Europa busca su constituci¨®n
La Uni¨®n Europea parece haber entrado en una crisis institucional que est¨¢ por ver si es de crecimiento o de identidad. Para los m¨¢s esc¨¦pticos, la Uni¨®n est¨¢ tocando techo: la culminaci¨®n del mercado interior con el euro y la ampliaci¨®n a Europa del Este constituyen la estaci¨®n t¨¦rmino del viaje europe¨ªsta. Para los m¨¢s visionarios, encabezados ahora por el ministro alem¨¢n de Exteriores, Joschka Fischer, el camino es tan largo que hay que empezar a desbrozar si queremos unos Estados Unidos de Europa o una Europa (unida) de los Estados.Casi nada de todo esto ser¨¢ debatido ma?ana y pasado en Santa Mar¨ªa de Feira, la peque?a localidad de la periferia de Oporto que acoge al Consejo Europeo. Agarrotados por el pragmatismo, los Quince est¨¢n enfrascados en cerrar la reforma del Tratado de Amsterdam y cualquier deriva hacia el debate federal dificulta m¨¢s que facilita un acuerdo en diciembre junto a las playas de Niza.
En el horizonte se apuntan cuatro modelos. La Europa de Blair, a la que Espa?a parece acercarse cada vez m¨¢s. El sistema actual, que responde al tradicional m¨¦todo franc¨¦s de avanzar siempre aunque sea a ciegas. La Europa a dos velocidades patrocinada por Jacques Delors, Helmut Schmidt y Val¨¦rie Giscard d'Estaing. Y la Europa federal vislumbrada por Joschka Fischer.
El modelo brit¨¢nico no tiene grandes misterios. La principal aportaci¨®n de la UE es la ca¨ªda de las fronteras comerciales. El Estado ha de mantener el derecho de veto para preservar su identidad y sus intereses. S¨®lo hay que gestionar en com¨²n aquello que no se puede hacer a nivel nacional. Y poco m¨¢s.
Espa?a, alineada desde 1986 con el modelo franc¨¦s, parece cada vez m¨¢s tentada por el brit¨¢nico. La carta conjunta publicada esta semana por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Tony Blair bebe en esa visi¨®n liberal de Europa. "Sobre todo, Gran Breta?a y Espa?a son socios en la reforma econ¨®mica", aclaran ambos de entrada. Los gobiernos europeos "no deben caer en el dirigismo ni tampoco sustituir al mercado", enfatizan. "No deben interferir en las decisiones comerciales ni imponer pesadas regulaciones econ¨®micas y sociales". La mejor manera de facilitar la ampliaci¨®n de la Uni¨®n es "un crecimiento m¨¢s elevado, m¨¢s empleo, modernizaci¨®n de nuestras econom¨ªas".
Apenas una referencia al problema institucional. "Puede que algunos queramos ir algo m¨¢s lejos un poco m¨¢s deprisa", escriben sin cerrar del todo ninguna puerta, "pero todos debemos respetar las reglas y procedimientos acordados en la Uni¨®n. No puede haber en Europa ciudadanos de segunda clase". Una manera de decir no a los n¨²cleos duros.
N¨²cleo duro. Expresi¨®n opaca, pero de actualidad. El debate lanzado por Fischer no afecta s¨®lo al modelo federal, sino al tab¨² de qui¨¦nes han de formar el meollo de la integraci¨®n europea. ?Todos? ?Un grupo de vanguardia? ?Qu¨¦ grupo? ?Cerrado? ?Abierto? Se abre camino lo que en el pasado se llam¨® la Europa a dos velocidades: los que quieren ir m¨¢s aprisa y los que no quieren o no pueden correr tanto.
Espa?a ha renegado siempre de los n¨²cleos duros. No le falt¨® raz¨®n en el pasado. Los llamamientos a las dos velocidades lanzados desde la derecha alemana en los noventa ten¨ªan trampa: eran m¨¢s una purga para excluir del euro a Italia (y de propina, a Espa?a) que un proyecto destinado a profundizar en la integraci¨®n.
Superada ya la criba del euro, las resistencias espa?olas se asientan ahora en la desconfianza. Espa?a no se f¨ªa de las buenas intenciones de quienes en los ¨²ltimos a?os no han hecho m¨¢s que regatear dinero al presupuesto comunitario. El Gobierno espa?ol teme que detr¨¢s de la insistencia franco-alemana por flexibilizar el llamado mecanismo de cooperaciones reforzadas se esconda una maniobra para saltarse el derecho de veto.
Cooperaci¨®n reforzada. Expresi¨®n horrible, t¨ªpicamente comunitaria, pero clave en estos d¨ªas. ?se es el mecanismo introducido en el Tratado de Amsterdam para que unos pa¨ªses puedan avanzar a solas si lo desean, sin obligar a ir con ellos a quienes no lo quieren. Pero esa avanzadilla necesita hoy el consenso de todos. Eso es lo que ahora quieren evitar quienes defienden los n¨²cleos duros: eliminar el derecho de veto a la cooperaci¨®n reforzada. Para que nadie impida la creaci¨®n de un n¨²cleo duro si hay un peso espec¨ªfico suficiente para llevarlo adelante.
