Caciques arriba, Segura abajo
La semana se abri¨® de un fogonazo por Durango y se enlutaron las instituciones y la ciudadan¨ªa, por la ¨²ltima v¨ªctima de un terrorismo en serie, que, con otras siglas, sali¨® de caza al ojeo y se dej¨® una mochila con suficiente provisi¨®n de pl¨¢stico, en los juzgados de Valencia. Los artificieros desactivaron a tiempo la cat¨¢strofe. En Alicante, dos centenares de delegados sindicales de Alcoa, la multinacional del aluminio, se concentraron cerca del Meli¨¢, donde varios directivos de la compa?¨ªa participaban en una conferencia sobre seguridad laboral y qu¨¦ mayor seguridad que confiarse a las fuerzas policiales, entre las que se contaban efectivos del Grupo de Operaciones Especiales, desplegados en un remake de cuando los rojos y grises se las pelaban en el asfalto. Y el presidente del comit¨¦ de empresa de Alicante, Antonio G¨®mez, se lament¨® "del talante autoritario de la firma norteamericana y de que las autoridades protejan m¨¢s a los dirigentes de las grandes multinacionales que a los trabajadores". ?Y qu¨¦ se cre¨ªa?
Carlos Fabra, mand¨®n de hijuela
Pero, hombre, colonizar cuesta una pasta. Y el que la arrima, no se anda con remilgos: va del misil a la porra, seg¨²n el art¨ªculo del manual de campa?a. Sin embargo, el protagonismo, se lo ha ganado, a golpe de arenga, Carlos Fabra. Y qu¨¦ casta la suya. La misma casta del cossi, donde fregaba la ropa sucia Victoriano Fabra, su ilustre antepasado. Cien a?os dan un empaque que ya quisieran muchos. Adem¨¢s est¨¢ escrito: Fabra tiene la herencia temperamental de la sangre y de los duros; y la sangre le ventila la olla ciega y el coraz¨®n; y el coraz¨®n es una fuente hist¨®rica; un torrente de gl¨®bulos y de artes de cacique, de votos a perra gorda; de linfocitos y de ingenier¨ªa canovista; de impulsos imperiosos, alentados intestinalmente por el caballo de Pav¨ªa. Fabra es una saga, un episodio galdosiano, un personaje arnichesco, una Diputaci¨®n y toda una provincia que ha sido y es patrimonio de su estirpe, por un siglo y lo que caiga. Y todo eso, ?qu¨¦?, ?ya no se entiende?, ?ya no cuenta? Entonces, ?c¨®mo se le recrimina que se rebele contra las insumisas universidades valencianas? Carlos Fabra ha enfatizado a los dirigentes de Nuevas Generaciones a una limpieza acad¨¦mica: nada de ayatol¨¢s al frente de la Universidad Jaume I de Castell¨®n de la Fabra, ni de ninguna otra. Y ha izado su divisa de combate: Quien paga, manda.
?Caminar¨¢ el ministro sobre las aguas?
Carlos Fabra es, sin pases de ilusionismo, la vera faz del PP. Por eso el Consell, se ha apresurado, con la m¨¢s endeble ret¨®rica, a esquivar tanta basura. Su portavoz, Alicia de Miguel, ha disparado su dial¨¦ctica: Cada uno es cada uno. Y as¨ª va su partido, dando bandazos a dos pa?os, y al aire del arbitrio. Jos¨¦ Manuel Uncio le ha tomado la vez a Cervera. Uncio, director del Instituto Valenciano de Finanzas, desde que Zaplana ascendi¨® a la presidencia, se ha montado una rimbombante Global Strategies and Financial Solution, SL, pero tan s¨®lo con el modesto prop¨®sito de administrarse sus propios bienes, es decir, la cesta de la compra, el vestuario de verano, unas vacaciones en Wall Street y cosas por el estilo. Pero, ?esa "sociedad patrimonial e instrumental" es compatible con su actividad p¨²blica? La oposici¨®n no lo tiene nada claro, y la portavoz socialista en las Cortes, Cristina Moreno, ya ha exigido la comparecencia del consejero de Econom¨ªa y Hacienda, Vicente Rambla. El presidente ignora lo que hacen sus colaboradores. El presidente est¨¢ ahora encandilado con el nuevo ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, que se ha comprometido a darle marcha al Plan Hidrol¨®gico Nacional y a resolver el acuciante problema del Segura: el milagro no ser¨¢ que el se?or ministro camine sobre sus aguas, sino que las aguas discurran por su cauce. El n¨²mero bomba.
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