Otra frustraci¨®n metropolitana
No se requiere ser un experto en asuntos urban¨ªsticos y organizaci¨®n del territorio para estar sensibilizado con el fen¨®meno metropolitano o, dicho sumariamente, con la f¨®rmula id¨®nea para resolver los problemas comunes a una serie de municipios integrados en un espacio compartido. No es razonable que n¨²cleos urbanos pr¨®ximos o pr¨¢cticamente fundidos hagan la guerra por su cuenta en asuntos que han de ser necesariamente compartidos, como los usos del suelo, el abastecimiento y depuraci¨®n de aguas, el tratamiento de los residuos, los transportes y etc¨¦tera. Insistir en ejercer soberanamente en cada una de estas parcelas y consistorios aboca al caos que, por ejemplo, ya se percibe y se padece en el entorno de la capital valenciana.Como es sabido, para afrontar estos problemas se constituy¨® la Corporaci¨®n Administrativa Gran Valencia, que pervivi¨® -ignoramos con qu¨¦ grado de eficiencia- hasta finales de los a?os setenta. En todo caso, su mera existencia era expresiva de esa sensibilidad. Su vac¨ªo fue ocupado por el Consell Metropolit¨¤ de l'Horta, surgido en diciembre del 86 y que resisti¨® hasta el umbral del a?o 2000. En realidad, nunca respondi¨® a los cometidos que debi¨® abordar, frustrando las expectativas que suscit¨®. Resulta secundario que muriese por inanici¨®n o porque el partido gobernante, el PP, no lo controlase a su entera voluntad. Con esa u otra configuraci¨®n segu¨ªa siendo un ente necesario para el gobierno de los 44 municipios metropolitanos y el casi mill¨®n y medio de vecinos que lo habitan.
El anteproyecto de Ley de Creaci¨®n y de Gesti¨®n de ?reas Metropolitanas, recientemente propuesto por el Gobierno auton¨®mico, pretende colmar ese vac¨ªo. Pero apenas conocido el tal proyecto podemos anticipar con muy parco riesgo que estamos ante una nueva frustraci¨®n. Los entendidos lo reputan de "bodrio" y una ciudad como Elche ha movilizado todas sus instancias pol¨ªticas y c¨ªvicas para impedir su desarrollo tal como est¨¢ concebido. Incluso en el seno del PP local ha estallado el conflicto ante el dilema de servir los intereses locales o las consignas partidarias. La ciudad de las palmeras alega, en suma, que no quiere abdicar sus competencias a favor de la capital de la provincia.
No vamos a cuestionar la componente localista que alienta en esta actitud codiciosa de las propias competencias. Sin duda que la hay, como la ha habido en el mismo cap i casal, siempre suspicaz a la consolidaci¨®n de un contrapoder, como pudo serlo el del CMH. Es un reflejo todo lo primitivo que se quiera, pero real, que conmina a plantear el problema -decimos de la gesti¨®n metropolitana- a partir del acuerdo negociado y la persuasi¨®n de que muchos de los problemas presentes y futuros pasan por la constituci¨®n y eficiencia de un ¨®rgano supramunicipal. Y eso no puede ser la consecuencia de un ucase, que, en este caso, s¨®lo ha servido para acrecentar la susceptibilidad de los ilicitanos, prestos a defender numantinamente sus derechos.
Sin ¨¢nimo de investirnos la t¨²nica de arbitrista, parece l¨®gico que una ley de esta magnitud hubiera tenido que concebirse con un soporte m¨¢s s¨®lido. No s¨®lo en punto a su deprimente contenido -del que Josep Sorribes ya daba cuenta el martes pasado en estas p¨¢ginas-, sino al concierto de criterios previo, al debate entre los interesados acerca de los fines, medios y organizaci¨®n del ente supramunicipal. Da la impresi¨®n de que no ha servido para nada la experiencia acumulada, ni los fracasos sucesivos. Lo cual nos confirma la impresi¨®n de que, en realidad, el Gobierno popular no ha querido en modo alguno desarrollar la f¨®rmula metropolitana, sino un parip¨¦ de la misma que ni siquiera convence a sus parciales.
Ellos, los populares, sabr¨¢n a qui¨¦n enga?an o qu¨¦ pretenden. Pero culpa suya es haber desvestido un santo -el CMH-, no haber vestido otro y dejar que los problemas m¨¢s agudos de este territorio se extiendan y acent¨²en. ?Para eso quer¨ªan la mayor¨ªa suficiente?
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