Por una educaci¨®n no sometida al mercado GEMMA SU?? MINGUELLA
El progresivo descontento del profesorado de la asignatura de Lengua castellana y Literatura de los institutos de Catalu?a ha obtenido por fin la resonancia que merece en los medios de comunicaci¨®n, cuando, poco antes de final de curso, distintos medios de comunicaci¨®n sacaban a la luz el descuido de la literatura en los actuales planes de estudio.El desarrollo de la LOGSE ha supuesto la transformaci¨®n del sistema educativo en una suerte de espacio mercantilista donde el alumno (cliente) elige los productos (cr¨¦ditos) que satisfacen en mayor grado sus intereses. Pero seamos realistas (otra cosa ser¨ªa desconocer la psicolog¨ªa m¨¢s elemental), el alumno elige los cr¨¦ditos que demandan de ¨¦l un menor esfuerzo. En este sentido, resulta evidente que leer a los cl¨¢sicos no es tan sencillo como leer un c¨®mic.
En primer lugar, es necesario estudiar la historia cultural e ideol¨®gica de Occidente, y no s¨®lo la de ciertos municipios o comarcas, como fomenta la LOGSE. En segundo lugar, es preciso conocer la existencia de una serie de satisfacciones no inmediatas, que requieren curiosidad inicial y un esfuerzo persistente en desentra?ar los referentes culturales y ling¨¹¨ªsticos de siglos anteriores. Todo ello, claro est¨¢, resulta trabajoso y exige tiempo y, desde luego, no es de utilidad palpable a la hora de ingresar en el mercado laboral.
Declaraba nuestro pol¨ªtico honorable d¨ªas atr¨¢s: "Nuestros empresarios no se lamentan de que sus trabajadores no sepan literatura". En efecto, resultar¨ªa absurdo que as¨ª fuera. Pero centrarse en la "utilidad" de los conocimientos adquiridos en funci¨®n de su aprovechamiento por el mercado del trabajo nos parece una limitad¨ªsima manera de concebir el sistema educativo.Una manera que radica en el feroz liberalismo apenas disimulado de nuestros pol¨ªticos.
Nosotros pensamos, por el contrario, que someter la educaci¨®n a los dict¨¢menes del mercado equivale a destruirla. No podr¨¢ darse un debate serio sobre el sistema educativo mientras se siga censurando la cuesti¨®n de la transmisi¨®n del saber y la cultura, a la que se tilda de "nostalgia de ¨¦pocas pasadas, m¨¢s tranquilas pero m¨¢s desiguales". (?lvaro Marchesi, Aula libre, EL PA?S, 5 de junio de 2000). ?sta es una precipitada manera de confundir las fuerzas e intereses que se est¨¢n poniendo en juego.
Una aut¨¦ntica pol¨ªtica de lucha contra las desigualdades sociales no radica en aligerar el peso del conocimiento y de las exigencias en el trabajo intelectual, sino en hacerlas posibles y accesibles tanto a los que pueden pagarse sus estudios como a los que deben acudir a la denostada escuela p¨²blica. Porque es previsible que, aunque la literatura y los dem¨¢s saberes culturales desaparezcan de la ense?anza ofertada a todos, sobrevivir¨¢ como un raro privilegio y superioridad de las clases m¨¢s acomodadas.
En este sentido, suscribimos plenamente los argumentos que utilizan nuestros colegas franceses para oponerse a la desaparici¨®n de la literatura ("C'est la litt¨¦rature qu'on assassine rue de Gr¨¦nelle", Le Monde, 4 de marzo de 2000): "Ser¨¢ un privilegio porque s¨®lo los j¨®venes m¨¢s favorecidos conocer¨¢n el placer y el excedente de ser que puede obtenerse de la cultura literaria. Y ser¨¢ tambi¨¦n una superioridad social porque ¨²nicamente estos j¨®venes habr¨¢n aprendido a escribir, a pensar y a hablar con destreza, fluidez y eficacia, mientras que los dem¨¢s, m¨¢s fr¨¢giles, no sabr¨¢n realmente afirmarse ni en su vida ni en su trabajo".
