B¨¦lgica tuvo m¨¢s pujanza
La selecci¨®n anfitriona resuelve con una victoria la cita inaugural en un partido infame.
En la ceremonia de inauguraci¨®n sali¨® un mu?eco gigantesco, como de ocho metros, o as¨ª, que mereci¨® jugar este partido infame. Habida cuenta de que el mu?eco es una versi¨®n en poliuretano de Kenneth Andersson, lo mismo sirve para jugar como delantero diana, que es el nombre que se da ahora a los delanteros que cabecean todo lo que les echen: un bal¨®n, un ladrillo, una cabra... Para tal empresa, mejor un mu?eco de ocho metros. Que no regatea a una silla, tampoco lo hicieron los suecos y los belgas. Como la sinceridad obliga, hubo medio regate. Lo intent¨® Alexandersson en el primer tiempo y casi le sale. La jugada de Alexandersson provoc¨® una nostalgia infinita de los tiempos en los que la habilidad era valor considerable en el f¨²tbol. Ahora, no. Por lo menos, en Suecia y en B¨¦lgica.Ganaron los belgas, con gran alboroto en Heysel. Se celebr¨® la victoria como si nadie la esperara, como si los goles fueran algo sorprendente en el f¨²tbol. Hab¨ªa razones para la sorpresa. Si nadie regateaba a nadie, si no se daban dos pases seguidos, si la pelota sufr¨ªa malos tratos, c¨®mo pod¨ªa nadie confiar en algo tan estupendo como un gol. Pero los hubo. El primero, con fallo de por medio. Roland Nilsson se equivoc¨® en el despeje y Goor marc¨® con un remate cruzado. En el segundo intervino la mano de Mpenza, que se acomod¨® el bal¨®n y clav¨® la pelota por la escuadra. Pero el partido merec¨ªa una jugada llena de mediocridad, perpetrada por el portero belga, que convirti¨® en gol una cesi¨®n sencill¨ªsima. De Wilde quiso controlar el bal¨®n, pero se enred¨®, se desequilibr¨® y se lo dej¨® a Mjallby, que se fue solo hacia la porter¨ªa.
Suecia dependi¨® tanto de Kenneth Andersson que acab¨® encerrada en su juguete. El hombre toc¨® todos los pelotazos que le enviaron, para hacer bueno el malicioso anuncio que se public¨® en Nueva York antes de un partido de los Metrostars: el f¨²tbol es juego donde la gente es feliz cuando le golpean con un bal¨®n en la cabeza. Al parecer, los americanos han visto mucho de Andersson. Cabece¨® con fanatismo la pelota, sin mirar demasiado hacia ad¨®nde. Una vez estuvo a punto de marcar, tras un saque de c¨®rner, pero el bal¨®n se escap¨® a un palmo del poste. Eran los primeros minutos, cuando Suecia parec¨ªa dispuesta a llevarse el partido. B¨¦lgica, que ha andado medio deprimida en los ¨²ltimos a?os, tard¨® en salir a flote.
Lo hizo a trav¨¦s de Wilmots, futbolista inteligente y mand¨®n que oficia de entrenador. Aunque el oficial es Robert Waseige, Wilmots no dud¨® en acercarse al t¨¦cnico en el primer tiempo y decirle exactamente lo que se deb¨ªa hacer en el partido. Waseige tom¨® nota y se sent¨® en el banco.
El partido se equilibr¨®, lo que no signific¨® nada bueno. Se igual¨® en percusi¨®n. Abundaron los choques y los saltos, pero Suecia sali¨® perdiendo porque el factor Keneth Andersson perdi¨® importancia poco a poco. El delantero centro comenz¨® a saltar cada vez m¨¢s lejos del ¨¢rea belga, en lugares donde Andersson pinta poco. De la calidad del encuentro hablaba el silencio del p¨²blico, que recibi¨® el gol de Goor con un sobresalto. Al primer tanto se a?adi¨® el segundo en el arranque del segundo tiempo. Champ¨¢n para todos en Heysel.
La segunda parte result¨® m¨¢s festiva, pero no mejor. Marcaron los suecos tras el c¨®mico error de De Wilde, y el partido entr¨® en un ida y vuelta que provoc¨® el entusiasmo de la gente. La entrada de Larsson inyect¨® algo de agilidad al ataque sueco, donde decepcion¨® Alexandersson. Ljunberg abandon¨® su puesto en el costado izquierdo e ingres¨® en el eje, donde caus¨® algunos problemas a la defensa belga. En una de sus incursiones estuvo a punto de superar a De Wilde, que se reh¨ªzo de su error en el gol con una valiente salida frente al jugador sueco.
A B¨¦lgica se le apreci¨® una serenidad imprevista tras recibir el tanto. Excepto el cabezazo de Mjallby que sac¨® el portero con dificultades, todas las ocasiones hasta el final del encuentro fueron suyas, en muchos casos con varios jugadores llegando como caballos al ¨¢rea. Por lo visto, de eso se trataba el partido: de una cuesti¨®n de fe. Y en ese sentido, los belgas fueron mucho m¨¢s firmes que los suecos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.