Solo en compa?¨ªa

Im (Goldenen) Schnitt II. A trav¨¦s del espacio, a trav¨¦s del cuerpo.Cesc Gelabert no est¨¢ solo en el vest¨ªbulo del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona, le acompa?an el silencio de las esculturas de Robert Schad y la m¨²sica de Bach interpretada al piano por Heidrun Holtmann. Un cuerpo y un espacio que se trenzan en la belleza y lejan¨ªa de un horizonte abierto. Articulaciones humanas que se independizan. Con su brillante interpretaci¨®n, el bailar¨ªn logra que la sencillez de movimiento que emana de la coreografia de Gerhard Bohner Im (Goldenen) Schnitt II alcance una magnitud insospechada.Gelabert present¨® en 1997, en el Teatre Lliure, la primera parte de esta interesante obra del creador alem¨¢n, fallecido en 1992, que sintetiz¨® en su lenguaje gestual, en cuanto a formas, el an¨¢lisis y la estructura de la Bauhaus. Bohner estren¨® las dos primeras de sus tres ¨²ltimas obras en solitario -resumidas bajo el t¨ªtulo de Im (Goldenen) Schnitt-, en 1989, en Berl¨ªn. El punto de partida de las tres versiones es el inter¨¦s que tuvo el autor de relacionar al hombre con el espacio que le rodea mediante la colaboraci¨®n con artistas pl¨¢sticos. Para esta segunda version trabaj¨® con el escultor Rober Schad, quien tradujo su coreograf¨ªa, id¨¦ntica a la de la primera, en un amplio espacio esc¨¦nico dominado por el blanco en el que reinan cinco piezas de acero bruto, con lo que el trazo fr¨ªo contrasta con la viveza de los movimientos del bailar¨ªn.

Con ello, Bohner quer¨ªa demostrar que dos coreografias id¨¦nticas en cuanto a movimiento -s¨®lo las diferencia el orden de las secuencias- pueden cambiar como reacci¨®n a un medio distinto. Esta interesante propuesta cuenta en ambos casos con las vibrantes tonalidades de la m¨²sica de Bach, interpretada en directo.

Punto y aparte merece la interpretaci¨®n de Gelabert, quien en la madurez de su carrera profesional despliega en plenitud sus carism¨¢ticas cualidades de bailar¨ªn de solos. Es el artista ideal para intrepretar estas obras, su admiraci¨®n por el core¨®grafo alem¨¢n le convierte en su disc¨ªpulo, si bien la personalidad esc¨¦nica de Cesc domina por s¨ª misma. Su figura elegante, vestida de negro, que se mueve a trav¨¦s del amplio espacio con sobriedad, es una escultura viva entre las de Schad, con las que entabla un di¨¢logo fugaz pero apasionante.