Camino
Todos los caminos llevaban a Roma, y aunque Roma, como sujeto capital de la catolicidad, no lo quiera, todos los caminos se empe?an en pasar por la llamada Ciudad Santa, adjetivo que comparte con La Meca y otras capitales religiosas. Hete aqu¨ª que el Vaticano se disgust¨® porque se hubiera elegido Roma como escenario de manifestaci¨®n internacional y anual del orgullo gay en el 2000, a?o jubilar, repleta la ciudad de peregrinos, obligados a compartir, aunque s¨®lo fuera un d¨ªa, el espacio de purificaci¨®n y encuentro de espiritualidades con la variopinta fanfarria de comulgantes en la homosexualidad, dejados de la mano de Dios por el uso de la sexualidad irreproductiva.Con la torpeza con que las alienaciones sacrosantas suelen tratar las conductas humanas, las autoridades vaticanas trataron de suprimir la celebraci¨®n de las manifestaciones homosexuales en Roma, con lo cual generaron el esperable coro de voces airadas contra la intransigencia de la Iglesia. Santa intransigencia que por una parte entristece a los cat¨®licos liberalizados y por otra reconforta a los cat¨®licos ultramontanos, con lo que permanece tensa, expectante, rica en suma, la unidad de contrarios dentro de una misma comuni¨®n de los santos. Finalmente, se celebraron las manifestaciones con notable ¨¦xito, aunque es l¨®gico suponer que una parte notable de homosexuales italianos cat¨®licos no se manifestaran para no agudizar sus propias contradicciones internas y porque, como propone Escriv¨¢ de Balaguer en Camino, la Cruz, con may¨²scula, no s¨®lo hay que llevarla sobre el pecho... "la Cruz sobre tus hombros, la Cruz en tu carne, la Cruz en tu inteligencia. As¨ª vivir¨¢s por Cristo, con Cristo y en Cristo: y as¨ª solamente ser¨¢s apostol", y m¨¢s adelante el fundador del Opus recuerda a sus vanguardias: "Si quer¨¦is entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios -ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas- hab¨¦is de ser espirituales, muy unidos al Se?or por la oraci¨®n: hab¨¦is de llevar un manto invisible que cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar: expiar, expiar y expiar". Sin que jam¨¢s se pronunciara el fundador sobre los homosexuales ni las homosexualas.
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