Y es que, desenga?¨¦monos, no se adquiere la misma competencia ling¨¹¨ªstica (y, por tanto, intelectual) leyendo a Manrique, Ausi¨¤s Marc o san Juan de la Cruz que creando en el aula "situaciones comunicativas adaptadas al mundo laboral", como nos sugiere la LOGSE. Algunos de nosotros hemos tenido incluso la c¨¢ndida osad¨ªa de probarlo. A esta competencia ling¨¹¨ªstica fundada en el estudio de la literatura y las lenguas cl¨¢sicas se refer¨ªa en d¨ªas pasados el ministro italiano de Instrucci¨®n P¨²blica, el profesor Tullio di Mauro, en respuesta al temor manifestado por un senador del PPI que consideraba que una reforma educativa concebida unilateralmente hacia la inserci¨®n laboral supondr¨ªa una amenaza para las disciplinas human¨ªsticas.
La respuesta del ministro fue clara y contundente: una s¨®lida competencia ling¨¹¨ªstica s¨®lo puede construirse desde el estudio de la tradici¨®n literaria y del lat¨ªn y el griego (RAI Due, 23 de mayo de 2000). Esperemos que los italianos no acaben confundiendo, como ha sucedido aqu¨ª, el estudio de los cl¨¢sicos grecolatinos con cr¨¦ditos trimestrales de relatos mitol¨®gicos debidamente relacionados con las ¨²ltimas pel¨ªculas de Walt Disney.
Quedan todav¨ªa muchos aspectos por tratar sobre la ideolog¨ªa, la estructura y la forma de aplicar la LOGSE. Queda mucho por decir sobre el nulo papel reservado a la experiencia profesional de los docentes del antiguo bachillerato y sobre el gratuito desd¨¦n con que, desde el principio, han sido tratadas nuestras inquietudes y nuestra visi¨®n de la educaci¨®n.
Queda, sobre todo, por decidir entre todos si la educaci¨®n consiste ¨²nicamente en moldear trabajadores para mantener estable el sistema o, ante todo, ciudadanos conscientes de que el sistema funciona a trav¨¦s de sus actos. La elecci¨®n de una educaci¨®n comporta, inevitablemente, la elecci¨®n de una sociedad. Hay que decidir qu¨¦ sociedad queremos.
Dado que la incertidumbre sobre esta decisi¨®n est¨¢ aflorando tambi¨¦n en otras partes de Europa y que nuestros pol¨ªticos parecen abiertos, por primera vez, a las discrepancias, es preciso que nos hagamos o¨ªr. Para recuperar el peso de las humanidades en el sistema educativo, la Asociaci¨®n de Profesores de Espa?ol (APE) Juan Bosc¨¢n de Catalu?a propone las siguientes medidas:
1. Considerar la Lengua y la Literatura como asignaturas independientes, tanto en la ESO como en el Bachillerato.
2. Adoptar una asignaci¨®n horaria que garantice tres sesiones lectivas semanales durante los dos a?os del Bachillerato para la literatura espa?ola y a las literaturas de cada comunidad.
3. Incorporar la literatura espa?ola a la modalidad de letras de las PAAU.
4. Publicar un ¨ªndice de lecturas m¨ªnimas que un alumno debe haber realizado al terminar el Bachillerato.
5. Incluir la asignatura conocida como Literatura universal, que ahora es optativa en el Bachillerato, como materia com¨²n en el curr¨ªculo de Literatura espa?ola y Literatura catalana.
6. Reestructurar los contenidos de la asignatura conocida como Literatura universal para que se estudien en relaci¨®n con el contexto hist¨®rico y cultural de Espa?a y Catalu?a, as¨ª como con los movimientos est¨¦ticos e ideol¨®gicos afines a ambos.
7. Incorporar la lectura de los cl¨¢sicos del Siglo de Oro y otorgarles una atenci¨®n horaria suficiente.
8. Modificar el decreto 82/96 (art. 9), de 5 de marzo, que ordena las ense?anzas del bachillerato y ampl¨ªa la parte com¨²n de los cr¨¦ditos referidos a las asignaturas de Lengua castellana y Literatura, y Lengua catalana y Literatura hasta seis cr¨¦ditos.
Deseamos que estas l¨ªneas ayuden a reflexionar al equipo de gobierno del Departamento de Ense?anza de la Generalitat, con su consejera, Carme Laura Gil al frente.
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