Los Quince acuerdan abrir el debate sobre las dos velocidades, pese a la oposici¨®n de Espa?a
El Gobierno espa?ol perdi¨® ayer su primera batalla en la reforma del Tratado de Amsterdam: los Quince acordaron en la cumbre de Feira que la agenda de la negociaci¨®n se ampl¨ªe para incluir el espinoso asunto de las cooperaciones reforzadas, la llave que puede abrir la puerta a una Europa a dos velocidades. La derrota del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar estaba escrita ya antes del Consejo Europeo que pone fin a la presidencia portuguesa, cuando Espa?a se qued¨® sola en contra de ampliar la negociaci¨®n despu¨¦s de que incluso el Reino Unido aceptara hablar del asunto.
Espa?a forma parte de una extra?a alianza en este asunto, en el que comparte puntos de vista con los tres pa¨ªses m¨¢s euroesc¨¦pticos de la Uni¨®n Europea: Reino Unido, Dinamarca y Suecia. Detr¨¢s de esta posici¨®n aparentemente t¨¦cnica palpita una intenci¨®n de gran calado pol¨ªtico: el p¨¢nico a que un relajo de las cooperaciones reforzadas acabe derivando en una Europa de dos o m¨¢s velocidades.Las cooperaciones reforzadas fueron introducidas por primera vez en el Tratado de Amsterdam para permitir que un grupo de pa¨ªses pudiera realizar pol¨ªticas comunitarias sin forzar a los dem¨¢s a seguir los mismos pasos.
En el pasado se pusieron en marcha dos cooperaciones reforzadas, cuando ni siquiera se hab¨ªa inventado esta fea expresi¨®n con que son definidas. Una es la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), que ha permitido crear el euro de modo que s¨®lo forman parte de ¨¦l los pa¨ªses que cumplen las condiciones macroecon¨®micas acordadas previamente; la UEM otorga a dos pa¨ªses (Reino Unido y Dinamarca) el derecho a sumarse o no en funci¨®n de su decisi¨®n pol¨ªtica aut¨®noma. Es el t¨ªpico ejemplo de una cooperaci¨®n reforzada realizada dentro del Tratado de la Uni¨®n.
El Convenio de Schengen representa una cooperaci¨®n realizada al margen del Tratado. La pusieron en marcha varios pa¨ªses para derribar sus controles policiales y aduaneros entre ellos. Y lo hicieron al margen del Tratado porque el Reino Unido vetaba una iniciativa semejante. ?sa es la excusa que permiti¨® introducir en el Tratado de Amsterdam el concepto mismo de cooperaciones reforzadas: "Hay que incluirlo en los tratados porque si no, se realizar¨¢ siempre fuera del marco jur¨ªdico comunitario".
Ahora, los viejos socios fundadores de la Europa unida quieren dar un paso m¨¢s: flexibilizar las cauciones con que el mecanismo fue aprobado en Amsterdam. Y en particular suprimir el requisito de que toda cooperaci¨®n reforzada sea aprobada por unanimidad al margen de qui¨¦nes la promuevan y acabar con la exigencia de que participen en ella al menos la mitad de los socios de la UE.
Muchos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, temen que eso acabe permitiendo la creaci¨®n de un n¨²cleo duro de socios que acuerden una serie de pol¨ªticas que excluyan a los dem¨¢s. Y a¨²n m¨¢s: que eso les permita saltarse por la puerta de atr¨¢s el derecho de veto.
Espa?a ha sido el Estado miembro que con m¨¢s fuerza se ha opuesto a incluir este asunto en la agenda de la reforma institucional. El cambio de posici¨®n se produjo hace poco m¨¢s de una semana, al constatar el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar que era ya el ¨²nico que se aven¨ªa a negociar. Hasta el Reino Unido del laborista Tony Blair hab¨ªa aceptado ampliar la agenda de la reforma, aunque dispuesto a vetar cualquier acuerdo que le disguste.
Espa?a ha hecho lo mismo, pero dejando claro que el hecho de negociar no prejuzga que est¨¦ obligada a llegar a un acuerdo y advirtiendo de que exigir¨¢ que se excluya del ¨¢mbito de las cooperaciones reforzadas una larga lista de pol¨ªticas: mercado interior, comercio exterior, competencia, pol¨ªticas comunes, agricultura, pesca, transportes, cohesi¨®n social, ciudadan¨ªa de la Uni¨®n y la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria.
Los Quince constataron ayer las grandes diferencias que les separan en otro asunto de gran calado pol¨ªtico: la Carta de Derechos Fundamentales. Pa¨ªses como Espa?a, Alemania o el Reino Unido recelan de ese proyecto por temor a que si tiene efectos jur¨ªdicos los ciudadanos se acojan a ello para exigir derechos econ¨®micos y sociales a trav¨¦s de los tribunales. Eso abre paso a dos alternativas muy poco decorosas: o una carta con rango jur¨ªdico, pero vac¨ªa de contenido, o una carta de gran valor ret¨®rico, pero ning¨²n efecto justiciable.
"No es un asunto que tuviera que decidirse aqu¨ª", subray¨® el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Lamberto Dini. "Primero hay que acabar de redactar la carta, y luego decidiremos cu¨¢l es su rango jur¨ªdico", defendi¨® el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, ante sus colegas. Francia es el principal impulsor de este proyecto y quiere que la carta tenga efectos jur¨ªdicos y al mismo tiempo un largo aliento pol¨ªtico.
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