los puentes del di¨¢logo y de la colaboraci¨®n cuando las partes se acostumbran a ignorarse despu¨¦s de fases de enconado desencuentro, que hemos de preguntarnos si este clamor que han desatado las palabras de Fabra no ser¨¢ una forma de cerrar de nuevo los portones que llevan de una parte a otra y de otra a esta, creyendo que es m¨¢s importante endosar a unas opiniones de un responsable pol¨ªtico la supuesta prueba de que, en realidad, el PP busca machacar literalmente nuestras universidades para hacerlas d¨®ciles al poder pol¨ªtico, que preservar la esperanza.

Se comete un grave error cuando se argumenta que la Universidad debe resistirse por norma al poder y representar una a modo de conciencia civil, porque eso es desconocer que es tan Administraci¨®n como la Generalitat, que el inter¨¦s de la comunidad cient¨ªfica y educativa y la expectativa de la sociedad que acude all¨ª a formarse implican que los gobiernos de Universidad y Generalitat est¨¢n obligados sin excusas a entenderse para cumplir sus cometidos y no defraudar a la sociedad.