La historia y la docencia
El debate que se ha abierto con el informe de la Real Academia de la Historia sobre la ense?anza de esta asignatura adolece a¨²n, a pesar del tiempo transcurrido, de elementos consustanciales al mismo, concretamente de su inevitable circunstancia docente. Estas significativas ausencias y nuestra convicci¨®n, por lo dem¨¢s bastante com¨²n, de que, tanto en lo manifestado en este informe como tambi¨¦n en los medios de comunicaci¨®n, se ha desenfocado el objeto del debate y se han dado interpretaciones pol¨ªticamente interesadas, lejos de cualquier pretendida objetividad, nos han animado a terciar con algunas de esas referencias no visibles.En primer lugar, lo m¨¢s obvio: los libros de Historia usados como libros de texto en los centros educativos son la obra intelectual de un especialista o grupo de especialistas, bien se trate de catedr¨¢ticos, doctores o licenciados en la materia. Por tanto, no se puede imputar, ni siquiera insinuar, la autor¨ªa de estos textos a ning¨²n gobierno, administraci¨®n o grupo pol¨ªtico, por la sencilla raz¨®n de que los materiales curriculares ni son oficiales, si acaso deben estar homologados como explicaremos m¨¢s adelante, ni, por tanto, son prescriptivos. En consecuencia, cualquier pol¨¦mica de car¨¢cter historiogr¨¢fico, incluidas las graves imputaciones de manipulaci¨®n o tergiversaci¨®n de los hechos hist¨®ricos, se ha de situar entre especialistas. Por otra parte, las pol¨¦micas historiogr¨¢ficas son tan antiguas como la misma reconocida o proscrita libertad de pensamiento y, en este caso, son la expresi¨®n de la libertad de c¨¢tedra que reconoce la Constituci¨®n espa?ola en su art¨ªculo 27. Adem¨¢s, este tipo de pol¨¦micas est¨¢n presentes en muchos lugares del mundo y lo han estado a lo largo del tiempo: flamencos y valones en B¨¦lgica, franc¨®filos y angl¨®filos en Canad¨¢, por no extendernos en las teor¨ªas del profesor Ubieto con las que se aliment¨® el blaverismo en su versi¨®n m¨¢s ilustrada. Por lo expuesto hasta aqu¨ª, nos parece que las razones del presidente de la Academia, o de la propia instituci¨®n, no son m¨¢s que sus propias razones entre otras muchas.
Los libros de texto son autorizados u homologados, en la mayor¨ªa de comunidades aut¨®nomas con competencias educativas desde su origen, mediante una normativa ad hoc que fundamentalmente exige que el proyecto editorial -que despu¨¦s ser¨¢ el libro de texto- se adecue a lo pactado entre el Estado y las comunidades aut¨®nomas sobre los contenidos que se deben aprender en cada etapa educativa (el llamado dise?o curricular). Igualmente, se exige que se respeten los derechos humanos y las libertades fundamentales y que se incluyan referencias al entorno natural, cultural, y sociopol¨ªtico m¨¢s inmediato al alumnado, esto ¨²ltimo indicado de forma gen¨¦rica, sin detalle ni porcentaje (en este sentido, es excepcional la actuaci¨®n de la Administraci¨®n valenciana, cuyo celo por hacer desaparecer la referencia a la denominaci¨®n estatutaria de Pa¨ªs Valenciano o por disimular la catalanidad de nuestra lengua la llev¨® a emitir una circular ex profeso, a¨²n vigente, y a condicionar de forma tenaz las propuestas editoriales). Sin embargo, en Andaluc¨ªa y en aquellos territorios que administraba hasta hace escasamente un a?o el Ministerio de Educaci¨®n, ni siquiera existe esta autorizaci¨®n previa de los libros de texto ya que tanto el MEC como el Gobierno andaluz optaron por eliminar cualquier obst¨¢culo administrativo que pudiera llegar a cercenar la libertad de c¨¢tedra de los autores y la autonom¨ªa de los centros educativos para elegir los libros que mejor se adapten a su proyecto educativo, facultad ¨¦sta establecida en la LOGSE. Del conocimiento de esta normativa tampoco se puede colegir -salvo la cercana excepci¨®n citada- el intervencionismo ideol¨®gico de ning¨²n poder pol¨ªtico establecido.
Adem¨¢s, en todas las comunidades aut¨®nomas se venden libros de editoriales radicadas dentro y fuera del propio territorio, con sede en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia o Picanya. Hay, por tanto, libertad de mercado de la misma manera que hay libertad de creaci¨®n y de pensamiento, y, finalmente, libertad para que los centros elijan los libros que m¨¢s les gusten.
Finalmente, respecto a la presencia de la Historia en los planes de estudio, se observa que a partir del tercer curso de la ESO, incluyendo el Bachillerato, las horas dedicadas suman una menos que las previstas en los planes a extinguir de BUP y COU, y eso a lo largo de cuatro cursos en ambos casos. Sin embargo, cabe decir que el sistema actual, en cuanto que prolonga la ense?anza obligatoria hasta los 16 a?os, puede llegar a m¨¢s alumnado que con el plan antiguo. No se puede decir, por tanto, que haya una p¨¦rdida considerable del tiempo dedicado a la Historia, sino m¨¢s bien, en el peor de los casos, m¨ªnima.
En conclusi¨®n: el resultado del ejercicio de todas las facultades y libertades referidas es, a nuestro juicio, tan democr¨¢ticamente inapelable como se pretenda que lo sean las mayor¨ªas pol¨ªticas que nos gobiernan. Por supuesto, siempre cabe decir lo que se piense acerca de lo que aquel o aquellos autores afirmen en sus libros, o de su modelo did¨¢ctico, pero la cosa no da para mucho m¨¢s. Menos a¨²n para la satanizaci¨®n de todo un corpus ideol¨®gico, como desvergonzadamente se ha hecho con el ("otro") nacionalismo. Por tanto, cualquier medida que se pretenda decidir como resultado de esta pol¨¦mica -aunque tanto por el fondo como por la forma dudamos de que se pretenda hacer nada constructivo- ha de ser escrupulosamente respetuosa con todo este entramado de competencias y libertades democr¨¢ticas.
Tambi¨¦n cabe, como hemos expuesto, avanzar en la desaparici¨®n de los l¨ªmites a la libertad de c¨¢tedra y a la autonom¨ªa de los centros. Incluso ser¨ªa saludable dudar m¨¢s del papel que ejercen los libros de texto sobre todo ello, aunque por razones contrarias a las que se dejan entrever en la actuaci¨®n de la Real Academia de la Historia: existe la alternativa de investigar por cuenta propia, de asumir plenamente la responsabilidad docente, aunque nos aleje de lo pol¨ªtica y acad¨¦micamente correcto.
Vicent Esteve es maestro de Ense?anza Primaria y sindicalista del STEPV.
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