La inutilidad perniciosa
La ¨²ltima vez que la OEA (Organizaci¨®n de Estados Americanos) sirvi¨® para algo fue hace casi medio siglo, a fines de los a?os cincuenta, cuando, luego del intento de asesinato por el General¨ªsimo Trujillo del Presidente venezolano R¨®mulo Betancourt, acord¨® que todos los pa¨ªses miembros rompieran relaciones diplom¨¢ticas y comerciales con la dictadura dominicana, medida que signific¨® el principio del fin para la satrap¨ªa trujillista. Desde entonces, ha sido una organizaci¨®n perfectamente in¨²til, incapaz de contribuir en lo m¨¢s m¨ªnimo a preservar o promover la democracia y los derechos humanos en el Continente, objetivos para los que fue creada. Todos los pasos importantes que se han dado en este sentido, como las negociaciones de paz que pusieron fin a las guerras civiles en Am¨¦rica Central, o facilitaron procesos de transici¨®n de reg¨ªmenes autoritarios a democr¨¢ticos (en Chile, por ejemplo) fueron iniciativas de la ONU o de las grandes potencias occidentales, sin que la OEA desempe?ara en estas operaciones otro papel que el de una comparsa decorativa. Por eso su nulo prestigio, su imagen de instituci¨®n-carcamal atiborrada de diplom¨¢ticos enviados all¨ª por los gobiernos como a una jubilaci¨®n anticipada, para descansar, o cebarse discretamente la cirrosis a orillas del Potomak.El problema es que, de un tiempo a esta parte, no contenta con ser in¨²til, la OEA se est¨¢ volviendo francamente perniciosa. Es decir, una instituci¨®n que act¨²a s¨®lo para socavar las bases ya bastante endebles de la legalidad y la libertad en Am¨¦rica Latina, y para proporcionar coartadas y justificaciones a sus verdugos. As¨ª por ejemplo, sin la OEA es probable que la dictadura peruana cuya cabeza visible es Fujimori (pero que dirigen en la sombra el asesino, torturador, ladr¨®n y c¨®mplice de narcotraficantes Vladimiro Montesinos y una c¨²pula militar a sus ¨®rdenes) no hubiera llegado nunca a existir, y, en todo caso, hubiera desaparecido luego de la grotesca farsa electoral perpetrada el 28 de mayo pasado, que todas las organizaciones internacionales de observadores -empezando por la de la propia OEA, encabezada por el ex-canciller guatemalteco Stein- se negaron a avalar por carecer de la m¨¢s m¨ªnima limpieza y equidad.
Al severo informe de la OEA firmado por Eduardo Stein respecto a la nula posibilidad de que, en las condiciones fijadas por el r¨¦gimen, la segunda vuelta electoral fuera leg¨ªtima, se sumaron id¨¦nticas conclusiones de las misiones de la Fundaci¨®n Carter, del Instituto Nacional Dem¨®crata, de Trasparencia, y de todas las otras delegaciones de observadores enviadas al Per¨² para vigilar las elecciones peruanas. Ni una sola de ellas la legitim¨®. Todas se retiraron del pa¨ªs para no justificar con su presencia el escandaloso montaje que pretende alargar por cinco a?os m¨¢s la existencia del r¨¦gimen autoritario peruano (el candidato de oposici¨®n, Alejandro Toledo, se hab¨ªa retirado tambi¨¦n de la ama?ada contienda). En estas condiciones parec¨ªa obvio que la OEA, haciendo suyas las conclusiones de su propia misi¨®n, procediera a desconocer la burda farsa, a condenarla y a exigir nuevas elecciones bajo estricta vigilancia internacional, como lo ped¨ªan el pueblo peruano y numerosos gobiernos democr¨¢ticos del mundo entero.
Sin embargo, nada de eso ocurri¨® en la reuni¨®n de ministros de Relaciones Exteriores de la OEA en Ottawa, pese al empe?o que pusieron en ello los cuatro gobiernos que actuaron con verdadera consecuencia democr¨¢tica y que es preciso recordar (los de Costa Rica, Canad¨¢, Estados Unidos y Argentina) porque ellos representaron un saludable contraste de decencia y responsabilidad, en el feo espect¨¢culo de cobard¨ªa, duplicidad o franca colusi¨®n con la dictadura andina que brindaron los dem¨¢s. El acuerdo adoptado hubiera hecho las delicias de Poncio Pilatos: enviar al Per¨² una comisi¨®n, de la que formar¨¢n parte el ministro canadiense de Relaciones Exteriores Lloyd Axworthy y el Secretario General de la OEA C¨¦sar Gaviria, para verificar si el gobierno de Fujimori est¨¢ adoptando las medidas necesarias a fin de restablecer la legalidad democr¨¢tica en el Per¨². ?Es esto serio o una burla de dimensiones planetarias?
