Un h¨¦roe con uniforme
Ech¨® mano del pa?o que emplea para limpiar su moto. Se cubri¨® el rostro, se lo at¨® a la nuca y, de una zancada, cruz¨® el umbral del patio de la infravivienda, hundi¨¦ndose en una densa humareda. Dentro de la chabola en llamas hab¨ªa un beb¨¦ de 20 meses. Y ¨¦l, Isidro Morales, agente del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, no dud¨® un instante: hab¨ªa que rescatarlo. Minutos despu¨¦s, reapareci¨® con el ni?o en brazos, apretado contra su camisa blanca chamuscada.Morales, un gigante de 24 a?os, patrullaba en su moto en la tarde del jueves por la calle del Mirador de la Reina. Nunca imagin¨® que instantes despu¨¦s se iba a convertir en h¨¦roe. A un kil¨®metro de distancia observ¨® una gran columna de humo. Peg¨® un giro de 180 grados en su moto y aceler¨®, con el pu?o, a todo gas. Cuando lleg¨® al lugar de donde sal¨ªa la humareda, la situaci¨®n que se encontr¨® era as¨ª: un incendio de pastos en un descampado lleno de rastrojos secos y amarillentos se hab¨ªa propagado a una finca de la calle de Panaderos (Fuencarral), compuesta por tres chamizos y una casa baja.
Tres j¨®venes le gritaron, nerviosos, desde la puerta: "Ayuda, por favor, avise a los bomberos". Uno de ellos, Halima, una chica de 19 a?os, le urgi¨®: "?Hay un beb¨¦ dentro de la casa! ?Se va a quemar!". Morales no se lo pens¨® dos veces. Cogi¨® el radio transmisor y comunic¨® a la emisora central de la polic¨ªa: "?H50, atenci¨®n, H50! ?M¨¢nden a los bomberos y al Samur! ?Voy a entrar en la chabola! Hay un ni?o dentro". El peque?o se llama Tarek, tiene 20 meses. Su madre ha salido de prisi¨®n hace 10 d¨ªas. Su padre sigue entre rejas.
Morales, cubierta la boca y la nariz con el pa?o, cruz¨® de una zancada el umbral de la infravivienda. El fuego estaba a su izquierda. Una higuera ard¨ªa con virulencia. Llamas de cinco metros de altura. El fuego devoraba, adem¨¢s, dos chamizos fabricados con puertas viejas y material cogido de la calle. El polic¨ªa se meti¨® en una de las viviendas. Pensaba que ah¨ª estaba el peque?o. El humo no le permit¨ªa ver m¨¢s all¨¢ de sus pisadas.
Registr¨® a tientas la vivienda, repleta de trastos, y no vio ni escuch¨® el llanto del ni?o. Entonces sali¨® al exterior. Corr¨ªa agachado, casi tocando el suelo con las manos. Descubri¨® en el patio de la vivienda un chamizo que antes no hab¨ªa visto. Corri¨® hacia ¨¦l. Las paredes quemaban. Nada m¨¢s cruzar la puerta vio que el peque?o estaba tumbado dentro de una cuna en el suelo, entre una cama desvencijada y un mueble viejo.
Dentro de la humareda
"Vi al ni?o cuando yo ya no pod¨ªa aguantar m¨¢s dentro de la humareda. El pa?uelo con el que me cubr¨ª el rostro no estaba humedecido y me quemaba la garganta con cada bocanada de aire que daba", recuerda. "Saqu¨¦ al ni?o de la cuna y lo abrac¨¦, apret¨¢ndole contra mi pecho. Entonces corr¨ª hacia fuera", a?adi¨®. "?l no se asfixi¨® porque estaba en el suelo y el humo siempre tira hacia arriba, que si no...", aclar¨® Morales. El agente sali¨® con el ni?o en brazos, apretado contra su camisa blanca chamuscada. Se lo entreg¨® a uno de los cinco polic¨ªas que acudieron al siniestro y regres¨® al fuego, acompa?ado por otros compa?eros, para retirar de las llamas 12 bombonas de butano, envueltas por el fuego. "Hab¨ªa que sacarlas porque si llegan a estallar hubi¨¦ramos muerto todos", recordaba ayer. El metal de las bombonas estaba ya muy caliente, pero los agentes lograron sacarlas sin quemarse.
El rescate de Tarek, el peque?o marroqu¨ª, ha convertido a Morales en candidato a la medalla del m¨¦rito policial. Ayer le felicitaron el delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansu¨¢tegui, el jefe superior de Polic¨ªa, Julio Corrochano, y el comisario de Fuencarral, Antonio de Vicente.
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