Pido la palabra
La aceptaci¨®n del compromiso pol¨ªtico militante comporta, en alguna medida, una p¨¦rdida de autonom¨ªa personal y la aceptaci¨®n democr¨¢tica de una voluntad com¨²n, como necesidad de articular la acci¨®n pol¨ªtica. En mayor medida, la aceptaci¨®n de la representaci¨®n pol¨ªtica conlleva para quien la asume, un paso m¨¢s en el compromiso y en la necesidad de adecuar la voluntad individual a la del grupo. Si en esto parecen no existir demasiadas dudas, el problema puede llegar a plantearse al profundizar en el an¨¢lisis de los mecanismos a trav¨¦s de los cuales se forma esa voluntad pol¨ªtica del grupo. Pueden descartarse de las anteriores dudas aquellos compromisos generales explicitados por los partidos en sus congresos, programas electorales, etc¨¦tera. Pero no es tan evidente en aquellos asuntos que por su novedad o especificidad no ha reca¨ªdo un pronunciamiento claro.Y ¨¦ste puede ser el caso de la llamada ecotasa, que se incorpora a la agenda pol¨ªtica sin que se haya producido el debate suficiente en nuestra comunidad, que pueda tener un reflejo claro en la expresi¨®n p¨²blica de los partidos pol¨ªticos. Las novedades, las propuestas que no tienen memoria ni control sobre su posible efecto medi¨¢tico y su consiguiente repercusi¨®n en el cuerpo electoral, son asuntos que los partidos mayoritarios suelen eludir.
Eran esperables, por tanto, algunas reacciones de urgencia ante el anuncio de una propuesta de estudio (y repito, de estudio), temerosas de todo lo que huela a gravamen, impuesto, tasa o exigencia de aportaci¨®n. Imbuidos como estamos de tanta propaganda neoliberal que demoniza todo compromiso impositivo.
Crear cultura positiva sobre la necesidad de contribuir al sostenimiento de las cargas del Estado, fue una de las tareas importantes en la transici¨®n pol¨ªtica, despu¨¦s de un largo periodo de absentismo contributivo. Pero lo que se construye con esfuerzo y tiempo, puede desmontarse con suma facilidad, ya que es f¨¢cil ofrecer a los ciudadanos un proyecto basado en las rebajas fiscales y muy costoso lo contrario. Por tanto, cualquiera que pretenda hablar de tasas o grav¨¢menes, despu¨¦s de algunos a?os de mensajes reduccionistas, corre el riesgo de ser seriamente contestado. Pero a¨²n a riesgo de ser blanco de algunas iras, en defensa de la coherencia de pensamiento y, asumiendo de antemano los riesgos, hay que pedir el derecho a la palabra.
Los problemas medioambientales deben requerir toda nuestra atenci¨®n y cualquier nuevo concepto no puede ser despachado alegremente. Se pretende hacer creer, de forma interesada, que los desequilibrios medioambientales producidos por la actividad tur¨ªstica o, cualquier otra, deben tener su atenci¨®n a trav¨¦s de presupuestos generales, esto es, socializar los costes y (no se dice pero se piensa), privatizar el beneficio. No debe ser as¨ª ni en ¨¦ste, ni en otros casos, en los que se puede identificar con claridad el sujeto impositivo. Lo contrario induce a una cultura de la responsabilidad general y, por tanto, no compromete de forma directa al causante del perjuicio ecol¨®gico con su soluci¨®n. Por lo tanto, recurrir a la bolsa com¨²n para resolver problemas identificables en cuanto a su origen y soluci¨®n, nos lleva al descompromiso espec¨ªfico.
Liberar hacia el medio natural, transferirle, parte de la factura que no tiene reflejo en los costes de explotaci¨®n, es un recurso frecuentemente utilizado y que debe terminar. Lo llaman precios competitivos y a veces, con mayor frescura, se habla de eficacia y hasta de eficiencia. Si fu¨¦ramos razonables, empezar¨ªamos a llamarle por su verdadero nombre, agresi¨®n ecol¨®gica y, en algunos casos, delito ecol¨®gico.
Por ello es aconsejable y habr¨¢ que profundizar en este nuevo enfoque del problema, que todo producto producido debe incorporar en su precio final, de alguna forma, lo que realmente cuesta, hablando en t¨¦rminos ambientales. Pero adem¨¢s, en el caso que nos ocupa, significa tambi¨¦n el recuperar espacios degradados y que se han ido acumulando a lo largo del tiempo.
Pero si las externalidades no contabilizadas, no repercutidas en el precio final, se trasladan impunemente al medio natural o, lo que ser¨ªa otro aspecto de la cuesti¨®n, a uno de los componentes de la propia oferta tur¨ªstica como son algunos de sus elementos diferenciales y distintivos, adem¨¢s, estaremos haciendo un mal negocio. Y si como es el caso de gran parte de la industria tur¨ªstica de la Comunidad Valenciana, constituida por peque?as y medianas empresas de capital y radicaci¨®n local, deber¨ªamos estar seriamente preocupados por mantener la calidad de ese producto que constituye en buena medida, la continuidad del negocio. Que esa no sea la prioridad de los grandes grupos financieros inversionistas en turismo o de las agencias internacionales, entra dentro de su l¨®gica comercial. Cuando se acaben los atractivos pueden trasladarse a otro lugar, la industria local no.
Por lo tanto, al igual que yo reclamo mi derecho a la palabra y recupero por un instante mi autonom¨ªa individual, en esta expresi¨®n p¨²blica de mi posici¨®n pol¨ªtica sobre la ecotasa, recomiendo a tantos peque?os y medianos empresarios de la Comunidad Valenciana que recuperen su propia voz (al igual que han hecho otros empresarios del sector de Baleares), para poder entrar en ese debate abierto de una sociedad libre, que no se somete al criterio de los poderosos que creen tener el monopolio de la raz¨®n y de la expresi¨®n p¨²blica.
Francisco P¨¦rez Bald¨® es diputado por el PSPV en las Cortes Valencianas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.