Cuesta gana la etapa reina de la Dauphin¨¦ y Zubeldia confirma su clase

Allos, Vars, Izoard y final en el empedrado de Brian?on, es decir, una etapa t¨ªpica del Tour, un mes antes y en la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦, coronada con presencia espa?ola: Cuesta se sacude su apat¨ªa y gana; Zubeldia resiste la alta monta?a y ara?a unos segundos al l¨ªder Hamilton; Lastras, Beloki, Pradera o L¨®pez de Munain confirman su progresi¨®n... y Armstrong, en plan gregario, demuestra que su victoria en el Tour se sostiene por encima de milagros aislados. Tampoco pedalea torcido Alex Z¨¹lle, el hombre de las grandes facultades y la moral anor¨¦xica: llegar¨¢ a la ronda francesa vestido de favorito, como casi siempre. Armstrong vestir¨¢ el mismo traje, pero algo parece haber cambiado por su parte; la forma de pedalear en los puertos, por ejemplo. Ayer, durante la ascensi¨®n al Izoard, el estadounidense marc¨® el ritmo a su compa?ero, flanqueado por una decena de aspirantes, la mayor¨ªa espa?oles. Armstrong pedaleaba de pie, con un desarrollo bastante m¨¢s abultado que el que emple¨® hace un a?o en el Tour. Ni rastro de la extrema ligereza con la que acompa?aba sus pedaladas entonces, permanentemente sentado, empujado con los cu¨¢driceps y los ri?ones. Su director deportivo explic¨® entonces c¨®mo le hab¨ªa convencido para que trabajara la ligereza al estilo Indur¨¢in.

??igo Cuesta tampoco fue ayer el mismo. Dotado de gran clase, al burgal¨¦s le cuesta creerse su potencial; por eso, solo gana poco y a r¨¢fagas. Para ganar, Cuesta se vaci¨® en el Izoard, consciente de sus problemas con las bajadas, y administr¨® como pudo su ventaja para imponerse en solitario por delante de Pablo Lastras. Detr¨¢s, Zubeldia se despeg¨® unos segundos del l¨ªder Hamilton en el repecho que conduc¨ªa a la meta.