El se?or C¨¦sar Gaviria, adem¨¢s de ser la mediocridad encarnada -lo demostr¨® con creces cuando fue Presidente de Colombia y lo ha confirmado en exceso a la cabeza de la OEA-, luce un prontuario de iniciativas y gestos a favor de la dictadura peruana (intrig¨® eficazmente para que la OEA legitimara las dos previas mojigangas electorales celebradas por el t¨¢ndem Fujimori-Montesinos), que lo descalifica moralmente para integrar esta misi¨®n. Su opini¨®n podemos anticiparla sin dificultad: entre nubes de jerga jurisprudente, formular¨¢ la astuta impresi¨®n de que el r¨¦gimen, sin haberlas eliminado del todo, va haciendo meritorios esfuerzos para "superar las ineficiencias habidas en los ¨²ltimos comicios y orientar al pa¨ªs de una vez por todas por la verdadera senda de la..." etc¨¦tera.
El canciller canadiense Lloyd Axworthy es otra cosa. Representa a una de las democracias m¨¢s genuinas y admirables en el mundo de hoy, y ha dado una principista y en¨¦rgica batalla en la reuni¨®n de Ottawa, para que, fieles a la Carta de la OEA que sus colegas latinoamericanos incumplen ol¨ªmpicamente, los pa¨ªses miembros de la organizaci¨®n condenaran en t¨¦rminos severos el fraude electoral del 28 de mayo y exigieran nuevas elecciones, y esta vez limpias, en el Per¨². Que, con las excepciones de Estados Unidos, Argentina y Costa Rica, nadie m¨¢s lo secundara, debe haberlo dejado sorprendido. Sin embargo, si uno escarba, descubre que detr¨¢s del ponciopilatismo de los cancilleres de la OEA, hay en algunos casos razones muy s¨®lidas y comprensibles (aunque no justificables, claro est¨¢). ?C¨®mo podr¨ªa apoyar una condena a un fraude electoral el gobierno mexicano del PRI, que, muy probablemente, se dispone a perpetrar tambi¨¦n un fraude electoral el 2 de julio pr¨®ximo para impedir el triunfo del candidato de oposici¨®n, Vicente Fox, e imponer al pri¨ªsta Labastida? ?No ser¨ªa una insensatez que el gobierno venezolano condenara un fraude electoral cuando estuvo a punto de consumar uno, tambi¨¦n el 28 de mayo, y fue impedido de hacerlo in extremis por los tribunales, que aplazaron la elecci¨®n? Amparando a Fujimori, las seudodemocracias venezolana y mexicana, ecuatoriana y paraguaya, se curan en salud: quieren evitar que, ma?ana o pasado ma?ana, la comunidad internacional les tome cuentas a ellos tambi¨¦n por las estafas c¨ªvicas o los cr¨ªmenes que cometen sus gobiernos. Y para ello, cu¨¢ndo no, se desgarran las vestiduras nacionalistas y agitan los espectros terroristas del "respeto a la soberan¨ªa" y "la obligaci¨®n fraterna de defendernos, unidos, contra la intromisi¨®n extranjera". Uno oye hablar a estos bufones de la
democracia y se pregunta en qu¨¦ se diferencian de los que mandaban a representarlos en la OEA los gobiernos de Somoza, de P¨¦rez Jim¨¦nez, de Odr¨ªa o de Trujillo.
M¨¢s dif¨ªcil de entender, desde luego, es la actitud de otros gobiernos, que no son ni dictaduras ni aspirantes a serlo, como los de M¨¦xico y Venezuela, sino democracias bastante respetables. Uruguay, por ejemplo, o Chile, y hasta la desintegrada Colombia. He le¨ªdo en alguna parte que su reticencia a condenar expl¨ªcitamente a la dictadura peruana se debe a pudores "progresistas": no querr¨ªan aparecer apoyando demasiado a Estados Unidos, cuyo Congreso y gobierno se han pronunciado en t¨¦rminos tajantes contra el fraude electoral fujimorista. Como la imbecilidad tambi¨¦n es un factor que debe ser tomado en cuenta en la vida pol¨ªtica, no se debe descartar esta interpretaci¨®n de la penosa conducta de los cancilleres uruguayo, chileno, colombiano y (el peor de todos) brasile?o, en la reuni¨®n de Ottawa. Pero s¨ª vale la pena escudri?ar lo que ella implica: comprarse la apariencia de independencia y progresismo, mediante el abyecto recurso de cohonestar un r¨¦gimen nacido de un golpe militar que, desde 1992, ha ido destruyendo todos los espacios de legalidad y libertad en el Per¨², sumiendo en la miseria a grandes sectores de la poblaci¨®n, avasallando la informaci¨®n, destruyendo la justicia, cometiendo cr¨ªmenes horrendos contra los derechos humanos, y estableciendo un nuevo modelo de dictadura para el siglo XXI que ya comienza a ser imitado en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina.