Francia apuesta por ese modelo. Y por una Europa que avance como hasta ahora: paso a paso, en funci¨®n de las necesidades de cada momento, sin plantearse cu¨¢l ha de ser el punto de llegada. Es el llamado M¨¦todo Jean Monnet. "Plantearnos cu¨¢l ser¨¢ la forma definitiva de la Comunidad Europea es una contradicci¨®n porque hemos querido que sea un proceso permanente, un cambio continuo. Anticipar los resultados bloquea el esp¨ªritu de innovaci¨®n. S¨®lo en funci¨®n de las necesidades de cada momento descubriremos nuevos horizontes", recomendaba anta?o el pragm¨¢tico ministro franc¨¦s.
"Es un m¨¦todo que sigue siendo v¨¢lido estos d¨ªas", observa el comisario responsable de la reforma institucional, el franc¨¦s Michel Barnier, en sus reflexiones personales sobre el futuro de Europa. Pero sobre todo lo ha recordado el ministro franc¨¦s de Exteriores, Hubert V¨¦drine, en su respuesta a las propuestas de su colega Fischer. "Nada de lo que se ha hecho, de lo que ha funcionado en la construcci¨®n europea, corresponde a un esquema preestablecido", concluye V¨¦drine, huyendo del debate federal.
Francia apuesta por afinar el actual modelo sin ir a la revoluci¨®n federal. O al menos sin decir que se va hacia ah¨ª porque hay cosas que m¨¢s vale hacerlas con sordina. Cuesti¨®n de no llamar la atenci¨®n. El modelo franc¨¦s pasa por reducir el tama?o del Colegio de Comisarios para hacerlo m¨¢s operativo, devolver a los pa¨ªses m¨¢s poblados el peso espec¨ªfico que han perdido en las votaciones del Consejo desde la adhesi¨®n de varios pa¨ªses poco poblados, ampliar el campo de actuaci¨®n del voto por mayor¨ªa cualificada reduciendo el derecho de veto a la m¨ªnima expresi¨®n y flexibilizar el mecanismo de cooperaciones reforzadas. Eso es lo m¨¢s urgente, lo que hay que hacer ahora. Lo dem¨¢s ya se ver¨¢.
Es una apuesta por la creaci¨®n de varios n¨²cleos duros, en funci¨®n de las necesidades de cada ¨¦poca. En la pr¨¢ctica ya ha habido dos: el euro y Schengen. El presidente Jacques Chirac ha sugerido que la Defensa se acoja al mecanismo de cooperaciones reforzadas. Pero ah¨ª se acaba la lista de ejemplos pr¨¢cticos.
A caballo entre ese modelo y el federalismo de Fischer conviven varias otras propuestas. El ex presidente de la Comisi¨®n Europea Jacques Delors defiende que un reducido grupo de pa¨ªses forme una vanguardia de la integraci¨®n europea. Un ¨²nico n¨²cleo duro reservado a los seis fundadores (Alemania, Francia, Italia, Holanda, B¨¦lgica y Luxemburgo). Dos padres de la patria, el ex canciller alem¨¢n Helmut Schmidt y el ex presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing, apuestan por esa v¨ªa, pero ampl¨ªan la vanguardia a los pa¨ªses del euro. El objetivo de todos ellos es impedir que la ampliaci¨®n a Europa del Este acabe paralizando las instituciones comunitarias y la UE derive en una mera zona de libre cambio. Hay quien lo ve como un insulto a los futuros socios, excluidos del cogollo como apestados.
La propuesta m¨¢s atrevida la firm¨® Joschka Fischer el 12 de mayo en la Universidad Humboldt de Berl¨ªn: convertir la UE en una federaci¨®n europea con un Parlamento bicameral que represente por un lado a los Parlamentos nacionales y por otro a los Estados, un Gobierno europeo constituido a partir de los Gobiernos nacionales, una Constituci¨®n europea, federaci¨®n y gobiernos nacionales deber¨ªan acordar un reparto de sus competencias.
Los gaullistas Alain Jupp¨¦ y Jacques Toubon han aireado tambi¨¦n su proyecto europeo. Es una visi¨®n profundamente anclada en los Estados-naci¨®n, que da todo el poder a los jefes de Estado o de Gobierno a trav¨¦s del Consejo Europeo. Ellos nombran a un presidente de Europa que no tiene otra funci¨®n que la de la representaci¨®n exterior. Entronan a un jefe de Gobierno con capacidad para formar su Ejecutivo, con un mandato de tres a?os. Disuelven las c¨¢maras. El Parlamento es elegido por sufragio directo, pero est¨¢ contrapesado por una C¨¢mara de las Naciones que representa a los Estados. Es una idea semejante a la de Fischer, pero cambia la elecci¨®n popular del jefe del Gobierno europeo por su designaci¨®n a trav¨¦s del Consejo Europeo.
Son aportaciones para que empecemos a pensar en la constituci¨®n de Europa. Quiz¨¢ robusta, pero con min¨²scula.
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