Berezovski intenta organizar la oposici¨®n al Kremlin con los otros oligarcas y los dirigentes regionales
El pulso entre Bor¨ªs Berezovski y Vlad¨ªmir Putin parece desigual, pero el oligarca por antonomasia de Rusia, consciente de que puede quedar fuera de combate, ha decidido huir hacia delante y plantear un desaf¨ªo en toda regla al l¨ªder del Kremlin. Lo que parece tener en mente es organizar un movimiento de oposici¨®n uniendo las fuerzas de dos ¨¦lites amenazadas: la de los l¨ªderes regionales y la de los grandes magnates.Hoy mismo, el pleno de la Duma se re¨²ne para decidir sobre la reforma del Estado con la que Putin quiere cortar la hierba bajo los pies de los poderosos gobernadores, que durante la etapa de Bor¨ªs Yeltsin hicieron de su capa un sayo. El pasado lunes, representantes de las dos C¨¢maras llegaron a un acuerdo de compromiso que, si prospera, evitar¨ªa a la Duma tener que humillar al Senado para saltarse el veto a la legislaci¨®n que permitir¨ªa a Putin destituir a los gobernadores y excluirles del Consejo de la Federaci¨®n.
Berezovski, que hoy oficializar¨¢ la renuncia a su esca?o, ara en el campo del descontento de los barones regionales y, sobre todo, en el de los oligarcas, los capitanes de empresa surgidos de la nada y que, con intrigas m¨¢s que con dinero, se hicieron en los a?os noventa con sustanciosas porciones de la tarta estatal privatizada por Yeltsin.
Amenazados por Putin (que a su vez ve en ellos un peligro a su poder), los oligarcas, al menos parte de ellos, dudan sobre si contemporizar con el nuevo l¨ªder del Kremlin o aceptar el reto y librar batalla. Si optan por la guerra, el l¨ªder del Kremlin se ver¨ªa en serios apuros, aunque s¨®lo sea por el control que sus enemigos ejercen sobre los medios de comunicaci¨®n.
Berezovski controla indirectamente el primer canal de la televisi¨®n estatal (cuya n¨®mina ha pagado en gran parte durante a?os), el canal TV 6, los diarios Nezavisimaya Gazeta, Kommersant y Noviye Izvestia, el semanario Ogoniok y la emisora Nashe Radio. El hombre que, con Yeltsin en el Kremlin, determin¨® decisiones clave del poder (incluyendo cambios de Gobierno) intenta aglutinar ahora ese imperio y, para ello, ha recurrido a uno de sus apoyos residuales en la Administraci¨®n Presidencial, ?gor Sabduras¨²lov, que el pasado s¨¢bado dej¨® su cargo de vicejefe de esa especie de gabinete paralelo.
Vlad¨ªmir Gusinski, otro declarado enemigo de Putin (que incluso fue encarcelado tres d¨ªas), domina un grupo privado, Media-Most, que incluye la principal emisora de televisi¨®n (NTV), el diario Segodnia, el semanario Itogui y la radio Eco de Mosc¨². Por su parte, Vlad¨ªmir Potanin, al que los fiscales buscan las cosquillas por la privatizaci¨®n en 1997 del gigante industrial Norilsk N¨ªquel, incluye en su grupo a uno de los dos diarios de mayor venta en Rusia (Komsomolskaya Pravda), al prestigioso y de gran difusi¨®n Izvestia y al semanario Expert.
La relaci¨®n podr¨ªa ser mucho m¨¢s extensa, ya que muchos oligarcas comprendieron en su momento que los medios de comunicaci¨®n pod¨ªan servirles de respaldo para negocios que, con frecuencia, fueron irregulares y, en ocasiones, rondaron el robo. Ayer mismo, otro magnate, Mija¨ªl Jodorkovski, patr¨®n de Yukos (la segunda petrolera del pa¨ªs), aseguraba que con el actual marco jur¨ªdico es imposible "determinar el l¨ªmite entre lo que es legal y lo que es ilegal".
Los fiscales, azuzados por Putin, est¨¢n poniendo a prueba esa frontera. No sin riesgos. Yevgueni Kiseliov, un hombre de Gusinski que dirige el programa anal¨ªtico estrella de la NTV, Itogui, ha convertido por ejemplo al propio fiscal general, Vlad¨ªmir Ustinov, en sospechoso de evasi¨®n de impuestos, el delito con el que ahora se relaciona a varios oligarcas.
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