No es dif¨ªcil imaginarse los di¨¢logos que celebrar¨¢n los miembros de la Comisi¨®n de la OEA con las autoridades peruanas, a fin de verificar los "avances" de la democracia en el Per¨². "?No volver¨¢n ustedes a torturar a un periodista, como hicieron en v¨ªsperas de las elecciones con el reportero Fabi¨¢n Salazar, a quien un comando del SIN, la Gestapo peruana, serruch¨® un brazo para que entregara los v¨ªdeos donde se ve¨ªa al Presidente del Jurado Nacional de Elecciones y a la flor y nata de la institucionalidad recibiendo ¨®rdenes de Montesinos?" "Nunca m¨¢s". "?No volver¨¢n ustedes a falsificar un mill¨®n de firmas para inscribir la candidatura de Fujimori para los comicios del a?o 2005, como hicieron en esta elecci¨®n?". "Semejante desperfecto involuntario, achacable al mero subdesarrollo, no se repetir¨¢". "?Devolver¨¢n ustedes los canales de televisi¨®n y las estaciones de radio que les robaron a los se?ores Baruch Ivcher y Delgado Parker porque criticaban al r¨¦gimen". "El asunto est¨¢ en manos del Poder Judicial, cuya independencia es para el r¨¦gimen principio sacrosanto". "?Permitir¨¢n ustedes que los canales de se?al abierta difundan, por lo menos de tiempo en tiempo, alguna informaci¨®n relativa a la oposici¨®n, y no exclusivamente las que convienen a la propaganda del r¨¦gimen?". "Respetamos demasiado la libertad de prensa para inmiscuirnos en la pol¨ªtica de los canales, cuyo amor al r¨¦gimen es tan grande que les impide amparar los infundios de sus enemigos. Pero, en se?al de buena voluntad, les rogaremos que tengan en cuenta su solicitud". "?Se comprometen ustedes a no apoderarse tambi¨¦n del diario El Comercio, al que vienen amenazando de distintas formas desde que dej¨® de apoyar al r¨¦gimen y comenz¨® a dar espacio a la cr¨ªtica?". "Respetamos la discrepancia alturada. Eso s¨ª, nada podr¨ªamos hacer si el Poder Judicial acoge favorablemente las m¨²ltiples demandas entabladas contra ¨¦l, o la SUNAT (oficina de impuestos) env¨ªa a la quiebra al Canal N, de cable, (perteneciente a aquel diario), el ¨²nico medio televisivo en el pa¨ªs que emite una informaci¨®n independiente, no dictada por Montesinos". "Que los comandos del SIN que asesinaron a los estudiantes y al profesor de La Cantuta, que masacraron a los vecinos de los Barrios Altos confundi¨¦ndolos con senderistas, que descuartizaron a Mariella Barreto, que torturaron y violaron a Leonor La Rosa hasta convertirla en el gui?apo humano que es ahora, anden sueltos por las calles de Lima, causa muy mala impresi¨®n en el extranjero. Y, m¨¢s todav¨ªa, que, cuando la justicia internacional echa mano a uno de esos criminales, como ocurri¨® con el torturador y violador Mayor Ricardo Anderson Kohatsu, el gobierno lo salve concedi¨¦ndole estatuto diplom¨¢tico. ?No se podr¨ªa hacer algo en esta materia?". "Es dif¨ªcil, teniendo en cuenta que aquellas personas ya se han beneficiado de una ley de amnist¨ªa, dada en aras de la fraternidad que deber¨ªa reinar siempre entre peruanos. Pero, est¨¢n bajo observaci¨®n, y, al pr¨®ximo asesinato, tortura, secuestro o violaci¨®n que cometan, la justicia fujimorista caer¨¢ sobre ellos y ser¨¢ implacable. ?Palabra de honor!".
? Mario Vargas Llosa, 2000. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SA.
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