Desorden en el PSOE

Los guerristas han llevado la lucha por el control del PSOE asturiano a la C¨¢mara auton¨®mica. Y han votado la Ley de Cajas con el PP contra el Gobierno socialista de la comunidad. Ninguna autoridad del partido ha conseguido evitarlo. As¨ª est¨¢ el PSOE cuando se termina el proceso de elecci¨®n de delegados al congreso. En pleno trance endog¨¢mico, la pelea entre tendencias y fracciones por el control de la organizaci¨®n puede llevar incluso al irresponsable ejercicio de debilitar uno de los pocos Gobiernos aut¨®nomos que el partido tiene. Est¨¢ visto que en pol¨ªtica la experiencia sirve de poco. Todos los partidos cuando pierden el poder y llega la hora de la renovaci¨®n sufren episodios traum¨¢ticos parecidos. Parece que se deber¨ªan conocer los ant¨ªdotos adecuados.En medio de este tiempo de desencuentros se ha desarrollado el congreso de los socialistas catalanes. El PSC tiene en estos momentos lo que no tiene el PSOE: l¨ªder y aparato. Y su congreso ha sido una balsa de aceite. Pasqual Maragall, el l¨ªder (y nuevo presidente), y Jos¨¦ Montilla, el jefe del aparato (y nuevo secretario general), lo pactaron todo en secreto, de modo que todo estaba atado. El aparato, perfectamente organizado, premi¨® a los buenos y castig¨® a los malos al votar la ejecutiva, hasta el punto de que Montilla -el m¨¢s votado- dobl¨® a la vocal menos votada. Un mensaje que s¨®lo pretende recordar d¨®nde est¨¢ el poder en el partido.

El orden del PSC contrasta con el desorden socialista, porque el PSOE no tiene ni l¨ªder ni aparato. De los cuatro candidatos que han dado o est¨¢n a punto de dar el paso, ninguno parece en condiciones de provocar la espantada de los dem¨¢s. La inexistencia de una direcci¨®n org¨¢nica eficiente es tan evidente que a estas alturas ni siquiera hay acuerdo sobre el procedimiento para elegir el futuro secretario general y la futura ejecutiva. De modo que mientras el PSC ha renovado algunas personas y ha actualizado el viejo pacto entre catalanes de siempre y nuevos catalanes, para que en el fondo todo quede igual, el PSOE lo tiene casi todo por hacer. Para bien y para mal, dif¨ªcilmente se dar¨¢ una situaci¨®n congresual menos determinada de antemano. Lo cual aumenta si cabe la responsabilidad de todos.

El reparto parece bastante perfilado. Jos¨¦ Bono y Rosa D¨ªez apuestan por la fuerza de su imagen medi¨¢tica. Matilde Fern¨¢ndez entiende que su adscripci¨®n al guerrismo la hace portadora de las verdades eternas del socialismo. S¨®lo Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y las gentes de Nueva V¨ªa siguen sacando papeles para ir perfilando su propuesta social-liberal. ?Cubren estos cuatro candidatos el espectro ideol¨®gico de los potenciales electores del partido? ?Es posible que en torno a ellos se articule un juego de mayor¨ªas y minor¨ªas que pueda servir de base a la reconstrucci¨®n? El debate sobre las personas es tan importante como el debate sobre las ideas, porque ¨¦stas necesitan alguien que las encarne. Pero la traslaci¨®n de los personalismos a las desavenencias entre familias hace que en cualquier momento se pueda desencadenar la carrera de los desprop¨®sitos, como en Asturias.

Para superar este fraccionamiento es necesario que el secretario general elegido tenga un confortable apoyo de la militancia. Con cuatro candidatos es probable que el voto sea muy dividido. Por eso no parece desde?able la hip¨®tesis de una segunda vuelta entre los dos m¨¢s votados, que obligar¨ªa a pactos con los perdedores, y que podr¨ªa asegurar que el ganador lo sea con una mayor¨ªa m¨¢s all¨¢ de las fronteras entre corrientes.

Desde que Bono dijo que Felipe Gonz¨¢lez no quer¨ªa ser presidente ni del Betis, su figura parece algo alejada de la escena. S¨®lo Rodr¨ªguez Zapatero insiste en considerar que su presencia como presidente significar¨ªa la continuidad en la historia del socialismo contempor¨¢neo. ?Pero ser¨ªa capaz Gonz¨¢lez de ser un presidente como lo fue Ram¨®n Rubial? En las ¨²ltimas fechas ha optado por callarse. En cualquier caso, el espect¨¢culo de este congreso -que aunque no resuelva todos los problemas del partido tiene que sentar las bases para hacerlo- han de protagonizarlo otros.

La importancia del congreso trasciende al propio PSOE. La salud del sistema democr¨¢tico exige una oposici¨®n fuerte, y ¨¦sta no existir¨¢ de nuevo sin que el primer partido de la oposici¨®n tenga un l¨ªder con suficiente respaldo. Entre otras razones, porque pasado el periodo de los gestos amables, el PP ha empezado a ejercer la mayor¨ªa absoluta. Y en estas circunstancias es imprescindible un partido capaz de definir una alternativa clara y de tener una posici¨®n firme en temas tan diversos como la inmigraci¨®n, la cuesti¨®n vasca o las medidas de liberalizaci¨®n. Sobre estas cuestiones, y no sobre las obsesiones endog¨¢micas, deber¨ªan definir sus posiciones los candidatos.